Nuevas herramientas conceptuales para un mundo que cambia: el posthumanismo1 Kutinlla shamuhuk pachakunapa mushuk yuyana ankuna: Posthumanismomanta New conceptual tools for a changing world: posthumanism Josep Mart jmarti@imf.csic.es ORCID: 0000-0002-3739-5072 Departament dAntropologia i Arqueologia, Instituci Mil I Fontanals Dinvestigaci En Humanitats-CSIC (Barcelona, Espaa) Cita recomendada: Mart, J. (2023). Nuevas herramientas conceptuales para un mundo que cambia: El posthumanismo. Revista Sarance, (50), 80.114. https://doi.org/10.51306/ioasarance.050.05 Resumen El posthumanismo es una corriente intelectual surgida a nales del siglo XX que busca superar las visiones propias del humanismo tradicional como la conceptualizacin del ser humano. Representa una crtica a algunos aspectos centrales del pensamiento humanista, especialmente aquellos que tienen que ver con la forma en que se entiende la realidad y el ser humano. Los aspectos ms importantes que lo caracterizan son el postantropocentrismo y la conceptualizacin del ser humano no como un agente autnomo sino situado en un imbricado sistema de relaciones. Postantropocentrismo implica no considerar al ser humano por encima de todo lo que le rodea, lo que signica reconocer la importancia de las relaciones y la relacionalidad propia del posthumanismo. La relacin es lo que da emergencia a la identidad del yo y lo que importa es cmo, con quin y con qu nos relacionamos. El posthumanismo representa una crtica al esencialismo y al universalismo, propios del humanismo, al pensamiento binarista, y no considera al ser humano como un agente libre, sino como un producto de las fuerzas impersonales de la historia y la cultura y, por tanto, el ser humano conceptualizado en Occidente no puede hablar en nombre de un ser humano universal. El posthumanismo tiene 1 [Nota del editor] Trabajo traducido por primera vez al castellano para este nmero. Artculo original: Mart, J. (2022).Noves eines conceptuals per a un mn que canvia: el posthumanisme, en A. Vayreda & F. Nez (eds.), Humanisme i posthumanisme. Eines per a unes cincies humanes en moviment, (pp. 67-110), Barcelona: UOC. Traduccin al castellano: Diego Rodrguez Estrada. importantes consecuencias sociales, ya que implica una crtica a visiones sesgadas como las del etnocentrismo, eurocentrismo, androcentrismo y antropocentrismo. Palabras clave: Posthumanismo; Humanidades; Epistemologa. Tukuyshuk Posthumanismomi shuk yachay an kan, payka ishkay chunka patsak tukurik watakunamantami wiarimushka. Kay yachayka puntamanta humanismo yachay imashalla runakunamanta rimashka yuyaykunata kutin mushukyachin shina mishankapakmi shamushka nin. Posthumanismo yachayka ashtakatami riman imasha humanista yuyaykunata kay kawsaypi rikunahunchik shinallatak yanapan imashalla hamutanahunchik kay kawsayta, runakunatapash. Kay yachayka kay ishkay yuyaykunatami sinchiyachin, kalllaripika postantropocentrismo nishka yachayta alli yachahushpa shamun, katipika rikunkapak munan imashalla runakuna shuk shuk kawsaykunawan watarishka purinahukta. Postantropocentrismo nishpaka, mana runakunatallaka chawpipi churashpa hamutanchu, ashtawankarin imashalla kay runakuna shukkunawan tantanakushpa, pakta rimarishpa shamunahuktami rikun. Chaytami posthumanismo nishpa riksirin. Imasha runakuna shukkunawan kimirishpa purinahun, shinashpa kikinyari yachahuykunatapash ashtakata maskan. Shinami paykunapaka ninan alli kan yachankapak imashatak kikinyari wiarin, piwanta wiarin, imawanllatak shukkunawan kawsankapakka kimirinahunchik. Posthumanismo yachayka humanismopa hamutana ankunatallatami katimushka, chaykunami kan esencialismo, universalismo, shinallatak ishaytukushka yuyaykuna, maypi runakunata mana ankaylli shinaka rikushpa kan, ashtawanpash wiaykawsaymanta shamushka runakuna nishpami riksin. Chaymantami shuklla runaka mana tukuylla runakumanta rimay ushanchu ninmi. Posthumanismoka paypa yuyaykunawanlla ashtakami runakunapa kawsaypi nalliman yaykushkanka, wakinpikarin yapata panta rikushkanka paypa etnocentrismowan, eurocentrismwano mana kashpaka paypa androcentrismowanpash. Sinchilla shimikuna: Posthumanismo; Runakunapa yachaykuna; Sapi yachaykuna. Abstract Posthumanism is an intellectual movement that emerged in the late 20th century and seeks to overcome traditional humanistic views that include the conceptualization of the human being. It represents a critique of central aspects of humanistic thinking, especially those related to how reality and the human being are understood. The most important aspects that characterize it are post-anthropocentrism and the conceptualization of the human being not as an autonomous agent but situated in an intricate system of relations. Post-anthropocentrism implies not considering the human being as something above everything around them, which means recognizing the importance of relationships and the relationality inherent in posthumanism. The relationship is what gives rise to the identity of the self, and what matters is how, with whom, and with what we relate. Posthumanism represents a critique of essentialism, universalism inherent in humanism, binary thinking, and does not consider the human being as a free agent but rather as a product of impersonal forces of history and culture. Therefore, the human being cannot speak on behalf of a universal human being. Posthumanism has signicant social consequences, as it implies a critique of biased views such as ethnocentrism, Eurocentrism, or androcentrism. Keywords: Posthumanism; Humanities; Epistemology. 1. Introduccin El posthumanismo constituye una corriente intelectual surgida a nales del pasado siglo que ha tomado en las dos ltimas dcadas un fuerte empuje y se puede decir que hoy ya resuena en todo el conjunto de las ciencias sociales. Esta corriente se la ha de entender fundamentalmente como un intento de superar visiones propias del humanismo tradicional que no se consideran adecuadas para la poca actual, como, por ejemplo, la misma conceptualizacin del ser humano. El posthumanismo implica una deconstruccin de la condicin humana, cosa que, como iremos viendo a lo largo del texto, tiene asimismo importantes derivaciones ontolgicas y epistemolgicas. Los aspectos ms importantes que la caracterizan es el postantropocentrismo y el hecho de conceptualizar al ser humano no como un agente autnomo sino situado en un imbricado sistema de relaciones. El posthumanismo es la continuacin lgica de una estela de corrientes de pensamiento que, asumiendo argumentos de la crtica antihumanista, han estado marcados por el postestructuralismo, el posmodernismo y la postcolonialidad. Ha de quedar tambin claro que la crtica social que implica el posthumanismo se hace pensando en un primer momento hacia el humanismo que ha marcado la sociedad occidental y que no puede hablar, por tanto, en nombre de un ser humano universal. El prejo post de posthumanismo se puede interpretar de diferentes maneras, pero la principal idea que encierra es que representa una crtica a algunos aspectos centrales del pensamiento humanista, especialmente a aquellos que tienen que ver con cmo se entiende la realidad y el ser humano. Si estamos hablando de una ontologa diferente, forzosamente eso ha de tener repercusiones en cmo se aborda la indagacin sobre esta realidad. A esa visin que considera el ser humano el centro de la creacin, como sujeto para quien el resto de la creacin se constituye en objeto y que, adems, es plenamente autnomo e independiente, el posthumanismo le encara con su postantropocentrismo, el no-dualismo y la relacionalidad. El hecho de considerar al ser humano por encima de todo lo que le rodea, ya sea muerto o vivo, orgnico o inorgnico es antropocentrismo. Hoy, todos somos conscientes ya de las consecuencias, no nicamente desde el punto de vista terico sino especialmente del social, que implican visiones sesgadas como las del etnocentrismo, eurocentrismo o androcentrismo. Y el postantropocentrismo representa ir un paso ms all. El dualismo forma parte de nuestra manera de pensar y se expresa de manera ms explcita en el dualismo cartesiano con toda aquella serie de oposiciones que tanto ocupan a los investigadores: cuerpo/espritu, mujer/hombre, naturaleza/cultura, exterior/interior, etc. No podemos prescindir del dualismo, pero, cuando convenga, s que debemos saber relativizarlo reconociendo, por ejemplo, que la separacin objeto/sujeto no es nunca tan clara como el pensamiento binarista nos hace ver. Por tanto, es bueno distinguir el dualismo ontolgico del metodolgico (Mart, 2022). No se puede hacer ciencia sin efectuar distinciones y las distinciones tienen una base dualista. Pero el posthumanismo nos hace recordar que no podemos obviar lo que hay entre los dos polos de las oposiciones el entremedio y que de hecho es lo que hace que les podamos relacionar. La relacionalidad propia del posthumanismo es algo ya implicado en el postantropocentrismo y el no-dualismo. Se otorga mayor importancia a las relaciones que a las esencias. En aquel conocido libro Tener o ser, Erich Fromm abogaba que ms vale hablar en trminos de ser que de tener. Nos vena a decir que quin eres es mucho ms importante de lo que tienes. Sin embargo, armaciones como stas caen fcilmente en esencialismos. El posthumanismo alega que, ms all de querernos entender por lo que tenemos o lo que (pensamos que) somos, lo que es especialmente relevante es cmo, con quin y con qu nos relacionamos. Importante no es lo que se tiene, relevante no es lo que se es, sino la relacin, cmo nos relacionamos. De ah, por emergencia, surge la identidad del yo. Lo que dicen las ontologas relacionales es que being is relating (Puig de la Bellacasa, 2009, p. 309), es decir, que ser es relacionarse. El meollo del antihumanismo, un trmino acuado por el lsofo Louis Althusser, es que las ideas de hombre, naturaleza humana o humanidad tal como se entendan en el humanismo deban ser rechazadas, pues lejos de su pretendido universalismo eran histricamente contingentes y empapadas de ideologa. Althusser no consideraba al ser humano como agente libre sino como producto de las fuerzas impersonales histricas de la lucha de clases y la ideologa (Davies, 1997, p. 69). La nocin de atribuir a la humanidad una esencia universal era mera losofa metafsica