Interculturalidad e indigenizacin de la modernidad: una mirada desde el Ecuador amaznico1 Kawsaypurachik yuyay shinallatak indigenizacin yuyay kay Ecuador antisuyumanta imashalla rikuykuna. Interculturality and indigenization of modernity: a view a from Amazonian Ecuador Norman E. Whitten Jr. nwhitten@illinois.edu University of Illinois, Urbana-Champaign, (Illinois USA) Resumen Despus de introducir la historia y la topografa del bosque de Canelos, me enfoco en el tratamiento del tema central de este ensayo, la indigenizacin de la modernidad. Luego, ilustro la cosmologa mtica para orientar al lector a considerar las perspectivas propias de los Canelos Quichua amaznicos sobre una topografa cultural. Evidenciamos las relaciones en el idioma, la cultura e, inclusive la topografa, entre las tierras bajas y las tierras altas mientras exploramos la cultura, la interculturalidad, y abordamos la etnognesis en el pensamiento indgena y en el retrato histrico escrito. Apuntando la existencia de una estructura indgena de coyuntura, abordo la distorsin epistmica de varios sectores acadmicos y procuro combatirla a partir del estudio de Sahlins (2000) y Uzendoski (2005b). La indigenizacin de la modernidad tiene claramente referencias milenarias (Whitten, 2003) siendo lo milenario una metfora inglesa que reere al concepto quichua de pachacutij (Uzendoski, 2005b), entendido como: el retorno del espacio-tiempo (cronotopo) de un pasado prspero a un futuro prspero (Whitten, 2003). As mismo, el entrelazamiento de la modernidad y su indigenizacin, la gnesis de modernidades alternativas y cultura emergente estn presentes 1 [Nota del editor]: Trabajo traducido por primera vez al castellano para este nmero. Publicado originalmente en Whitten, N. E., Jr. (2008). Interculturality and the Indigenization of Modernity: A View from Amazonian Ecuador. Tipit (6) 1-2, 3-36. Se ha conservado el uso de maysculas y comillas del texto original en ingls as como los nfasis dados por el autor a ciertos trminos o ideas. Revista Sarance, ISSN: 1390-9207; ISSNE: e-2661-6718 Fecha de recepcin: 02/12/2021; fecha de aceptacin: 02/06/2022 111 en una mirada de sistemas interculturales. Se espera que un nmero creciente de etngrafos, junto con historiadores, lingistas y portavoces del occidente que quieren apropiarse de modos de vida modernos a travs de sistemas indgenas contrahegemnicos y de transformacin profunda se aproximen a ellos. Palabras claves: interculturalidad; indigenizacin; modernidad; Canelos; Ecuador amaznico. Tukuyshuk Canelos sachamanta kawsayta, allpatapash rimashka kipaka, kay killkaypika ashtawanmi rimani imashalla indigenizacion rikurimun ashtawan modernidad pachakunapi. Chaymantaka, runakunapa yachaykuna, awpa rimay yachaykunatapash rimani tukuy kayta killkakatikkuna Kichwa Canelos ayllullaktapa kawsayta ashtawan riksichun. Shinallatak runa shimipi yachaykuna tiyaytapash alli rikunchik, paykunapa kawsaytapash, paykunapa allpakunatpash all yachahunchik. Hana allpa kakpi, uray allpa kakpi, allikuta maskanchik riksinkapak, shinallatak maskanchik imashalla paykunapa kawsay kakta, kawsaypurachik kawsaytapash allikuta rikuy kallarinchik, tukuypi imashalla sapi yuyaykuna tiyakta, shinallatak tukuy paykunamanta kilkashkakunatapah allikuta maskanchik. Runakunapa yachaykunata maskankapakmi distorsin epistmica nishkawan markarishpa maskay kallarini. Kaymi kan, Sahlins (2000) shinallatak Uzendoski (2005b) kilkakkunapa yachaykuna. Modernidad pachakunapi indigenizacin nishpa rimay kallarishkami wakin killkakkuna (Whitten, 2003), puntamantapacha ingls shimipi rimarishkami pachacutij shimimanta (Uzendoski 2005b), kaytaka kashnami nishka kutin pachakuna tikrarimuy, kutin mushuk pachakuna shamuy, punta kawsayta sakishpa, shamuk pachaman yaykunkapak nishpami riksirishkarka (Whitten, 2003). Shinallatak, kay modernidadwan, indigenizacion yuyaywanka , modernidad alternativa nishkami kan, kaypimi kallarishka shuk shuk kawsay tantanakuykuna. Chaymi kunanka tawka runakuna, etnografata yachakushkakuna, kawsaymanta yachakushkakuna, rimaymanta yachakushkakuna, shinallatak occidentemanta tawka rimakkunami kay runa kawsaykunapa yachaykunata hapishpa paykunapashnalla tukuy ushan, runakunamanta rimanchik nishpalla ashtakatami ukanchikpata hapishpa, shuk shuk kawsaykunaman tikrachiy ushanka. Sinchilla shimikuna: kawsaykurachik; indigenizacin; modernidad; Canelos; Ecuadormanta Antisuyu . Abstract Following the introduction to the history and topography of the Canelos forest region, I turn to the central theme of this essay, the indigenization of modernity. Next, I provide examples of mythic cosmology to guide the reader to consider Amazonian Canelos Quichuas perspectives on cultural topography. We demonstrate the relationships between language, culture, and even topography between the lowlands and the highlands as we explore the culture and interculturality and then discuss the subject of ethnogenesis in indigenous thought and in written historical portrayal. In the face of a trending indigenous structure, I discuss the epistemic distortion existing in various academic sectors