Resumen
El dossier número 54 se centra en la vulnerabilidad no como sinónimo de debilidad pasajera, ni como una categoría únicamente asistencial, sino como una condición constitutiva de todo lo vivo. Vulnerable es el planeta, la memoria, las instituciones, el futuro, las ideas, y las formas colectivas que nos sostienen. Esta noción, que es clave en el pensamiento jurídico, político y filosófico contemporáneo, nos obliga a reconsiderar nuestra posición en el mundo y nuestras formas de relacionarnos.
Desde una perspectiva filosófica, la vulnerabilidad nos remite a una ética de la interdependencia, que se distancia radicalmente de la falsa autonomía del individualismo liberal. Implica concebir la subjetividad no como una entidad aislada, sino como una relación: existimos en tanto somos afectables, en tanto estamos expuestos al otro y al mundo. La vulnerabilidad no es solo un dato empírico o antropológico: es una condición ontológica fundamental. Ser humano significa, simultáneamente, estar en riesgo y estar abierto al vínculo, a la posibilidad de ser afectado.
Como señala Thomas Casadei (2018), esta condición se vincula con nociones como fragilidad, dependencia, precariedad y discriminación, y permite reconfigurar nuestras instituciones desde una perspectiva relacional, no extractiva ni instrumental. En este sentido, su potencia crítica no reside únicamente en visibilizar lo dañado o lo expuesto, sino en poner en cuestión las formas de organización social que producen y distribuyen de manera desigual la posibilidad misma de ser protegido, reconocido o sostenido.

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