para Heidegger. Foucault, en este sentido y desde su postestructuralismo, acababa su libro Les Mots et les Choses con estas palabras: Lhomme est une invention dont larchologie de notre pense montre aisment la date rcente. Et peut-tre la n prochaine (Foucault, 1966, p. 398)2. Ya a principios del siglo XX, el tan preciado ideal humanista de concebir al ser humano como racionalmente autnomo se iba desmoronando. Sigmund Freud derram un balde de agua fra cuando lleg a la conclusin de que son los deseos y la irracionalidad del inconsciente lo que le hace moverse. Las leyes impersonales del lenguaje planteadas por el estructuralista Ferdinand de Saussure o la idea de Karl Marx de entender al individuo enganchado a las relaciones de produccin contradecan tambin la pretendida autonoma del hombre (Davies, 1997, p. 70). Al mismo tiempo, importantes pilares del humanismo como la fe ciega en la racionalidad y el progreso tambin se tambaleaban. Con Althusser, que considera al ser humano como constituido por la sociedad y la 2 [Trad.]: El ser humano es una invencin cuya fecha de creacin reciente se muestra con facilidad en la arqueologa de nuestro pensamiento. Y quiz tambin su prximo n. ideologa, y Foucault, que le sumerge en el discurso, la idea humanista del hombre se borraba como un rostro hecho de arena con la llegada de las ondas en la playa (Foucault, 1966, p. 398). De hecho, la crtica feroz a los principios humanistas se ve inclusive desde Nietzsche para quien el humanismo no era sino una transformacin del viejo tesmo, su versin secular. La trascendencia que en principio se asociaba a Dios se haba transferido al hombre (Wolf, 2016, p. 66) pero las estructuras permanecan intactas. Con el antihumanismo desaparece la idea del sujeto humano que encuentra su nalidad en la historia; en realidad, la historia es un proceso sin sujeto (Soper, 1986, p. 12). Mientras que el humanismo ve en el individuo los fundamentos de la sociedad, para el antihumanismo el sujeto constituye un fenmeno derivado. Por tanto, las explicaciones sobre las realidades sociales habr que buscarlas en factores fuera del individuo que son los que posibilitan la implementacin (Rotheld, 1992, p. 834). No queda claro si el antihumanismo puede ofrecer un proyecto emancipador alternativo. Aqu es donde el posthumanismo entra en escena. Para Rosi Braidotti, el posthumanismo es la condicin histrica que marca el n de la oposicin entre humanismo y antihumanismo y designa un contexto discursivo diferente mirando de manera ms propositiva a nuevas alternativas (Braidotti, 2013, p. 37). As, como nos dice Francesca Ferrando en la introduccin de su libro Philosophical Posthumanism (2019, p. 2), podemos considerar al posthumanismo como una segunda generacin del postmodernismo. 2. Un enjambre de tendencias Alrededor del trmino posthumanismo titilan otros muy cercanos que pueden considerarse equivalentes, complementarios e incluso contradictorios. As, por ejemplo, se habla a menudo de transhumanismo como sinnimo de posthumanismo pero es importante saber distinguir entre estos dos trminos (Ferrando, 2013). El transhumanismo es aquella losofa que aboga por el uso de las tecnologas para superar las limitaciones biolgicas de los seres humanos. El trmino se emplea a partir de los aos 80 del siglo pasado. El movimiento transhumanista, a partir de la colaboracin entre cientcos y artistas, promueve la transformacin del ser humano para mejorar sus habilidades fsicas y mentales con innovaciones tecnolgicas. Se trata de superar todo aquello que se considera negativo como la estupidez, el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento o la muerte involuntaria3. Los 3 https://itp.uni-frankfurt.de/~gros/Mind2010/transhumanDeclaration.pdf [Fecha de consulta: 20 de diciembre del 2020]. 84 pensadores de este movimiento predicen que los seres humanos sern transformados mediante habilidades tan potenciadas que podrn ser denidos como posthumanos. El transhumanismo busca implementarse mediante la revolucin tecnolgica de la robtica, las nuevas tecnologas de la comunicacin, la protsica, las mquinas inteligentes, la nanotecnologa, la manipulacin gentica y las tecnologas de la vida articial. Se trata de una losofa de corte neoliberal basada en la creencia optimista del poder de la tecnologa para transformar positivamente la existencia de los individuos (Pepperell, 1995, p. 170). Pero, a diferencia del posthumanismo, este movimiento asume acrticamente la conceptualizacin y valores humanistas sobre la especie humana. De hecho, como escribi Tamar Sharon, el transhumanismo se ve como vencedor de valores humanistas (Sharon, 2014, p. 43). Para marcar de forma bien clara las diferencias entre el posthumanismo y el transhumanismo, hay quien, para el primero, preere utilizar trminos como posthumanismo losco, posthumanismo crtico o bien metahumanismo (Sorgner, 2013, p. 87). Dado que el posthumanismo, sin embargo, ya lleva implcita una base losca, es crtico por naturaleza y el prejo post ya indica un ms all, considero prescindibles estas alternativas terminolgicas. Aunque hablemos de posthumanismo en singular, de hecho, lo que podemos caracterizar como pensamiento posthumanista est conformado por diferentes corrientes intelectuales provenientes de los mbitos de las ciencias sociales y humanas. Muchas de aquellas corrientes proceden del llamado giro ontolgico de las humanidades, que aparece especialmente marcado en la antropologa (Holbraad y Pedersen, 2017). En este giro, se cuestiona la autoridad de las dicotomas elementales como naturaleza/cultura, individuo/sociedad y se presupone que lo que marca la alteridad son precisamente las diferentes ontologas o formas de entender la realidad y, junto con su deje postantropocntrico, constituye un catalizador esencial para la exploracin posthumanista (Cohen, 2018, p. 327). Tambin el giro afectivo conuye en el pensamiento posthumanista (Clough y Hallei, 2007). Lo que implica este giro es el otorgar un papel central a la nocin de afecto en el sentido de Spinoza y Deleuze4 para la vida social y cultural, en tanto que se interesa por superar las limitaciones de una comprensin excesivamente racionalizada de la accin humana (Leys, 2011, p. 436) intentando superar tambin dicotomas como social/natural, mente/cuerpo, cognitivo/afectivo, etc. (Blackman y Venn, 2010, p. 7). El giro afectivo conlleva poner en cuestin el hecho de que slo se otorgue importancia al pensamiento representacional. En el representacionalismo se 4 Cuando a partir del llamado giro afectivo se habla hoy de afecto se remite generalmente a la idea tal y como lo entenda el lsofo del siglo XVII Baruch Spinoza y que ha sido retomada por la losofa actual (Thrift, 2007, p. 13). En este sentido, con afecto nos referimos a aquella fuerza que uye entre cuerpos que hace que de una forma u otra se sientan afectados. El sentido del trmino va entonces ms all de cmo se le suele entender dentro del mbito psicolgico en el que se le asocia de forma predominante a la dimensin emocional del individuo. encuentra la idea implcita de que las representaciones y los objetos (sujetos, eventos o estados de cosas) que pretenden representar son independientes unos de otros (Barad, 2007, p. 28). En este sentido, la mente es el espejo de la naturaleza, aspecto donde se diferencia el posthumanismo (Barad, 2007, p. 136). De hecho, las teoras no-representacionales tambin forman parte del amplio espectro del posthumanismo (Thrift, 2007). Estas teoras nos aportan otras miradas posibles sobre todo lo que nos rodea. Nos hacen jar nuestra atencin en la vitalidad de todo lo que uye en nuestra vida cotidiana, en las mltiples interacciones que se producen. Intentan escapar de las frreas dicotomas con las que el pensamiento representacional suele entender la realidad siendo conscientes de que la vida humana y no humana se entretejen una con otra, borrando la clara distincin entre animado/inanimado, metafsico/material, agencial/no agencial (Vannini, s/d.). El pensamiento no-representacional pretende ir ms all de la dimensin cognitiva y reexiva otorgando la debida importancia a la dimensin afectiva de nuestras acciones. Las cosas nos interesan por lo que hacen ms que por lo que signican. En el pensamiento representacional lo que cuenta es el terreno de las explicaciones conscientes y reexivas. En el no-representacional se va ms all de la cognicin, la signicacin simblica y la textualidad (Vannini, 2015, p. 2). El pensamiento no representacional no siempre resulta fcil de expresar en palabras. El pensamiento representacional es, en trminos de Deleuze, sedentario, categrico, emite juicios (MacLure, 2013, p. 659) y ha sido la forma tradicional de entender la investigacin cientca. El representacionalismo parte de la idea de que la caracterstica denitoria de la ciencia constituye en producir representaciones de la naturaleza (Pickering, 1994, p. 413). El principal problema con el pensamiento representacional radica en todo lo que deja fuera de consideracin (Thrift, 2007). A ms de estas aportaciones tericas, el pensamiento posthumanista cuenta con las importantes contribuciones de la actor-network theory, la teora del actor red, surgida en el seno de los Science and Technology Studies que se caracteriza por focalizar su atencin en la relacionalidad, en las asociaciones entre entidades humanas y no humanas a partir de una ontologa plana5 (Latour, 2005); la corriente losca del Object-Oriented Ontology (Harman, 2018) tambin de carcter postantropocntrico dado su encuadre en la ontologa plana que parte de la base de la independencia y autonoma del objeto6; el realismo especulativo (Bryant, Srnicek 5 Una ontologa plana es aquella formada por individuos nicos y singulares que dieren en la escala espacio.temporal pero no en estatus ontolgico (DeLanda, 2002, p. 47). Esto tiene como consecuencias que los seres humanos no se ubican en el centro del ser sino que ya estn entre seres y que los objetos no constituyen un polo que se oponga a un sujeto sino que existen por derecho propio; los humanos, lejos de constituir una categora llamada sujeto que se opondra a un objeto son ellos mismos un tipo de objeto entre otros (Bryant, 2011, p. 245-46.) 