and attempt to counter or deect what I take to be such distortions by reference especially to Sahlins (2000) and Uzendoski (2005b). The indigenization of modernity clearly contains millennial references (Whitten 2003), in which milennial is an English metaphor that refers to the Quichua concept of pachacutij (Uzendoski 2005b:ix), understood as the return of space-time (chronotope) from a prosperous past to that of a prosperous future (Whitten 2003:x). Likewise, the intertwining of modernity and its indigenization, the birthing of alternative modernities and emerging culture are present in a myriad of intercultural systems to which, hopefully, more and more ethnographers will turn their attention to, workingagain it is hoped with historians, linguists, literary professionals, and above all spokespeople for Western modernity who endeavor to appropriate modern ways of life through counterhegemonic indigenous systems and deep transformation. Keywords: interculturality; indigenization; modernity; Amazonian Ecuador. Entre el Amazonas y los Andes Este ensayo est ambientado en la interfaz entre el Amazonas y los Andes, una extensa y fascinante zona topogrca accidentada donde el piamonte andino desciende hacia el Alto Amazonas y de all a la cuenca del Amazonas. El artculo est diseado, en parte, para problematizar la distincin entre las tierras bajas y las tierras altas de Amrica del Sur, y en gran parte para afrontar el tema de la cultura y la interculturalidad de un pueblo a menudo descartado como marginal, marginado como anmalo, por las preocupaciones centrales tanto de los andinistas como de los amaznicos. Despus de comentar sobre el rea en dimensiones histricas, geogrcas y culturales, me vuelvo hacia al pueblo indgena Canelos Quichua de la Amazona ecuatoriana para esbozar aspectos interrelacionados de su sistema perdurable que no haba reunido ni condensado previamente de esta manera (Whitten y Whitten, 2008). La interfaz amaznica-andina se extiende en varios anchos, alturas y espacios desde Colombia hasta Ecuador, Per y Bolivia. Se le llama indistintamente Alto Amazonas, Montaa, Oriente, Yungas o selva alta. Centrndose en la regin de Ecuador-Per, Julian H. Steward (1948) seal que las oleadas prehistricas de migraciones amaznicas del este al oeste perdieron su fuerza al encontrarse con la barrera de los Andes2. Este determinismo topogrco estticosimplemente no pudieron superar ese monte! desminti la variedad, creatividad, adaptabilidad y dinmico mosaico intercultural, lingstico y poltico de los pueblos de esta compleja regin, as como su interconectividad con los pueblos de las regiones de los Andes y la cuenca del Amazonas, como muchos arquelogos, etnohistoriadores, etngrafos y lingistas han revelado y estn revelando hasta el da de hoy. Prehistricamente, dentro de lo que hoy es Ecuador, esta zona formaba parte de un vasto sistema de comercio a larga distancia que iba desde el Amazonas central a travs de los Andes hasta la costa y de all al norte de Mxico y al sur de Per, comenzando hace 4.500 aos con co-tradiciones colindantes que surgieron hace 3.500 aos3 y perduraron hasta la conquista espaola. En el extremo noroeste del Valle del Maran, justo al este de la regin de altos bosques montaosos y ribereos de Los Llanganati andinos, se encuentra el territorio conocido especcamente desde al menos la dcada de 1750 como el bosque de Canelos (p. ej., La Condamine, 1757; Spruce, 1908, p. 164; Whitaker, 2004, p. 28). El rea central sobre la cual escribo est a solo cuarenta millas al este de 2 La cita real de Steward en el Handbook es la siguiente Los Chuncho pertenecen a los pueblos de la selva tropical. Parecen representar una serie de oleadas migratorias que gastaron su fuerza contra la barrera de los Andes, donde los representantes de muchas familias lingsticas ampliamente distribuidas [...] se hundieron en un aislamiento comparativo (Steward, 1948, p. 507). 3 Vase, entre otros: Marcos (1986); Lathrap et al. (1975); Porras Garcs (1987). Baos, en la base del volcn activo Tungurahua cubierto de nieve. En un da bueno, sin derrumbes, se puede llegar a Puyo desde Baos en auto o bus en poco ms de una hora. Durante el tiempo de lluvias, la carretera puede estar cerrada durante una o dos semanas o ms debido a los fuertes deslizamientos de tierra. Figura 1 Provincia de Pastaza e inmediaciones Fuente: Whitten, N. E., Jr. (2008). Interculturality and the Indigenization of Modernity: A View from Amazonian Ecuador. Tipit (6) 1-2, p.4. Claramente amaznica, dicha rea es el nico sector omitido del libro denitivo The Smithsonian atlas of the Amazon (Goulding et al., 2003, p. 195). Desde una perspectiva andina, un historiador que se especializa en Ecuador y sus movimientos indgenas se reere repetidamente al rea como la cuenca del Amazonas oriental (Becker, 2007, p. 110), lo que implica, para la mayora de los gegrafos, que est ubicada en algn lugar cerca de Santarm, Brasil. Ya sea desde el punto de vista amaznico o andino (tierras bajas o tierras altas), esta rea est claramente marginada en la literatura profesional, aunque tiene importancia en la