6 Hay que entender el trmino objeto como Leibniz empleara mnada, como elemento ltimo de la realidad (Harman, 2018, p. 222). y Harman, 2011), las aportaciones de la losofa de la tecnologa (Verbeek, 2011); el perspectivismo (Viveros de Castro, 2010), una de las mayores contribuciones al giro ontolgico de la antropologa; la corriente feminista de los nuevos materialismos (Coole y Frost, 2010), as como tambin los estudios interespecies (Kirksey y Helmereich, 2010; Livingston y Puar, 2011). Adems, vale tener presente el trabajo intelectual del postcolonialismo (por ejemplo, Spivak, 1999) dado su inters en romper viejas ideas contenidas en el humanismo que tambin critica el posthumanismo. De hecho, hay quien piensa que el posthumanismo puede ser entendido como una extensin de los estudios postcoloniales o al menos una crtica a sus limitaciones ya que, al n y al cabo, tambin el postcolonialismo ha batallado para deconstruir los ideales humanistas eurocntricos, las formaciones jerrquicas y el antropocentrismo (Islam, 2016, p. 120). Resulta lgico pensar que la conuencia de estas diferentes corrientes bajo el paraguas posthumanista hace que no se pueda hablar de un cuerpo terico monoltico, como por otra parte sucede tambin con el mismo humanismo, sino que encontramos diferenciaciones que pueden ser ms o menos sutiles7, pero al menos el postantropocentrismo y el rechazo al tradicional binarismo cartesiano los encontraremos siempre presentes. 3. Ensamblajes Segn explica el lingista John Nist, el escritor Daniel Defoe, preocupado por el estado del idioma ingls de la poca, propuso que se considerase un crimen el acuamiento de nuevas palabras, al igual que lo era el acuamiento ilegal de monedas (De Landa, 2000, p. 233). Si la propuesta hubiera llegado a buen puerto y se hubiera generalizado, sera muy difcil hablar actualmente de posthumanismo. Gilles Deleuze, uno de los principales pensadores que han contribuido al desarrollo de esta nueva corriente terica, entenda bsicamente la losofa como generadora de conceptos (Deleuze y Guattari, 2021, p. 28) y animaba a crear nuevos. Los conceptos, deca, son centros de vibraciones (Deleuze y Guattari, 2021, p. 44), y si un concepto representa una mejora respecto a uno anterior es porque permite escuchar nuevas variaciones y resonancias desconocidas (Deleuze y Guattari, 2021, p. 48). Crear nuevos conceptos implica ver el mundo de manera diferente. El posthumanismo nos ofrece un conjunto de nuevos conceptos que se han convertido en grandes herramientas para la prctica de las ciencias sociales y humanas, y pueden contribuir a la generacin de lo que Deleuze llamaba lneas de fuga, es decir, movimientos de creatividad que al romper esquemas prejados nos llevan a explorar nuevos escenarios. Vase, por ejemplo, Lorimer, 2009, p. 345 y ss. Las principales caractersticas del posthumanismo las encontramos en el concepto de ensamblaje, concepto desarrollado por Deleuze y Guattari (1980), y sistematizado por Manuel de Landa (2006, 2016) y que ocupa un papel importante dentro de este movimiento terico. Entender este concepto constituye una buena puerta de entrada para el posthumanismo. Imaginmonos, por ejemplo, la atmsfera que se respira cuando nos encontramos en un aparcamiento subterrneo, a altas horas de la noche, con poca claridad y sin nadie a la vista. Es fcil que en esta situacin se sienta un cierto temor o intranquilidad. Las razones de este temor no se encuentran particularmente en cada uno de los diferentes elementos que intervienen en esta situacin sino que emerge a partir de la relacin que se establece entre el espacio oscuro y solitario que atravesamos y nuestro cuerpo, tanto en su dimensin fsica como tambin afectiva y cognitiva: el ruido de nuestros pasos solitarios como nico ruido en todo el recinto, la escasa iluminacin, las paredes grises e inhspitas del edicio, nuestro cansancio luego de una larga jornada, las ideas que nos hemos hecho sobre esta situacin que nos remiten a peligrosidad, el recuerdo de aquella pelcula donde el asesino estrangula a la vctima en una situacin similar... La angustia que podemos percibir no es ms que un producto emergente de la atmsfera que se respira. La atmsfera es un ensamblaje. Por qu la idea de atmsfera entendida como ensamblaje es postantropocntrica? Sencillamente, en ella se entiende al ser humano no en el centro, sino que constituye un elemento ms de los diversos que conuyen en la atmsfera en cuestin. Se funde la diferencia que habitualmente hacemos entre sujeto y objeto (Bille, Bjerregaard y Srensen, 2015, p. 32); se trata de algo objetivo que ota en el medio y al mismo tiempo, subjetivo pues la atmsfera se basa en la persona que lo experimenta (Bhme, 2017, p. 169). Y cualquiera de los elementos que constituyen el ensamblaje, sea de naturaleza humana o no, vehicula agencia8 o, en trminos spinozianos, es capaz de afectar. Una de las caractersticas bsicas de los ensamblajes es que son heterogneos. Se establecen conexiones entre elementos de la ms diversa naturaleza, seres orgnicos, inorgnicos, entidades sociales o ideas. Los ensamblajes son conjuntos caracterizados por relaciones de exterioridad. Es decir, estn compuestos por elementos auto subsistentes que se relacionan entre s de forma externa y no constituyen una unidad orgnica como podra ser un organismo animal. En nuestro ejemplo anterior, estamos hablando del cuerpo que camina por el parqueadero, la materialidad del edicio, las condiciones lumnicas, los temores que llevamos incorporados en el cuerpo, etc. 8 El posthumanismo no entiende a la agencia como atributo nicamente humano. Al respecto vase Mart, 2016, pp. 39-41. 88 La idea de ensamblaje es, entonces, postantropocntrica, otorga importancia al pensamiento no-dualista y como la misma denominacin indica se debe a la relacionalidad. La palabra ensamblaje nos seala la idea de reunir o poner en contacto distintos elementos. Pero no se trata solo de eso. En un ensamblaje, sus distintos elementos se encuentran dentro de un proceso complejo y dinmico a travs del cual las propiedades que emergen exceden las de sus elementos constitutivos. En este sentido, los fenmenos no existen como elementos discretos denidos por cualidades esenciales intrnsecas, sino que emergen a partir de las interacciones o mejor dicho intra-acciones9 con mltiples elementos. En un ensamblaje se produce la disolucin de agencia y estructura y, dado que estas conexiones son socio-materiales, se puede decir que se supera con este planteamiento la dicotoma naturaleza/cultura (Bennett, 2010, p. 24; Barad, 1996, p. 188). En el posthumanismo, la unidad de anlisis no toma como punto de partida al agente humano, sino que lo que cuenta es el ensamblaje. En el centro del concepto de ensamblaje encontramos dos ideas bsicas: el rechazo de la unidad a favor de la multiplicidad y el rechazo de las esencias a favor de los eventos. Con ello, la fuerza terica de los ensamblajes radica en que constituyen una alternativa a la lgica de las esencias (Nail, 2017, p. 23). La realidad se capta de manera muy diferente cuando lo que ven nuestros ojos son elementos discretos, cada uno con su esencia implcita, de cuando los consideramos como productos emergentes resultado de profundas interacciones entre diferentes elementos. En todo ensamblaje, lo verdaderamente importante siguiendo a Deleuze no es lo que son los cuerpos10, cosas o instituciones sociales, sino las capacidades de accin, interaccin, sentimiento y deseo producidos en cuerpos o grupos de cuerpos por ujos afectivos (Fox y Alldred, 2015, p. 402). Cuando hablamos de ensamblaje no nos referimos a una simple conguracin, sino que esta nocin lleva implcita la idea de movimiento y conectividad, de agencia procesual. En el caso del ensamblaje, hablamos de articulacin entre partes que lo componen; una articulacin que, sin embargo, cambia constantemente creando as nuevas unidades o identidades (Wise, 2005, p. 83). En el caso de la pandemia del Covid-19, por ejemplo, podemos entender la obligatoriedad del uso de la mascarilla en situaciones de interaccin social y la persona que la lleva como ensamblaje. La persona-con-mascarilla que emerge en este ensamblaje no es lo mismo que la persona sin ella. El rostro con una parte 9 Karen Barad distingue intra-accin de interaccin. Cuando hablamos de interaccin nos referimos a una relacin entre dos agencias preconstituidas antes de iniciar la interaccin. La intra-accin, en cambio, implica la mutua constitucin de agencias que emergen mediante su intra-accin (Barad, 2007, p. 33). 10 Los cuerpos en sentido deleuziano son de cualquier naturaleza: qumica, biolgica, social, poltica, etc.; no son el lugar donde actan las fuerzas sino la produccin emergente de las interacciones de estas fuerzas. Toda relacin de fuerzas constituye un cuerpo (Deleuze, 1962, p. 45). importante que oculta, las alternativas de expresarse corporalmente cuando, por ejemplo, no nos permite ver si sonremos o no, la incomodidad fsica de llevarla, especialmente cuando hace calor, la tranquilidad que podemos sentir o la de nuestros interlocutores por reducir las posibilidades de contagio, la satisfaccin de saber que estamos cumpliendo con la ley de llevarla o el enfado de la imposicin, etc. Pero en los ensamblajes no importa la escala. Tambin se puede entender todo lo referente a la pandemia del Covid-19 como un inmenso y complejo ensamblaje, en el que son innumerables los elementos que podemos detectar: los virus, los infectados, los medicamentos, las vacunas, los centros hospitalarios, los profesionales sanitarios, las mascarillas, la sealtica urbana con nalidad prolctica, los miedos, el negacionismo, las prdidas econmicas de unos y los benecios de otros... La pandemia ha tenido incluso efectos directos sobre el medio ambiente. Decimos que los ensamblajes son relacionales porque por denicin establecen relaciones entre distintos elementos. Dado que estas relaciones son de exterioridad, esto implica que cualquier parte que compone el ensamblaje se puede separar e incorporar en un diferente ensamblaje en el que las interacciones son diferentes (De Landa, 2006, p. 10). Tomemos el ejemplo anterior de la mascarilla. Esta pieza de indumentaria constituye casi un cono de lo que es la pandemia. Pero como elemento forma parte tambin de otros ensamblajes: el de productores de mascarillas, el constituido por el conjunto de desechos que encontramos por las calles y que recogen los servicios de limpieza, el propio de los servicios tcnicos de los gobiernos que determinan las caractersticas que deben tener los productos del mbito sanitario, etc. Un ensamblaje no se ha de entender como una mera representacin de la realidad, sino que se producen sentidos que van ms all de los elementos tomados por separado. Estos sentidos se producen por emergencia. As, por ejemplo, imaginmonos los momentos ms duros de la pandemia en los que muchos centros sanitarios admitan pocos usuarios por el temor al contagio. Cuando llegbamos, justo al entrar se ponan productos desinfectantes a disposicin de todos. Nos encontrbamos con pasillos vacos cuando en otros tiempos eran un continuo ir y venir de gente. En todas las instalaciones haba carteles, recordando el uso obligatorio de llevar mascarilla, sealando la importancia de guardar distancia. Los asientos estaban sealados con marcas para garantizar espacios vacos. Se destilaba una frialdad que contrastaba con aquellas ocasiones en las que el apretujo de pacientes en espera no haca slo que los cuerpos estuvieran codo con codo, sino que las conversaciones uyeran. En aquellos espacios callados se atisbaba fcilmente el temor que poda sentir mucha gente de ser infectada. Todo esto generaba una atmsfera particular que toda persona poda percibir fcilmente en su cuerpo. Esta atmsfera se produca por emergencia, a partir de la intra-accin con los distintos elementos concurrentes. Cuando decimos que se establecen conexiones es porque todos esos elementos se afectan entre s. De hecho, los ensamblajes crean territorios. Un ensamblaje se puede conceptualizar como un territorio producido por los afectos entre relaciones que se encuentran en un ujo constante. Algunos de estos afectos estabilizan el ensamblaje, otros lo desestabilizan o desterritorializan (Fox y Alldred, 2015, p. 401), de manera que estos territorios se encuentran en transformaciones constantes. Las entidades heterogneas que conguran el ensamblaje interactan en un momento determinado, de la misma manera que pueden dejar de interactuar. Un ensamblaje puede ser efmero, impredecible; es dinmico, no esttico. Cabe hacer una distincin entre propiedades y capacidades. Las propiedades son las caractersticas reales y actualizadas de una cosa. Las capacidades, en cambio, son tambin reales, pero no han de estar forzosamente actualizadas. En palabras de Manuel DeLanda, mientras que las propiedades se pueden especicar de forma independiente, las capacidades de afectar se entienden en relacin a las capacidades de ser afectado (DeLanda, 2011, p. 4). As, por ejemplo, las propiedades de una taza de barro son las propias del material, de la forma, etc. Una de sus capacidades es la de contener lquido. La taza afecta el lquido impidiendo que se derrame o lo que es lo mismo, el lquido tiene la capacidad de dejarse afectar por las paredes de la taza. Pero existen muchas ms capacidades virtuales, es decir no actualizadas, pero que, en un momento dado, dependiendo del ensamblaje en cuestin, se pueden actualizar. Una taza, por ejemplo, puede servir de recuerdo de un viaje al extranjero; o en un momento dado puede impedir que a una hoja de papel se la lleve el viento; o puede servir de proyectil mortfero en un arrebato repentino. Las capacidades pues dependern del ensamblaje del que participe la taza y son por tanto inabarcable. Esto no quiere decir que sean innitas. Una taza de barro no tendr la capacidad de otar en el agua. El conjunto de capacidades actualizadas o virtuales forma lo que Manuel DeLanda denomina espacios de posibilidad, la estructura de los cuales es importante para explicar los fenmenos emergentes (DeLanda, 2011, p.5). 4. Molar y molecular La distincin que encontramos en la losofa de Deleuze y Guattari entre la dimensin molar y la molecular es especialmente til para la investigacin en humanidades. Se habla de la dimensin molar en el sentido de un todo identicable, como un organismo o sociedad en el que entendemos que existen relaciones estables y homogeneizadas. Se trata de un todo orgnico, unicado y claramente distinguible de su entorno. La molaridad se reere a la distribucin de una realidad en categoras jas, formas estables de organizacin. Molecular, en cambio, hace alusin a conjuntos formados por elementos relacionados no rgidamente sino con lmites uctuantes. El trmino molecular no tiene nada que ver con la molcula en el sentido fsico y lo que se pretende con este concepto es la deconstruccin de jerarquas. Molar y molecular son dos diferentes ngulos desde los cuales se puede enfocar un mismo fenmeno (Deleuze y Guattari, 1972). Deleuze emplea tambin los trminos de lneas de segmentacin dura y de segmentacin maleable, la primera, a la dimensin molar y la segunda, a la molecular, correspondientemente. Una antropologa posthumanista ve la necesidad de prestar la debida atencin a la dimensin molecular. Pretender conocer una sociedad nicamente a travs de las lneas de segmentacin duras, las estructuras, es lo que Seixas Themudo denomina empirismo vulgar (Seixas Themudo, 2005, p. 145). Podemos aplicar esta diferenciacin, por ejemplo, en la problemtica del racismo. Existe un racismo que se expresa a partir de segmentaciones duras. Claros ejemplos los tenemos en las leyes raciales que hasta no hace mucho tiempo todava imperaban en pases como los EEUU o Sudfrica. Tambin los encontramos actualmente e incluso en pases europeos con discursos xenfobos de la extrema derecha, adems de prcticas consolidadas en temas como, por ejemplo, los alquileres de viviendas, los controles de la polica o en la entrada de discotecas en los que a menudo se discrimina a determinadas personas por sus orgenes. Sin embargo, puede que uno no se identique explcitamente con la dimensin molar del racismo, pero a nivel molecular se mueva en una mentalidad racista. Entendemos por mentalidad una forma de conciencia moldeada por las percepciones, actitudes y valores de los miembros de una sociedad (Pigem, 1994, p. 10). Una buena pista nos la proporciona lo que se ha dicho alguna vez sobre la expresin yo no soy racista, pero... No compartir presupuestos explcitamente racistas no excluye que muchos de nuestros comportamientos puedan entenderse como racistas. Esto lo vemos tambin claramente con los llamados micro racismos. En un trabajo realizado aos antes sobre la poblacin ecuatoguineana residente en Barcelona11 se me deca que son muy frecuentes los comentarios que chicos y chicas negras reciben en relacin al color de la piel o textura del cabello. Por qu tomas el sol si no te puedes poner morena?, o ests a oscuras y slo se te ve el blanco de los ojos, comentarios que no forzosamente estn hechos con la intencin de herir o discriminar pero que duelen a quien los recibe. Y si duelen no es slo porque marcan diferencias. En el caso de la poblacin de piel negra existe un factor importante que debe aadirse a su diferencialidad en relacin a la blanca y que, en realidad, es la principal razn del problema. No se la ve slo diferente, sino que tambin constituye un reejo o manifestacin corporeizada de 11 Se trata del proyecto: Presentaci social del cos: Guineo-equatorians a Barcelona [Presentacin social del cuerpo: Guineo-ecuatorianos en Barcelona], ICA/IPEC, realizado bajo mi direccin. Los datos empricos procedentes de la Ciudad de Barcelona fueron recogidas por Laura Porzio y Michelle Soares. todo un imaginario colectivo que identica al negro africano con pobreza, miseria, salvajismo, subalternidad o esclavitud. La poblacin de origen asitico en Catalua se indigna cuando se la encasilla bajo la etiqueta de raza amarilla algo que todava hoy es relativamente habitual en discursos mdicos. Estas lneas de segmentacin maleable son substancia necesaria para que las grandes estructuras del racismo existan y sigan activas. Es lo mismo que sucede con el poder. Para que un poder sea efectivo no basta con que emane del centro. Solo funciona si se constituye en una red na a partir de lneas de consistencia molecular (Seixas Themudo, 2005, p. 149). La dimensin molecular puede tanto reforzar como debilitar la dimensin molar. Cuando Flix Guattari (2017) habla de revolucin molecular se reere precisamente a esa revolucin que se forma a partir de esta na red de carcter molecular. 5. El Entremedio El posthumanismo se caracteriza, entre otras cosas, por otorgar mayor importancia a las relaciones que a las esencias. En estas relaciones se puede detectar un in-between o entremedio en el que otan tensiones, se producen diferencias (en el sentido deleuziano del trmino) y ambigedades. El entremedio, como se entiende en este texto, es aquel, tanto en el mbito discursivo como en el de las materialidades, que se encuentra en medio de dos elementos relacionados, de cualquier naturaleza, como por ejemplo y muy especialmente, en todo lo que la prctica cientca sita entre los dos polos de una dicotoma. Se trata de un concepto uido que alude al estado transitorio del devenir. En nuestros anlisis, generalmente este espacio intersticial se pierde a causa de la ontologa de corte dualista en la que enmarcamos nuestro pensamiento. Pero el inters de explorar la dimensin epistemolgica del entremedio resulta evidente. Estos espacios cargados de ambigedades cobijan campos de posibilidades de los que pueden emerger lneas de escape relevantes para la investigacin. De hecho, en estos espacios, pueden surgir diferentes modos de ser que no se ajustan a categoras existentes (Ansems de Vries, 2014, p. 127). Y la gran ganancia que representa pensar en trminos del entremedio, como herramienta conceptual posthumanista, es precisamente que ayuda a diluir o relativizar los binarismos que agarrotan nuestras investigaciones. Transicin, contraste, relacin, diferencia, repercusin, ambigedad son hechos de los que se habla a menudo en las ciencias sociales y humanas. Son trminos que presuponen la existencia de dos o ms situaciones, estados u objetos. Uno se convierte en otro, se diferencian, se relacionan entre ellos. A veces, a los entremedios les prestamos poca atencin, especialmente cuando hablamos de identidades, preferimos ignorarlos dado que pueden resultar incmodos y difciles de precisar. En el mbito literario y, de forma ms pronunciada, cuando