historia amaznica y es fundamental para aspectos de la modernidad indgena andina. Por estas razones, esbozo ahora algunas dimensiones geo histricas de la regin de Canelos, en Ecuador, antes de pasar a los aspectos clave de este artculo. El reconocimiento histrico de esta regin pone nfasis en el rea norte, directamente al este de Quito, a travs del pramo hmedo alto en el rea del bosque nuboso subandino. En 1536, apenas dos aos despus de la conquista espaola de Quito en 1534, el capitn Gonzalo Daz de Pineda identic un lugar o regin conocida como Canelos desde el punto terminal de su expedicin de Quijos (especcamente cerca del ro Cosanga y el pie del volcn Sumaco). El territorio de Quijos, que va desde el Valle de Quijos hasta el Alto Napo, donde comenz el territorio de Omagua, constituy un nodo de comercio crucial entre la gente de la Amazona y Quito antes de los Incas (Carvajal, 1934 [ca. 1541]; Garcilaso, 2005 [1859]; Oberem, 1971; Uzendoski, 2004). Los Incas continuaron explotando los recursos de la regin que salan de Quijos, aunque constitua una tierra fuera de su dominio. En Atunquijos (la actual Baeza), Daz de Pineda conoci la Tierra de Canela y un lugar llamado Canelos que exista ms al este (Carvajal, 1934[ca. 1541]; Cieza de Len, 1918[1881]; Latorre, 1995). Se deca que la tierra estaba habitada por personas dispersas de este bosque tropical que hablaban diferentes idiomas y se agregaban bajo la rbrica Canelos. Confrontado por nativos hostiles y bien organizados, Daz de Pineda no viaj ms al este hacia la montaa cubierta con dosel. Un patrn de violencia colonial derivado de la conquista espaola se fragu en 1540-1541 cuando Gonzalo Pizarro y un grupo relativamente pequeo se separaron de la gran expedicin formada por espaoles, indios, perros, caballos y cerdos que parti de Quito en busca de la Tierra de La Canela y la Tierra de El Dorado. La etnohistoria se vuelve turbia en su topografa cultural real y su geografa, aunque muy vvida en sus horrores histricos. Aunque autores desde Orton (2006[1891]) a Spruce (1908) a Von Hagen (1955[1945]) a Whitaker (2004) implican o arman explcitamente que algn segmento de esta expedicin lleg a sitios en el rea de Canelospresuntamente en la Bobonaza -Regiones del ro Curaray-Ishpingu, donde creca un rbol que produca una vaina oral (cliz) con sabor a canela yo no puedo encontrar evidencia de una visita a esta regin en el siglo XVI por parte de los primeros conquistadores-administradores coloniales, ni tampoco pudo Marcelo Naranjo (1977), ni Anne Christine Taylor (1986, 1999). Taylor (1986, p. 266) argumenta que podemos extrapolar eventos conocidos en la Regin del Napo para la regin de Bobonaza, y estoy de acuerdo con ella. El grupo de Pizarro y/o su grupo disidente parecan girar en espiral hacia el este al norte del ro Napo (ver mapa conjetural en Carvajal, 1934 [ca. 1541], p. 48; tambin Renner, 1993), donde nalmente encontraron personas en el lugar en el que los rboles de Canela crecan (llamados aqu ishpingu, como en la zona de Canelos). Frustrado por la baja calidad y escasez de los rboles de canela, y por el hecho de que las personas a las que tortur no saban nada de la leyenda al este de El Dorado, Pizarro ejecut a algunos de los nativos de dos maneras brutales: los quem vivos en un marco de barbacoa, arrojando los trozos cocinados a los perros de la guerra, e impuls a los perros a atacar a personas vivas para matarlas, desmembrarlas y comerlas crudas, prctica conocida como el aperreo (por ejemplo, Carvajal, 1934[ca. 1541], p.51; Garcilasso, 2005[1859]; Cieza de Len, 1918[1881]; Von Hagen, 1955[1945]; Varner y Varner, 1983, 119-124; Hemming, 2008, p. 22). l hizo todo esto en la Tierra de Canela en algn lugar al este de Quijos antes de llegar a la regin donde los ros Coca y Payamino desembocan en el ro Napo. All se reencuentra con Francisco de Orellana, dividiendo nuevamente a las ahora diezmadas tropas de la expedicin, iniciando el grupo de Orellana el conocido viaje del descubrimiento del Amazonas espaol (Carvajal 1934[ca. 1541]; Von Hagen 1955[1945]; Hemming 2008). La documentacin del rea actual de Canelos, que es el foco de este artculo, proviene de los dominicanos, quienes reclamaron el rea como su dominio, unos cuarenta aos despus de la expedicin de Pizarro. Pero, de nuevo, la informacin conable es escasa. En 1887, el abad dominico Franois Pierre viaj de Quito a Quijos, luego a Archidona y a Tena, luego atraves el Napo hacia el sur tomando una ruta conocida a travs de las cabeceras de los valles de los ros Curaray y Villano para llegar a Canelos, a orillas del ro Bobonaza. La descripcin que hace de su propio viaje es muy precisa. Los lugares y las personas estn representados de tal manera que reconocemos fcilmente su ruta y sus paradas ciento veinte aos despus. Se preocupa de anotar la ubicacin de los zaparoanos y waorani, y dnde residan los primeros. l seala que las personas que hablan zaparoano, jbaro y quichua han sido durante mucho tiempo parte del sistema Canelos y escribe sobre aquellas personas que quedan fuera de ese sistema. Tambin seala que se prest mucha atencin a las regiones del norte, Quijos-Omagua, donde, en 1578-1579, un sangriento levantamiento dirigido por los chamanes Quijos (llamados pendes) fue seguido por una violencia y un terror crecientes y generalizados que duraron aos (Oberem, 1971). Pierre, quien tuvo acceso a los archivos dominicanos del siglo XVI, seala que cuatro curas y sus squitos de Quito estaban explorando sistemas uviales y encontrndose con mucha gente en la regin que emerga de lo que ahora es Puyo (Pierre, 1983[1889], pp. 96-97; Naranjo, 1977, pp. 131-133). Estos dominicos establecieron la primera (y efmera) misin de su orden en Canelos, en 1581, trasladndola desde cerca de Puyo a Indillama, despus, a Chontoa y, luego, al sitio actual de Canelos o cerca de l, a orillas del ro Bobonaza, donde el territorio irradiaba hacia el norte en direccin a Villano y hacia el este en direccin a Pacayacu y Sarayacu (Stirling, 1938, p. 24; Whitten, 1976, pp. 206-210). Cuatro sacerdotes- uno de los cuales era el Venerable Padre Sebastin Rosero, quien luego fue santicado y sus squitos vinieron de los Andes a la Amazona para reconocer la zona y fundar a Canelos como dominio dominicano, y como una pronta y efmera orden dominica. Sin embargo, la ruta que recorrieron es oscura. Es poco probable en ese momento que viajaran por Quijos-Archidona-Ro Villano. Muy probablemente, el comercio indgena de Canelos a Baos, luego a Pelileo y a Ambato, y de Canelos a Riobamba a travs de la regin de Huamboyas, atrajo la atencin de la Iglesia Dominicana en expansin. Pero en este punto solo sabemos que los dominicanos se mudaron a la tierra de los Canelos en un tiempo muy temprano, aunque pasaron relativamente poco tiempo all (Reeve, 2008). Reclamaban el dominio eclesistico de una zona en la que se hablaba quichua y en la que los incas nunca haban penetrado. Es una zona donde los indgenas de la Montaa y la Alta Amazona viajaban de este a oeste para intercambiar con los andinos (Corr, 2008). Tambin es una zona con un claro sistema cultural regional (Reeve, 2008) donde se hablaba zaparoano y jivaroano y donde las personas de estos dos ltimos sistemas tnico-culturales realizaban interminables incursiones entre s. Durante el siguiente siglo y medio, los dominicanos andinos manifestaron una presencia espordica en el rea desde Puyo hasta Canelos, y sabemos relativamente poco sobre cualquier dinmica en el rea de Canelos, excepto que la regin era conocida por los pueblos andinos a travs de un ujo de este a oeste de mercancas, particularmente ishpingu, y tambin bra de escoba, algodn, tintes, pimiento, tabaco, calabazas, y plumas de aves4. Mirando de oeste a este, de las tierras altas a las tierras bajas, de los Andes a la Amazona, parece claro que durante el siguiente siglo y medio los pueblos andinos conocan y teman el camino del este, que se deca estaba habitado por indios salvajes, bestias aterradoras y enfermedad mortal (Whitaker, 2004, p. 226). Fue con la expedicin La Condamine de Francia a Quito para probar la hiptesis de Sir Isaac Newton de que la tierra se abombaba en el Ecuador que la exploracin cientca y los viajes triunfaron sobre el dominio religioso en el suministro de informacin a una poblacin variada. En 1742, el gegrafo ecuatoriano Pedro Vicente Maldonado, quien se haba unido temprano a la expedicin de La Condamine, decidi viajar por el Amazonas a travs del Bobonaza-Pastaza-Maran, un viaje que haba contemplado realizar en esta misma ruta unos treinta aos antes (Whitaker, 2004, 228). Le sigui siete aos despus Jean Godin, miembro de la expedicin, que originalmente tena la intencin de regresar a Europa con su joven esposa ecuatoriana. Fue el viaje posterior de la esposa lo que dramatiz la regin conocida como el bosque de Canelos. 4 Vase Whitten y Whitten (2008) y las referencias en ello para los detalles de la dinmica de Canelos Quichua. Para un trabajo serio sobre los zparos en el sistema regional, vase Reeve (1985, 1988a, 1988b, 1993-1994, 1994, 2008). El achuar jivaroan es expuesto etnogrca y etnohistricamente por Descola (1986, 1994) y Taylor (1986, 1999). Un hito amaznico para la historia occidental ocurri en 1769 debido a un valiente viaje de Isabel Gramesn de Godin, alias Isabel Godin des Odonais, para unirse a su esposo, Jean Godin, quien previamente haba recorrido esta ruta por el Bobonaza hasta el Amazonas y hasta Guayana Francesa (Godin, 1827[1770]). Incapaz de volver por su esposa, Jean Godin esper veinte aos hasta que ella viniera a l. Su recorrido comenz en Riobamba y se trunc en Canelos por el reciente abandono de la pequea orden de esta zona en el sitio del ro Bobonaza a causa de una epidemia de viruela. Durante sus tribulaciones en la regin del ro Bobonaza, se perdieron ella y sus compaeros, de los que todos, menos dos, se murieron. Despus de un mes de hambre en Ishpingu Cocha justo al este de lo que ahora es Montalvo (mapa en Whitaker, 2004, p. 252), deambul sola por los bosques de la regin durante quizs otro mes antes de que se revelara pblicamente su rescate y transporte a Andoas (Whitaker, 2004). Fueron los indios de Canelos de habla quichua quienes la rescataron