se convierte en argumento cinematogrco, se ve de forma clara en la manera en que se presentan los personajes de forma polarizada: el bueno y el malo. En argumentos planos, el bueno es muy bueno y lo mismo, pero a la inversa, ocurre con el malvado. No hay vuelta de hoja. El espectador se identica instantneamente con ese personaje que abarca todas las virtudes y slo espera que pueda acabar aplastando a su antagonista que incorpora todo lo que resulta odioso a la especie humana. En argumentos ms elaborados, al que se presenta en ocasiones como el asesino despiadado resulta que tambin se le otorgan buenos sentimientos. Es un hombre que ama hasta el delirio a su hija, es el y noble con sus amigos, mima con delicadeza a su perro, es capaz de llorar cuando despide a su padre en el momento de la muerte... Hasta qu punto esto no rompe la dualidad que se establece entre el hroe y el antihroe? Entre los muchsimos ejemplos que podramos mencionar, me viene a la mente la pelcula de 1957, The Midnight Story (ttulo traducido al espaol como El rastro del asesino) dirigida por Joseph Pevney y protagonizada, entre otros, por un joven Tony Curtis en la que ni el polica es siempre el polica que debera ser, ni el asesino es tampoco un malhechor. Al romper el clsico dualismo, el espectador nunca acaba de tener del todo claro cmo alinea los sentimientos que la visin del lme le generan. Todo esto que encontramos en medio de las dos polaridades bueno/malo es capaz de romper esquemas. En el caso de las dicotomas, el in-between es aquel tramo del continuum donde no encontramos ni lo uno ni lo otro, donde puede reinar la ambigedad. En nuestros anlisis, generalmente este espacio se pierde a causa de la ontologa de corte dualista en la que enmarcamos nuestro pensamiento. Este dualismo esconde fcilmente todo lo que se encuentra entre los dos polos que se establecen. Siempre hay algo que escapa con el binarismo (Deleuze y Guattari, 1980, p. 356). Este tipo de pensamiento, tan importante para las metodologas de investigacin, pone lmites a lo que se concede el derecho a existir (Manning, 2013, p. 1). Entre la noche y el da, por ejemplo, hay una graduacin sutil de intensidades lumnicas, momentos concretos de la luz, que no pueden atribuirse ntidamente ni a la noche ni al da. Es el entremedio. En ocasiones podremos darnos por satisfechos con el blanco y el negro. Una antropologa sutil pedir sin embargo a menudo la exploracin de estos espacios. Todas las relaciones dicotmicas tienen un in-between en el cual encontramos tensiones, donde se producen diferencias, diferencias no en el sentido tradicional de la palabra que se basa en las nociones de ausencia y similitud, identidad y analogas las cuatro cadenas de las cuales nos hablaba Deleuze (vase MacLure, 2013, p. 659), es decir esencias, sino la manera deleuziana del concepto, diferencia entendida por s misma como la fuerza productiva de diferenciacin en un plano inmanente, como aquella fuerza armativa que produce el mundo (Crellin y Harris, 2021, p. 472) o un abanico de posibilidades. No se trata de aquella nocin de diferencia que se aferra a las deniciones normativas en las cuales las cosas son categorizadas en trminos de algo que est o que falta. La idea deleuziana otorga una atencin ms grande a la diversidad o a la diferencia denida dentro de s misma, a la gama de posibilidades ms que a la media (Bickle, 2020, pp. 202-203). La nocin de in-between liga bien con la de milieu, como la conocemos de la mecnica newtoniana: el ter como un concepto relacional que alude a las fuerzas que actan en el in-between de los cuerpos (Ansems de Vries, 2014, p. 28). Tambin resuena en el concepto de aidagara del lsofo japons Tetsuro Watsuji que adscriba al mbito de la intersubjetividad o interrelacin humana. Se trata de aquel entre-medio o campo de posibilidades en el cual los individuos coexisten, comunican y conguran diferentes maneras de relacionarse entre ellos y construyen una comunidad interactiva (Krueger, 2019, p.166). Sera lo que encontramos en el entre-medio de la dicotoma individuo/ sociedad. Y en este contexto, tambin cabe mencionar a Homi Bhabha, interesado por las identidades, el cual nos hablaba de los terceros espacios, aquellos espacios intersticiales, entre-medios que desarrollan y desplazan la lgica binaria mediante la cual suelen construirse las identidades de la diferencia; es decir, negro/blanco, yo/ otro (Bhabha, 2002, p. 20), y que se corresponderan con entrelugares del antroplogo brasileo Joao Batista de Almeida Costa (2003). La idea de entremedio es bastante generosa como para poder aplicarla en diferentes dimensiones de la realidad. La forma ms simple de entender la nocin de entre-medio son todos aquellos estadios que se encuentran entre dos polos entendidos en oposicin. El ciborg constituye el in-between de ser humano y mquina, orgnico e inorgnico, biolgico y tecnolgico, natural y articial, realidad y ccin, poder y deseo (Sotirin, 2005, p. 101). El ciborg se encuentra en los in.betweens de estas oposiciones. Pensemos tambin, por ejemplo, en la dicotoma rural/urbano, una conceptualizacin clsica en el mundo de las ciencias sociales y humanas. En la realidad actual de las sociedades postindustriales, esta dicotoma ayuda a pensar o ms bien enmascara la realidad? Ya hace algn tiempo que la mejora de infraestructuras ha permitido la intensicacin de movilidad entre campo o ciudad. Esto hace que se hayan creado ciudades dormitorio en entornos previamente considerados como rurales, que se viva en el campo, pero trabaje en la ciudad, que se trabaje en el campo pero que cada sbado por la noche se la pase en una discoteca de la ciudad ms cercana. En el campo y en la ciudad hemos mirado los mismos canales de televisin desde hace ya muchas dcadas y el desarrollo de las nuevas tecnologas de comunicacin ayudan a ablandar an ms las diferencias campo/ciudad. Por otro lado, no se puede negar tampoco que en determinados barrios de grandes ciudades como Barcelona no se pueda vivir un cierto ambiente de pueblo12. El contraste campo/ciudad que 12 Esto se arma, por ejemplo, de la Clota, o de algunos lugares del barrio de Grcia. poda existir todava a mediados del siglo XX nada tiene que ver con lo que hay en la actualidad. El continuum que se encuentra entre los dos polos de estas oposiciones est relleno de ujos que restan intensidad a los extremos y es en las intersecciones de estos ujos donde el da a da del hecho social se materializa: These in-between states defy the established modes of theoretical representation because they are zigzagging, not linear and process-oriented, not concept-driven (Braidotti, 2013, p. 164)13. Otro ejemplo en el que la nocin de entremedio se hace imprescindible es el de las atmsferas, un fenmeno que se encuentra claramente entre sujeto y objeto. Una atmsfera es ese algo que ota en el ambiente. Se siente en el cuerpo, pero tambin fuera. Es impersonal cuando forma parte de situaciones colectivas, pero puede sentirse como algo intensamente personal (Anderson, 2009, p.80). No existe situacin que no genere su propia atmsfera. Sentimos la atmsfera cuando transitamos por los pasillos de un hospital, cuando nos movemos entre las paradas de un mercado bullicioso, cuando nos encontramos de visita en una casa diferente a la nuestra Una atmsfera emerge del conjunto de ujos afectivos generados por cuerpos de muy distinta naturaleza al compartir un espacio y momento determinados. Es lo que al penetrar un lugar concreto nos hace sentir, aunque sea de forma vaga e indeterminada, una sensacin de placidez, serenidad, bienestar, desasosiego, incomodidad, estupor, susto, ilusin La nocin de atmsfera, siendo fundamentalmente de ndole relacional, asume ideas de semblante no representacional como las relativas al afecto -en el sentido spinoziano- y al ensamblaje, tambin no-dualista; y, asimismo, reta al pensamiento dualista que distingue entre sujeto y objeto, pues al situarse entre ambos rompe esta dicotoma. No puede decirse que las atmsferas sean algo intrnsecamente externo ni intrnsecamente interno al ser humano. Se trata de aquel estar entre (in-betweenness) sujeto y objeto y que, en el caso concreto de las atmsferas, tan importante es para entender lo que es la experiencia emocional y sensorial (Bille, Bjerregaard y Srensen, 2015, p. 32). En palabras de Vadn y Torvinen, una atmsfera es a la vez casi.objetiva y casi-subjetiva, pues si, por un lado, es parcialmente intersubjetiva y no voluntaria, por el otro, es subjetiva en el sentido que se experimenta y no se puede medir objetivamente, como por otra parte podramos hacerlo con la temperatura (Vadn y Torvinen, 2014, p. 213). En la atmsfera, individual and environment, matter and mind, body and self, discourse and feeling, are no longer opposites but are fused into seamless continuums (Riedel, 2020, p. 13)14. 13 [Trad.]: Estos espacios entremedio desafan a los modelos establecidos de representacin terica, ya que son zigzagueantes, no lineales, orientados en el proceso y no conceptualmente predeterminados. 