de la muerte cercana (afortunadamente, ella hablaba el idioma), tardaron dos semanas en construir una canoa de 40 pies y amablemente la llevaron a sus congneres culturales de habla zaparoana en Andoas, y de all a La Laguna, sitio principal de la Misin de Maynas cerca de la conuencia de los ros Huallaga y Maran. Finalmente, su historia llam la atencin de toda Europa como la saga de la primera mujer en descender el Amazonas y luego reunirse con su esposo en la Guayana Francesa. Al menos desde mediados del siglo XVIII, las caractersticas de esta rea se hicieron cada vez ms conocidas por cientcos como el gelogo francs Charles-Marie de La Condamine (1757) y, ms tarde, por el botnico ingls Richard Spruce (1908) como el bosque de Canelos. Esto se refera al ishpingu, la falsa canela que atrajo a los primeros conquistadores y ms tarde a los exploradores y comerciantes a la regin5. Spruce (1908, pp. 102-170), despus de terminar su viaje en 1857 desde Tarapoto y el ro Huallaga hasta el Bobonaza y de all a Baos y en la Sierra ecuatoriana, describi otras particularidades del bosque, sealando especficamente la abundancia de criptogramas (lquenes, musgos, hepticas, helechos epfitos), que no se encuentran juntos con tanta exuberancia y profusin en otras regiones de la Amazona (ver tambin Renner, 1993, p.6). La regin del Ecuador amaznico drenada por los ros Pastaza, Ishpingu, Bobonaza, Conambo, Villano y Curaray constituye una coyuntura geofsico. 5 Ocotea quixos, American Cinnamon (http://zipcodezoo.com/Plants/O/ Ocotea_quixos/default.asp, consultado el 15 de julio de 2008). Una fotografa tomada en 1929, probablemente en Pacayacu, muestra a cinco indgenas cargados con enormes fardos de or de canelo presumiblemente partiendo para un viaje ro arriba hacia la Cabecera de Bobonaza, de ah a Puyo y a Baos y Ambato. Ver: Marn (1930, fotografa frente a la pgina 223). histrica en la que con excepcin, hasta hace poco, de los Waoranis occidentales (Cabodevilla, 1994; Rival, 2002) interactan pueblos indgenas que hablan distintos idiomas (jibaroano, quichua, zaparoano) y constituyendo una cultura regional relativamente coherente que experiment intrusivas inuencias violentas. La violencia de la intrusin espordica se complement con un ujo de comercio uvial y terrestre y un intercambio entre los pueblos de las tierras bajas y las tierras altas en un sistema esbozado por acadmicos como Udo Oberem (1971), Mary-Elizabeth Reeve (1993-1994, 1994, 2008) y Michael Uzendoski (2004, 2005a, 2005b) para el rea de Quijos al noroeste, pero permanece turbio en la regin de Canelos (ver Naranjo, 1977). En este artculo trato de ofrecer algunas dimensiones del sistema regional contemporneo para estimular la discusin y la investigacin. Con esta extensa orientacin a la regin, pasamos ahora a nuestro enfoque central. La indigenizacin de la modernidad e interculturalidad Quiero llamar la atencin sobre la aparicin, a nales del siglo XX y principios del XXI, del conjunto de la coyuntura indgena-global dentro de la interfaz andino-amaznica. Marshall Sahlins ofrece una perspectiva sobre la estructura de la coyuntura que debera ser til tanto para los andinistas como para los especialistas en tierras bajas de Sudamrica en su libro Culture in Practice [La cultura en la prctica]: varias indigenizaciones de la modernidad emprendidas por personas que escaparon de la sentencia de muerte impuesta por el capitalismo mundial ahora ofrecen una variedad completamente nueva de variaciones culturales para una antropologa comparativamente renovada. (2000, p. 271) Mi enfoque se centra en la interculturalidad y las indigenizaciones de la modernidad, que contribuyen a las modernidades alternativas, manifestadas por los pueblos Canelos Quichua, Napo Runa, Andoa, Zpara, Achuar y Shiwiar de la provincia de Pastaza, en la Amazona ecuatoriana. Al acercarme al pueblo indgena contemporneo Canelos Quichua, busco combinar la informacin compartida de los pueblos que hablan idiomas de tres familias distintas en tres clases distintas del stock andino de la familia de idiomas andino-ecuatoriales (Greenberg, 1960): quechua, jbaro y zpara para comprender algunas de las dinmicas de la modernidad alternativa a medida que emerge de vez en cuando en un sistema cultural regional dinmico. TOPOGRAFA CULTURAL Antes de llegar a la interculturalidad, echemos un vistazo a la cultura mediante referencia a la mitologa signicativa, la representacin festiva signicativa, el drama ritual que cambia la nacin y la accin poltica indgena (Whitten y Whitten, 2008). La topografa es un buen lugar para comenzar, especialmente si vamos a problematizar la bifurcacin tierras bajas/tierras altas. En toda la Amazona, cuando los indgenas sealan su punto de vista de sus espacios cercanos y lejanos, colocan el oeste arriba, el este abajo, y el norte y el sur a la derecha y a la izquierda (Sullivan, 1988; Whitehead, 2003). Como cosmgrafo, esta orientacin se enfoca en la dinmica del sol saliendo del agua primordial en el extremo este de la tierra para comenzar su viaje por tierra, bosques, ros y montaas, inclinndose primero ligeramente hacia el norte al medioda para cruzar el vrtice vertical en el centroformando el axis mundo csmicoy luego de regreso hacia el oeste donde se sumerge en el borde occidental y viaja ligeramente hacia el sur y luego hacia el este por la noche (Sullivan, 1988). El nal del da seala un enfriamiento peligroso y el surgimiento de fuerzas nocturnas de caos y depredacin controladas por la luna. La luna misma, como veremos, representa la fertilidad y la fecundidad, de las personas y de las plantas. La cosmologa, la cosmogona y la cosmografa moderna de los indgenas Canelos Quichua que viven en la regin del Alto Amazonas-Piamonte en el centro-este del Ecuador encajan perfectamente en este patrn. Los narradores indgenas rpidamente sealan que en los tiempos-lugares de inicio, tiempos de grandes transformaciones en lugares especcos, el sol no hizo su aparicin hasta mucho despus del incesto de la luna con su hermana, el pjaro Potoo comn. Un mito de origen amaznico6 En el mtico tiempo-espacio, la luna madura o llena (pucushca Quilla) descendera de una escalera del cielo para visitar a esta ave nocturna, Jilucu. Quera ver a su amado por lo que, una noche, cocin una semilla de widuj, el rbol Genipa americano, y luego pint al Hombre Luna con su jugo para embellecerlo y poder ver (ricuna) exactamente quin era esta hermosa persona. En los cielos tempranos, cercanos y antes del amanecer que l ilumin, apareci el Hombre Luna, hermoso sin duda, pero reconocible como su turi, su hermano. Cmo llor cuando se dio cuenta de que haba cometido incesto. Sus hermanas, Genipa americana (Mujer Negra) y Bixa orellana (Mujer Roja) lloraron con ella; cay la lluvia mientras las estrellas se unan a su llanto. Y luego vino la terrible fusin de lluvia torrencial, terremoto e inundacin. Los ros crecieron, los volcanes hicieron erupcin y la tierra tembl y se estremeci. La gente de la tierra emergente en los tiempos y lugares primitivos fue arrastrada hacia el este, hacia el gran ro mar, y tambin quizs hacia el gran ocano, viajando en canoas de balsa construidas apresuradamente en las que haban colocado montones de mandioca y otros bienes. 6 Una versin achuar de esto, que tiene diferentes giros, vueltas y signicados implcitos, es dada por el nativo Alejandro Taish Mayaprua (2004); ver tambin Philippe Descola 1986, 1994). Para las versiones del bajo Napo Runa, vase Jos Miguel Goldraz (2004, 2005). Ms informacin en Whitten y Whitten (2008). Con caos y violencia a su alrededor, Indi, el sol, sali de su cueva en la base de los Andes y se precipit hacia el cielo, yendo directamente hacia arriba; cuando sali del diluvio, miles de burbujas explotaron a su alrededor y cayeron a la tierra. A medida que caan, las burbujas de colores se congelaron en semillas y las burbujas blancas se cristalizaron en sal. A medida que la inundacin amainaba y la tierra se calmaba a sus actuales estruendos y temblores peridicos, Indi cre el orden al establecer la regularidad este-oeste que conocemos hoy. Los seres humanos emergentes, Runa, recorrieron el bosque natal, yendo de este a oeste hacia las estribaciones de los Andes, ahora ricas en ceniza volcnica y maduras para jardines tropicales, siempre siguiendo el camino de los senderos del sol ahora consistentes. Este viaje de este a oeste inicia una dimensin importante de callari rucuguna, lugares de inicio de tiempos. Los Runa reconocieron sitios de habitacin antiguos por los rboles de chontaduro (Bactris gasipaes) e Ilex guayusa plantados por sus antepasados chamnicos prehumanos. En sus viajes tambin resucitaron a hermanos perdidos a travs de experimentos con la comestibilidad de los hongos poliporo, llegando a sus destinos originales con poblaciones en expansin y un profundo conocimiento de la Amazona. Volvamos a Indi. En el mundo de hoy, el mundo de los seres humanos completos y los espritus transformados en lo que llamamos cultura y naturaleza, la mandioca es el cultivo bsico que sustenta la vida. La mandioca debe tener una fuerte iluminacin solar para propagarse, crecer, madurar y producir grandes races comestibles. Y fue el colibr (Quindi), quien, como hermano menor de Quilla, la luna, fue transformado en Indi, el sol, por Nungi, el espritu femenino del subsuelo de la tierra de huerta productora de mandioca. Esto ocurri despus de episodios de violencia, deseo y celos, despecho y envidia que resultaron en la transformacin de la mujer espritu de los comienzos de los tiempos, Nungi, en el espritu maestro contemporneo de la tierra del jardn y de la arcilla de la cermica. Independientemente de la forma en la que estas historias sean contadas por personas de habla jbara, zpara o quichua amaznica, la direccionalidad este-oeste desde los tiempos-lugares del inicio impone un orden en un sistema donde, durante el da, el Indi masculino proporciona la iluminacin energtica para que crezca la yuca, mientras que, en la noche, supervisada por la luna masculina, el subsuelo femenino Nungi nutre los tallos de mandioca, que son sus hijas, para promover el crecimiento. La siembra de esquejes de tallo de yuca, lumu jichana, la realizan las mujeres cuando