14 [Trad.]: el individuo y el medio, la materia y la mente, el cuerpo y el yo, el discurso y el sentimiento, ya no son opuestos, se fusionan en continuos sin suras. El entremedio no es un mero entre contrastivo entre A y B. En un in-between se genera algo, se transforman cosas no previamente dadas (Ingold, 2015, p. 147) que el pensamiento oposicional, incrustado en una ontologa dualista nos hace pasar por alto. La nocin de entremedio presupone no nicamente una deconstruccin de dualidades como veamos en el caso del postmodernismo derridiano sino una suspensin de estas, una experiencia no-dual. Tal como Tim Ingold escribe, un in-between no es nicamente un puente que une. Esto sera el entre. Mientras que un entre expresa un mundo dividido entre dos partes a las que une tal y como puede hacer un puente o el eslabn de una cadena, el entremedio es un movimiento de generacin y disolucin en un mundo de devenires donde las cosas no estn todava claramente dadas (Ingold, 2015, p. 147). Estos in-betweens son, de hecho, procesos experienciales no-duales y son importantes para una metodologa posthumanista de la investigacin, dada la importancia que esta corriente otorga al no-dualismo. Mientras que el dualismo determina slo lmites absolutos, los lmites predicados por el no-dualismo separan, pero tambin conectan (Evens, 2008, p. 2). The in between provides a way to escape the methodological essentialism that continues to dominate Western logic; the relentless search for the singular and true nature of things; the desire for certainty, for dividing the world into this or that (one xed essence separated from another). (Basu, 2017, p. 2)15 Este entremedio se puede entender de diferentes maneras y, segn la dimensin a la cual apliquemos esta nocin en la dimensin discursiva o en la que tiene que ver con las materialidades, puede ser ms o menos sutil, pero siempre nos ayuda a deconstruir visiones polarizadas. As lo hacemos, por ejemplo, cuando deconstruimos la dicotoma hombre/mujer, todo lo que se encuentra en medio nos ayuda a ver la futilidad de estas categoras ideales, construidas, y nos muestra que la realidad sexo-genrica es mucho ms rica de lo que pretende esta categorizacin. Pero tambin, a nivel material como cuando hablamos de afecto, dado que los ujos afectivos, ya por denicin, los localizamos en el medio relacional de campos de interaccin. En estos entremedios ocurren cosas y eso nos lo muestran, por ejemplo, los estudios sobre las atmsferas. Incluso puede hablarse de un objeto entremedio como hace John Picton cuando trata una mscara de los ebira en Nigeria, un artefacto insertado en una compleja red de ideas y prcticas que hacen que pueda ser considerado entretenido, sanador o incluso atemorizador (Picton, 2017, p. 81). Esta mscara ejemplica un entremedio ontolgico (Basu, 2017, p. 6). 15 [Trad.]: El entremedio proporciona una manera de escapar del esencialismo metodolgico que sigue dominando la lgica occidental; la bsqueda implacable de la naturaleza singular y verdadera de las cosas; el deseo de certeza, de dividir el mundo en esto o aquello (una esencia ja separada de otra). Un entremedio puede parecer en ocasiones algo vaco, pero es precisamente lo que permite y dota de sentidos a una relacin. Pensemos en los silencios que puede realizar un orador. Un silencio largo antes de proferir su frase le proporciona mayor intensidad, ms potencia. En la msica despus de un rallentando se puede producir una pausa, luego los sonidos arrancan de nuevo con fuerza, es el in-between que contribuye a la tensin con la que experimentamos este reempuje. Al igual que los sonidos, las notas requieren de ese espacio para que cobren sentido. Esto, los japoneses lo conocen bien con su nocin del ma de origen budista, ese entremedio que se encuentra entre dos o ms cosas que existen en una continuidad. 6. Pensar en trminos de ujos: la msica como un ejemplo El trmino ujo aparece a menudo en la literatura de carcter posthumanista y si es as, es porque encierra un cierto potencial epistemolgico. Invita a pensar. Antes, al hablar de ensamblajes decamos que se constituyen por ujos agenciales que se producen entre los elementos que los componen. Podemos aplicar la idea de ujo a algo tan cotidiano como es la msica. Posiblemente tenga ventajas el hecho de concebirla primariamente como ujo. Si, como dijo el lsofo Alfred N. Whitehead, la realidad existente est compuesta de organismos que perduran mediante el uir de las cosas, la msica es simplemente un aspecto ms de esa realidad (Whitehead, 1978, p. 208). En principio, podemos entender la msica como un ujo snico creado y/o percibido con nes estticos pero que puede desempear funciones que van mucho ms all de estos nes, un ujo snico que nos afecta (Mart, 2019, p. 163). Entendindola de esta manera: 1. Se tiene en cuenta la materialidad de la msica, algo que en ocasiones se olvida. Se trata de esa materialidad por la cual sentimos resonar nuestros cuerpos ante la msica y que tanto puede proporcionar placer como ser una herramienta de tortura. 2. Nos invita a esquivar la idea de la obra de arte como estructura y considerarla ms bien como una potencialmente innita concatenacin de mltiples componentes que capturan a la audiencia (Bertetto, 2017, p. 796). Tal y como acertadamente escribi Ulrich Hannerz, pensar en trminos de ujos nos libera de la necesidad de tener que pensar en sustancias susceptibles de ser depositadas en botellas (Hannerz, 1997, p. 14). 3. La idea de ujo se asigna a ese tipo de procesos caracterizados por la actividad, volatilidad, auto-creacin, productividad e impredecibilidad (Kontturi, 2012, p. 24). 4. Desde el punto de vista epistemolgico, la nocin de ujo no se ha de entender como meras conexiones entre objetos o movimientos entre personas y cosas, ni como una red de relaciones (Krause et al., 2014, p. 89). Se trata de un desafo a sus distinciones categricas. 5. Un ujo no es un mero discurrir, es una fuerza que afecta. Hablamos de una fuerza, no de poder, pero esta fuerza puede ser domesticada y en su caso ejercer poder (Massumi, 1992, p. 6). Esto sucede tambin con la msica. Habitualmente hablamos de compositores, de obras musicales concretas, de gneros o estilos musicales bien determinados. Es una manera que tenemos para referirnos a las mltiples posibilidades en las cuales se maniesta el hecho musical. Pero de hecho, todas estas categorizaciones no son otra cosa que reicaciones de ujos snicos a los que otorgamos cualidades estticas. Las categorizaciones implican siempre el peligro de reicar, es decir, ver el mundo a travs de categoras abstractas y confundir stas con la misma realidad (Bai, 2003, p. 46). Por eso Deleuze aboga por rehuir deniciones de los cuerpos basadas en la especie a la que pertenecen y, en cambio, buscar descripciones de los afectos de los que son capaces (Lara, 2015, p. 21). Pensemos en un ejemplo de una pieza musical cualquiera. Est constituida por un ujo snico, ondas que se desplazan por el espacio transportando energa. Este ujo no es algo uniforme y estable como puede ser el sonido que emite el monitor de una unidad de cuidados intensivos cuando anuncia la muerte del paciente, sino que se metamorfosea constantemente en su discurrir, no es siempre el mismo. Es esto a lo que nos referimos cuando se habla de los ujos como procesos caracterizados por la actividad, volatilidad, auto creacin, productividad e impredecibilidad. En este ujo podemos apreciar distintas propiedades: -La textura, que puede ser ms limpia o clara, uniforme o rugosa. Esto se corresponde a lo que Roland Barthes llamaba el grano de la voz (Barthes, 1997, p. 179). -El tempo, el ritmo y el volumen, cualidades ya bien categorizadas cuando hablamos de msica y a las que deberamos aadir la frecuencia. -La intensidad. Entiendo este parmetro como la capacidad de afectacin. La intensidad se produce por contrastes; es algo que no puede conceptualizarse como algo divisible, a diferencia de las magnitudes extensivas como el tempo y el ritmo. Las intensidades son uctuaciones, pero es algo que emerge no slo a partir del ujo snico, sino que la realidad de su materializacin se actualiza mediante los ujos agenciales que se generan dentro del ensamblaje que tambin encierra al oyente. -La viscosidad. Este parmetro tiene que ver con la densidad del ujo. Timothy Morton hace mencin a la viscosidad de los objetos. Al hablar de los hiperobjetos, nos dice que son viscosos, se enganchan, son pegadizos, ms pegajosos que el aceite y no podemos sacudirlos fcilmente de encima (Morton, 2013, p. 180). Son las propiedades de la viscosidad. La viscosidad de un lquido puede cambiar segn las condiciones, como la temperatura y la presin, y esto tambin es de aplicacin cuando hablamos de ujos snicos; su viscosidad no es independiente de las caractersticas del ensamblaje en el que se produzcan. Esto aplicado a los ujos snicos lo vemos en esa tonada pegajosa que como si fuera un Ohrwurm, un gusano en la oreja, no podemos quitrnosla de la cabeza, un ujo snico de extrema viscosidad. La idea de ujo se entiende perfectamente bien al pensar la msica. Esto tambin nos sirve para entender lo que son y sobre todo lo que hacen los ujos en un mbito ms general. 7. Entre especies Lo que nos aporta el posthumanismo no es slo una visin ontolgica y a la vez epistemolgica caracterstica, sino que, bajo su paraguas, han surgido tambin o se han visto impulsados nuevos mbitos de investigacin como son los ya anteriormente mencionados estudios interespecies o multiespecies. Estos nuevos mbitos aportan recursos para interrogarnos sobre lo que signica el ser humano a partir de otra perspectiva, mediante su relacin con los no-humanos (Domnguez Rubio, 2008, p. 63). La antropologa ha tenido siempre que contar con la interaccin del ser humano con otras especies, animales o vegetales (agricultura, recoleccin, caza, domesticacin, etc.), pero en el caso de los estudios multiespecies cambia la orientacin terica, especialmente en el nfasis para entender al ser humano como un producto emergente a partir de sus relaciones con otras especies (Ogden, Hall y Tanita, 2013, p. 6). Segn Karen Barad, podemos considerar a los seres humanos como fenmenos emergentes, igual que todos los otros sistemas fsicos. Es a travs de intra-acciones especcas que emerge un sentido diferencial del ser con lmites y propiedades determinadas (Barad, 2007, p. 338). De esta manera, podemos entender al ser humano no como una realidad biocultural y autnoma ya dada, sino en un constante devenir mediante su participacin en ensamblajes con otros seres vivos que son considerados actantes16 y, por tanto, con capacidad de agencia. Tal como escriba Deborah Bird Rose, convertirse en humano constituye un proyecto colaborativo entre especies. Devenimos lo que somos en compaa de otros seres, no estamos solos (citada en Ogden, Hall y Tanita, 2013, p. 14). Es la idea expresada por Haraway segn la cual, en lugar de vernos a nosotros mismos como seres discretos y esencialmente humanos, debemos considerarnos el resultado de intra-acciones con otras especies (Greenhough, 2012, p. 285). Difcilmente se puede entender el ser humano sin superar conceptualmente la rgida oposicin humano/animal no humano, una oposicin que resulta insostenible desde el punto biolgico, ya que animal no humano no constituye una categora denible en trminos cientcos, sino que engloba mltiples especies (Tonutti, 2011, p.185) y, sobre todo, porque esta oposicin esconde toda una serie de posibilidades, un medio de realidades bien diferenciables desde el punto de vista biopoltico (Derrida, 2006, p. 73). La oposicin humano/no humano slo tiene sentido al abrigo de la ideologa humanista; sin embargo, no lo tiene si no pensamos en este humano como categora moral sino en el homo sapiens. Estos planteamientos tericos, desde el punto de vista de la accin social, ayudan a combatir el especismo. Un buen ejemplo de esta imbricacin entre especies la encontramos en la pandemia del Covid-19 iniciada a nales del 2019. Esta imbricacin es la que ha permitido al virus su rpida propagacin alrededor del planeta. Los virus son tambin objeto de inters de los llamados estudios interespecies. Podemos pensar el virus como una forma primitiva de hbrido, dado que necesita de otras clulas para sobrevivir y, de hecho, constituye el ente biolgico ms abundante en el planeta (Cohen, 2011, p. 18). Sabemos que la especie humana convive con muchos diferentes tipos de virus a los que nunca prestamos atencin a menos que sean declarados nocivos como aos atrs sucedi con la pandemia de la gripe porcina o la gripe aviar y tal y como sucede en el momento de redactar este texto tambin con la Covid-19. Los virus, a nivel popular, solo se conceptualizan como entes patgenos cuando en realidad tambin pueden establecerse relaciones simbiticas beneciosas entre ellos y los humanos. De hecho, es necesario considerar las infecciones virales como un intercambio entre especies que no slo ocasionan enfermedades sino que tambin pueden ser una fuente de inmunidad y proteccin (Nigel Clark en Greenhough, 2012, p. 293). El nfasis que se hace en la esterilizacin del medio en el que nos movemos los seres humanos nos hace, de hecho, inmunolgicamente ms vulnerables (Greenhough, 2012, p. 295). 16 Bruno Latour llamaba actantes a cualquier cosa que modique con su incidencia un estado de cosas; todo lo que acta o mueve a la accin, sea humano o no humano (Akrich y Latour, 1992, p. 259). La manera de percibir la pandemia del Covid-19 por parte de la biomedicina es necesario encuadrarla dentro de la ontologa dualista propia de Occidente. Si en la Edad Media se pensaba que era el demonio o los malos espritus aquellos que, como elemento externo, producan enfermedades, siguiendo el mismo esquema, tras los descubrimientos de Louis Pasteur, otorgamos esta funcin a microorganismos como los virus o las bacterias. Vemos la enfermedad como resultado de la agresin de un cuerpo invasivo que nos viene de fuera. Se trata de un modelo etiolgico aloptico que contrasta, por ejemplo, con el propio de la medicina tradicional china en la que se entiende la enfermedad bsicamente como una prdida del equilibrio energtico de la persona. Sin embargo, sabemos que los efectos del virus no son siempre los mismos en todas las personas, sencillamente porque el virus entra en una relacin de intra-accin con el ser humano en el contexto de diferentes ensamblajes. Las rpidas recuperaciones de conocidos polticos que prcticamente al inicio de la pandemia enfermaron, como Jair Bolsonaro, Boris Johnson o Donald Trump no se explicaran sin tener en cuenta todos los elementos del ensamblaje entre los que hay que contar con una atencin mdica mucho mayor de la que se pueda asignar a un ciudadano cualquiera. La irrupcin del virus en el mundo no hace ms que recordarnos la fragilidad humana y la futilidad de creernos los reyes de la creacin. Es necesario reconocer el poder agencial del virus, una vida microscpica cuyos efectos producen consecuencias globales (Livingston y Puar, 2011, p. 11) y que pone en evidencia nuestra capacidad de afectar y ser afectados por otros entes vivos. Lo primero que cabe hacer es reconocer el papel central que tiene el virus en el espacio epidmico marcado por su actividad (van Loon, 2019, p. 40). Se constituye un espacio denso, un gran ensamblaje en el que el Covid-19 forma parte de un actor-network junto a personas, instituciones, infraestructuras, ideas, etc. Ser sujeto no es actuar de forma autnoma frente a un trasfondo objetivo sino compartir agencia con otros sujetos que asimismo han perdido su autonoma (Latour, 2014, p. 5). En otras palabras, se trata de la idea de la agencia distributiva de Jane Bennett, ya no adscribimos la propiedad de la agencia slo a sus tradicionales portadores, los humanos, sino que es entendida como una propiedad de todas las cosas. Hablar de agencia distributiva signica que no se considera al sujeto como la causa raz de un efecto, sino que lo que hay es un conjunto de vitalidades en juego (Bennett, 2010, p. 31). Y, en este sentido, todos los distintos elementos que forman parte de este espacio epidmico ejercen su capacidad de agencia, entre otros, y con un claro protagonismo, el propio virus. Pero no olvidemos que considerar la enfermedad dentro del ensamblaje permite entenderla como el resultado de efectos diseminados, no nicamente propiedad de un cuerpo orgnico, sino hechos que emergen a partir de las relaciones entre cuerpos y otros elementos. (Fox, 2011, p. 360). Aquellos virus que van saltando de especie a especie, como es el caso de la gripe porcina, la gripe aviar o el Covid-19 se ren del excepcionalismo humano. Uno de los mensajes que se escuchaban a menudo en los medios gubernamentales durante la pandemia del Covid-19 es que habra que aprender a convivir con el virus. Es entonces cuando en lugar del espacio epidmico se hablar del espacio endmico, cuando el agente patgeno ya formar parte de la normalidad y no interrumpir el ujo de la vida cotidiana (van Loon, 2019, p. 42). El espacio epidmico desterritorializa la vida cotidiana, a diferencia de los fenmenos endmicos que ya han sido asimilados y normalizados. E. Cohen, hacindose eco de la directora general de la OMS Margaret Chan que dijo que es el virus quien dicta las reglas, escribi: ...viruses appear as authors, as agents; they govern us, they rule, they reign; they are ckle, whimsical, unreasonable, inconstant; they veer from one place to another; they shift shapes. Like all vulnerable subjects, we rightfully fear such capricious sovereigns because we cannot predict their behaviors toward us. (Cohen, 2011, p. 17)17 Los virus forman parte tambin de nuestra existencia como especie. Lo canta Bjrk en una de sus canciones llamada precisamente Virus en su lbum Biophilia. Un virus le ayuda a describir una historia de amor: Like a virus, patient hunter, Im waiting for you, Im starving for you. 8. Objetos El posthumanismo considera a los objetos como co-constitutivos de la vida social. En losofa, la ontologa relacional sostiene que lo que distingue a un sujeto de otro sujeto, o un sujeto del objeto o un objeto de otro objeto son las relaciones mutuas que mantienen ms que su esencia o naturaleza (Schaab, 2013, p. 1974). Esto tiene importantes repercusiones en cmo entendemos los objetos. No se trata de elementos inertes, sino que forman parte de ensamblajes en los que ejercen agencia relacional. En el caso de los ciborgs, se muestra en toda su contundencia la estrecha relacin, en este caso incluso a nivel orgnico, que los seres humanos establecemos con objetos. Pero no hace falta ir tan lejos. Sin los anteojos para los cortos de vista, el martillo para el mecnico o el ordenador para los que en estos momentos estn leyendo este texto, difcilmente podramos implementarnos como individuos que necesitan ver bien, trabajar en el taller o llevar a cabo tareas intelectuales. Todos 17 [Trad.]: Los virus aparecen como autores, agentes; ellos nos gobiernan, ellos mandan, ellos reinan; ellos son volubles, caprichosos, irracionales, inconstantes; van de un sitio a otro; modican sus formas. Como todos los sujetos vulnerables, con razn tememos a estos reyes caprichosos porque no podemos predecir sus comportamientos hacia nosotros. estamos rodeados de objetos sin muchos de los cuales no concebiramos nuestro da a da. Somos criaturas protsicas como ya hace tiempo constat Sigmund Freud un dios con prtesis (Freud, 2008, p. 60) y que el posthumanismo asume plenamente (Wolfe, 2009, p. XXV). Fijmonos, a modo de ejemplo concreto, en las chicas que sufren anorexia nerviosa. Los cuerpos son vividos mediante ensamblajes temporales que implican conexiones entre lo orgnico y lo inorgnico. Podemos considerar la persona-que.tiene-anorexia como un ensamblaje. Esto nos permite diluir a la persona dentro de una compleja red de relaciones tanto a nivel micro como macro entre diferentes elementos que se encuentran entre ellos en relacin de exterioridad, en dimensiones material, psicolgica y sociocultural. La identidad y subjetividad de la persona.que-tiene-anorexia emerge a partir de las intra-acciones rizomticas de los diferentes elementos del ensamblaje. Su subjetividad no es una categora ja sino siempre un efecto de sus relaciones (Sharon, 2014, p. 164). Una persona no es anorxica, sino que muestra un comportamiento que caracterizamos como anorxico como resultado emergente de una larga trayectoria relacional constituida por intra-acciones. En estas relaciones hay que incluir obviamente tambin los objetos, entendidos como actantes, lo que Donna Haraway denominaba material-semiotic actors (en Bennett, 2010, p. 45). Los objetos nos hacen sentir, y con esto nos invitan a hacer cosas con ellos. Son actantes porque tienen la capacidad de afectar. El comportamiento de la persona-que-tiene-anorexia est estrechamente ligado con toda una serie de objetos que ayudan a congurar la constelacin de su mundo particular: el cepillo de dientes que suelen llevar en el bolso y que es empleado cuando convenga para provocarse el vmito, cuando se cree que se ha ingerido demasiado alimento. Se introduce el mango del cepillo en la boca, o se pica la garganta con las cerdas y no se lo extrae hasta que se produce el vmito. Se preere el cepillo a hacerlo con los dedos pues el vmito les impregna de olor y adems pueden quedar marcas en los dedos o en los nudillos. El cepillo de dientes adems sirve de coartada. Despus de una comida con compaa fuera de casa, la persona se dirige al lavabo con el cepillo y slo tiene que decir que va para cepillarse los dientes para no levantar sospechas. La chica tiene el cepillo siempre a su disposicin, en casa o en el bolso cuando sale. El solo hecho de tenerlo, de verlo cuando abre la puerta del armario del lavabo o cuando sus dedos lo frotan