hay luna llena para que cada nuevo jardn de yuca disfrute de una ontogenia de quillu pachama, la antigua iluminacin amarilla fecunda sin los peligrosos poderes ardientes asociados con el sol. La logenia mitopotica cultural-ecolgica del mtico-tiempo-espacio (unai) a los tiempos-espacios iniciales (callari rucuguna) a travs de los tiempos de destruccin a los tiempos de los abuelos a los tiempos del ahora estn representados en sus respectivos dominios en la ontogenia de la huerta de la yuca. La reorientacin topogrca Se produjo una reorientacin en la topografa poltica indgena en el norte de Amrica del Sur con la llegada de los incas y luego con los espaoles. La orientacin cosmolgica incaica era este-oeste, enfocada en el sol naciente y poniente (Rowe, 1946, p.300). Pero, en su conquista de los Andes, la orientacin poltico-econmica subvirti esta direccionalidad primordial este-oeste en el Imperio del Tahuantinsuyu e impuso una orientacin sur-norte que en muchos sentidos atenu los sistemas amaznicos de los centros de la emergente economa poltica andina (Richardson, 1994). Los espaoles, intrigados como estaban por las posibilidades de explotar el oro en la Tierra de El Dorado y los provechosos productos de la canela americana, el tabaco, el pimiento, la bra de rastrillo, las calabazas, los recipientes de mate, el algodn y los tintes en la Tierra de La Canela hacia el este, mantuvo sin embargo la direccionalidad primaria norte-sur tan contradictoria con la cosmovisin amaznica. Adems, la activa resistencia indgena a la conquista y la explotacin colonial, que comenz en el territorio Quijos y en el territorio jbaro ya en 1579 (Santos-Granero, 1992, p. 215), levant barreras a la integracin poltico-econmica entre las tierras altas y las tierras bajas y exacerb la fractura entre los Andes y Amazona. Las relaciones sociales reales, sin embargo, entre los pueblos amaznicos y andinos quizs se intensicaron durante la reorientacin hegemnica del espacio-tiempo incaica y ms tarde espaola. Los Canelos Quichua El pueblo Canelos Quichua del centro-este de Ecuador es un pueblo amaznico que vive en la periferia del Amazonas occidental, en una nacin andina. Los Canelos Quichua son de la selva tropical con dosel del Alto Amazonas, y son uno de los muchos pueblos indgenas de Ecuador cuyas orientaciones culturales resuenan entre s, aunque pueden ser diferentes en detalles. De vez en cuando, los pueblos indgenas tanto de las tierras bajas como de las tierras altas, junto con otros de diversas clases socioeconmicas, se han movido como una fuerza poltica quilistica amaznica-andina unida por sistemas culturales que se entrecruzan para cambiar la faz de la nacin. Muchos Canelos Quichuas se casaban con Achuar y Jbaros Shiwiar, y en menor grado con Jbaros Shuar. Es probable que aproximadamente el veinte por ciento sean bilinges en Achuar. Su nombre deriva del asentamiento ampliamente disperso de Canelos, dentro y fuera del cual los frailes dominicos se movan de vez en cuando para agrupar temporalmente a segmentos de la gente y lanzar sus visitas misioneras aqu y all en un extenso y vasto territorio escarpado y montaoso de selva tropical que Espaa reclam sobre la dominacin portuguesa pendiente. Culturalmente, el territorio de Canelos Quichua incluye especialmente regiones del sistema del ro Bobonaza, adems de Puyo y Canelos (hacia el este), Pacayacu, Sarayacu, Teresa Mama, Montalvo, hasta el Nuevo Andoas en Per, donde se encuentran otras ramicaciones de la cultura. Los Canelos Quichuas del norte han vivido durante mucho tiempo en los bordes del territorio Waorani en sectores de las regiones de los ros Villano y Curaray (Reeve, 1993-1994, 1994, 2008; Cabodevilla, 1994). Dentro de su territorio, el pueblo Canelos Quichua parece emerger de una conuencia de pueblos Zpara (especialmente Zpara, Andoa y Shimigae) y Jbaro (especialmente Achuar) en la regin del ro Bobonaza. Al norte de la Bobonaza y al sur, las hostilidades entre los pueblos zpara y jbaro escalaron en hostilidades mutuas, pero fueron amortiguadas por una cultura emergente y en expansin cuyos portadores hablaban un dialecto del idioma quechua identicado como Canelos Quichua. Etnognesis el surgimiento de un pueblo en tiempos y lugares especcos, dentro de la historicidad indgena y en la historia occidental lleg a denir claramente al pueblo Canelos Quichua en los siglos XVI, XVII y XVIII como una identidad cultural sostenida, forjada por una sinergia de zparos y jbaros mutuamente hostiles. El pueblo jbaro se comunicaba a travs del idioma quichua. Y nuevamente surgen en la memoria indgena en varios idiomas como una fuerza cultural de la Amazona en un momento en que la Repblica Liberal del Ecuador aparece en el escenario capitalista mundial en la dcada de 1890. Este perodo se recuerda apropiadamente como alfaro rucuguna, uno de los muchos Tiempos de Destruccin. El nombre alfaro proviene del gran caudillo liberal Eloy Alfaro Delgado, a veces conocido como el indio alfaro. Quechua amaznico e incico En cuanto a la lengua, la aclaracin de Bruce Mannheim (1991) sobre las dos divisiones del quechua ayuda a