mientras busca cualquier cosa en el bolso, le recuerda que este objeto est all, listo para ser empleado. En trminos spinozianos, el cepillo le afecta, refuerza esta tcnica corporal la del vmito propia del comportamiento en la anorexia. Y adems del cepillo podemos hablar tambin de los laxantes, del caf con leche o el agua helada que consumen18, del vestido que hace que resalte la silueta, de la pulsera de color rojo que se emplea como recurso simblico dentro de su comunidad semitica (Mart, 2016, p. 52), etc. No estamos hablando meramente de cosas sino de objetos, es decir, cosas que se convierten en objetos al ser denidas, llamadas, incorporadas al mbito experiencial del individuo (Leeuw, 2008, p. 222)19 y, muy especialmente, entendidas segn su capacidad de agencia. Todos estos objetos pueden ser considerados actantes, es decir, ejercen agencia y con ella establecen relaciones con los individuos; no son meros intermediarios sino verdaderos mediadores20. En el ensamblaje constituido por todo lo que hace referencia a la pandemia del Covid-19, los objetos tienen tambin su lugar: los diferentes utensilios con los que se realizan las pruebas para detectar la infeccin, los respiradores... Entre toda la muchedumbre de objetos que hoy asociaramos a la pandemia, hay uno que difcilmente podramos pasar por alto: la mascarilla prolctica. Por la televisin, sabamos que este objeto era de uso frecuente en pases asiticos, pero en Europa, pocas personas exceptuando a los profesionales de la salud se habran puesto una en su vida. Al inicio de la crisis, la mascarilla se constituy en un preciado objeto de deseo. El mercado no haba contado con esto y de forma inmediata se agotaron las existencias. Mi farmacutico me explicaba que reciba llamadas clandestinas ofrecindole de forma ilegal lotes de mascarillas a un precio desorbitado. Sin embargo, en pocas semanas, al solucionarse el problema del suministro, se generaliz su uso. Con el tiempo, la caracterstica mascarilla blanca de las farmacias fue cediendo el paso tambin a otras, algunas ms sosticadas, otras de colores y artesanales, pronto aparecieron las de diseo elaboradas por marcas reconocidas. Tambin un objeto como la mascarilla entiende de gustos y clases sociales. Muchas de las cosas que la antropologa ha escrito sobre el uso de la indumentaria podran ser aplicadas tambin a ese accesorio prolctico. Las mascarillas cumplen una doble funcin, la instrumental y la expresiva, dado que no slo sirven para proteger del virus, sino que con su singularidad dicen algo sobre la persona que las lleva. Y un paso an ms all, en 2021 se crearon mascarillas capaces no slo de proteger sino tambin de detectar el virus. 18 Entre los consejos que se imparten dentro de la comunidad semitica de las personas que adoptan el comportamiento anorxico como estilo de vida, se encuentra el de consumir caf con leche por ser una bebida que quita el apetito y facilita, por tanto, las prcticas del ayuno, as como el de ingerir agua muy fra porque de esta forma se incrementa el consumo calrico del cuerpo. 19 Los trminos cosas y objetos son generalmente intercambiables, pero, en ocasiones, conviene distinguirlos. En palabras de Fernando Domnguez Rubio, mientras que las cosas pueden entenderse como procesos materiales que se dan en el tiempo, los objetos son las posiciones que se las hace ocupar para participar en diferentes regmenes de valor y signicado (Domnguez, 2016, p. 61). 20 Mientras que los intermediarios se limitan a transportar, los mediadores, entidades con estatus ontolgico propio, ejercen agencia sobre lo que transportan (Tirado y Domnech, 2005, p. 15). Al decretarse la obligatoriedad de las mascarillas, especialmente en establecimientos y transporte pblico, se convirtieron en ese objeto imprescindible que no podamos olvidar en casa, casi igual que el mvil, convertido hoy en una prtesis ms del cuerpo humano. Con la mascarilla puesta, posiblemente nunca habamos odo nuestra respiracin tan cerca. Con la mascarilla, se experimentaban nuevas sensaciones corporales, no solo aquellas que incomodaban la respiracin, sino tambin, otras, como la de sentirse protegido al tener que estar en proximidad con otras personas a las que la gran propaganda meditica nos haca considerar como potenciales contagios. En determinados mbitos laborales, como por ejemplo el de la docencia, el uso continuado de las mascarillas puede ocasionar fcilmente problemas de disfonas, debido a que al tener la boca tapada obliga a los docentes a hablar ms alto de lo normal durante horas. En los tiempos ms duros de la pandemia, cuando no la llevbamos puesta sentamos cierta inquietud. En ms de una ocasin observ que al amonestar a una persona por entrar en un establecimiento sin la mascarilla preceptiva, se senta turbada y, con un movimiento rpido y disculpndose, se colocaba la mascarilla que llevaba en el bolsillo. Era casi como un fugaz pellizco de pudor corporal por mostrar inadvertidamente una parte de su cuerpo que se supona que deba esconder. Las interacciones cara a cara (Goffman, 1982) tan bsicas para la sociabilidad humana, se ven afectadas tambin por el uso de la mascarilla. Por esta razn, no se tard en idear tambin mascarillas ntegramente transparentes para facilitar que no se perdieran demasiado las emociones que expresa el rostro. La mascarilla era una norma e incluso se constituy en smbolo: una mascarilla en un rtulo nos refera automticamente a la epidemia. Dentro de la diversidad de elementos que constituyen el ensamblaje del Covid-19, es necesario tener en cuenta la sealtica que se ha ido desarrollando en los espacios pblicos a base de mensajes en forma textual o pictogramas. Informan sobre consejos, normas relativas al comportamiento de los ciudadanos en el contexto de la pandemia. Pero sus funciones van ms all de la mera informacin. En los momentos en los que se toma conciencia de los signos con que uno se topa en la calle, se congura un ensamblaje con sus propios ujos afectivos que generan sentimientos y provocan reacciones emocionales a la persona. Conviene otorgar la importancia a no solo lo que es procesado racionalmente desde el punto de vista cognitivo sino tambin a la experiencia vivida y sentida. Aqu hay que hablar de las economas afectivas como las entiende Sara Ahmed (2004a), constituidas por la totalidad de afectos en un ensamblaje. Las emociones circulan entre los signos y los cuerpos, entre actores humanos y no humanos, destronando as la idea que surge del interior de los individuos para ir hacia afuera (Ahmed, 2004a, p. 117). La idea bsica del concepto de economas afectivas es que los sentimientos no residen en los sujetos ni en los objetos, sino que son producidos como efectos de la circulacin (Ahmed, 2004b, p. 8). Son sociales, materiales y conjuntos psquicos (Ahmed, 2004b, p. 46). Estos ujos afectivos contribuyen a congurar las micropolticas de los eventos. Los afectos entendidos como intensidades transpersonales o pre-personales (Anderson, 2009, p. 78) se generan en el estrato inferior de conciencia (Barnett, 2008, p. 188) por intra-accin y emergencia, dentro del ensamblaje propio de un momento concreto, por ejemplo, ante la vista de un pictograma que recuerda la obligatoriedad de llevar mascarilla. Se trata de una co-creacin entre quien ve y lo que ve dentro del ensamblaje escurridizo que constituye ese evento determinado. En este caso, la unidad de anlisis no son los elementos visuales sino los ensamblajes, los campos relacionales en los que las emociones emergen. Esta sealizacin tiene una funcin ftica y, por tanto, los rtulos que se disponen para avisar de la obligatoriedad de llevar la mascarilla son manifestaciones materializadas de alguien el sistema que piensa por ti. Nos recuerda que hay alguien que vela por ti, pero tambin es capaz de castigarte si contravienes la norma. Pero adems, tambin contribuyen a generar uno de los sentimientos ms marcados que circulan en el ensamblaje, el del miedo. 9. Coda A lo largo de estas pginas se han ido mostrando varios ejemplos en los que no resulta muy difcil aplicar la visin posthumanista. De hecho, los campos de aplicacin son tantos como lo es la realidad en la que vivimos porque las cosas son distintas si las consideramos enredadas en muchos y diversos elementos a si las encaramos con una mirada solipsista. Son diferentes si nos limitamos a observarlas y analizarlas desde posicionamientos blanco/negro en si, adems de intentar deconstruir estas polarizaciones, nos centramos en desgranar todo lo que se encuentra entre el blanco y el negro. Y son diferentes tambin cuando llegamos a ser conscientes de que el ser humano no se corresponde exactamente con la idea que el viejo humanismo tena y que, adems, no constituye el centro de todo, sino que lo que es, lo es gracias a toda una multitud de entidades orgnicas o inertes y que, de forma consciente o inconsciente, se encuentra en medio de constantes ujos agenciales que cuando los constatamos nos hacen venir una sonrisa maliciosa frente a quien solemnemente nos habla del libre albedro. En cualquier caso, el posthumanismo representa la posibilidad de explorar nuestras realidades desde posicionamientos ontolgicos diferenciados de los que eran propios del viejo humanismo. Y tal y como se ha dicho del giro ontolgico (Bertelsen y Bendixsen, 2016, p. 5), esto implica no solo la posibilidad de ir ampliando nuestros conocimientos en general, sino que, al abandonar la idea del humano como un ser autocontenido, autnomo y excepcional, tambin nos hace reexionar de forma autocrtica sobre los mismos fundamentos de nuestras disciplinas. Referencias bibliogrcas Ahmed, S. (2004a). Economies. Social Text, 22(2), 117-139. Ahmed, S. (2004b). The Cultural Politics of Emotion. Cambridge University Press. Akrich, M. y Latour, B. (1992). A Summary of a Convenient Vocabulary for the Semiotics of Human and Nonhuman Assemblies. En W. E. Bijker y J. Law (eds.). Shaping Technology/Building Society. Studies in Sociotechnical Change (pp. 259-264). MIT Press. Anderson, B. (2009). Affective atmospheres. Emotion, Space and Society, 2(2), 77-81. Ansems de Vries, L. (2014). Re-Imagining a Politics of Life: From Governance of Order to Politics of Movement. Rowman & Littleeld. Bai, H. 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