despejar el camino para dejar de lado los estereotipos errneos ms comunes. La primera dicultad para entender la etnognesis es el mero hecho de que el quichua est emparentado con el quechua, ms conocido como la lengua del Inca imperial. Todos los dialectos del quechua, incluidos los conocidos como quichua (kichwa), se asocian con frecuencia, aunque errneamente, exclusivamente con las regiones altoandinas de Ecuador, Per y Bolivia. Mannheim deja muy claro que el quichua de Canelos pertenece a una rama septentrional del quechua perifrico y que el quechua incaico pertenece a una rama meridional del quechua perifrico. Ambos divergen radicalmente del quechua central. El quichua canelo y el quechua incaico estn emparentados, pero uno de ellos probablemente no deriv del otro. El quichua perifrico de los incas fue una lengua de conquista en el Ecuador andino en el siglo XV, pero su entrada en lo que se ha convertido en el territorio del quichua de los Canelos y su eventual dominio sobre las lenguas jivaroanas y zaparoanas en partes de las regiones amaznicas de Ecuador sigue siendo un problema intrigante. Es posible que haya sido introducido desde la regin sureste (amaznica) de San Martn, Per, como suger en Sacha Runa en la dcada de 1970, una posicin que Mannheim apoya. Este ujo de sureste a noroeste sera a travs de la regin del Valle del Maran. Aunque est claramente relacionado con los dialectos quichuas andinos ecuatorianos, hay rasgos conservadores de los dialectos quichuas amaznicos que quizs se relacionan con el Per amaznico, ms estrechamente que con los Andes ecuatorianos7. Rasgos denitorios del pueblo indgena Canelos Quichua Los Canelos Quichua maniestan en todo su territorio caractersticas que, en su conguracin especca, no son sino parcialmente compartidas con sus vecinos. Caracterizo brevemente a estos ltimos para mostrar por qu no los agrupo simplemente como quichua de la selva, como se ha puesto de moda en algunos sectores. Los siguientes temas y complejos culturales agregados son importantes para la discusin de la cultura quichua de Canelos. Interculturalidad extraordinaria y no solo multiculturalidad. La autenticidad histrica de las relaciones con los pueblos zparos (Zpara y Andoa-Shimigae) y con los pueblos jbaro (especialmente Achuar y Shiwiar) es determinante. En los aos 2000, estas historicidades han sido cruciales para denir la etnognesis de los pueblos Andoa, Zpara, Shiwiar y Achuar en una re-territorializacin de las etnias, como separadas - aunque interculturales. Gow (1993) explora la dinmica de tales sistemas para sectores del Amazonas occidental en Per y Ecuador. Los hombres y mujeres Canelos Quichua buscan equilibrar el conocimiento experiencial (ricsina) con el conocimiento cultural (yachana) y la experiencia visionaria (muscuna) con el aprendizaje (yuyana, yuyarina). Central para el paradigma transformador que involucra estos conceptos crticos es el yachaj, el que sabe, el poseedor del conocimiento. Este concepto a menudo signica chamn cuando se aplica a los hombres, pero tambin puede usarse para referirse a las maestras alfareras8, que tambin se conocen como muscuj warmi, o sinchi muscuyuj warmi, 7 Para asegurarme de que presentaba esto de forma justa, envi esta seccin a Bruce Mannheim, quien, el 22 de julio de 2008, respondi: Aadira que uno de los problemas de las clasicaciones existentes de la familia quechua es que las fronteras nacionales modernas se utilizaron de forma anacrnica como nodos en las clasicaciones, al menos tcitamente, creando subgrupos quimricos como el quichua ecuatoriano, el quechua boliviano y los dos subgrupos peruanos. Esto tiene mucho ms que ver con los arreglos institucionales en torno a la erudicin que con las historias de las lenguas mismas; as que, incluso desde el punto de vista descriptivo, los lingistas han tendido a pensar en (y describir) las variedades quichuas de las tierras bajas como quichuas de las tierras altas desplazadas -de ah el desacuerdo que usted y yo tuvimos con Rodolfo Cerrn en el taller de Urbana hace dos aos. Los problemas son similares en la vertiente oriental de los Andes alrededor de la frontera con Bolivia. 8 [Nota del traductor]: Si bien en el artculo original, el ttulo master potter no lleva gnero y por ende puede referirse tanto a hombres como a mujeres, en este caso cultural, son las mujeres quienes generalmente llevan adelante el trabajo de alfarera, incorporando tanto lo pragmtico como lo cultural y espiritual. mujer visionaria y fuerte. Este paradigma pertenece a dos reinos de existencia, uno llamado ucanchi yachai (nuestro conocimiento cultural), y el segundo shuj shimita yachai (otro conocimiento cultural). Como nos demuestran una y otra vez los chamanes y los maestros alfareros, no se puede entender la percepcin del propio pueblo sin comprender algo de las formas de vida y los procesos de pensamiento de otros pueblos. Esto se traduce perfectamente en el espaol moderno de la interculturalidad, una de las seas de identidad del movimiento indgena ecuatoriano contemporneo y un concepto que ahora est inscrito en la nueva constitucin ecuatoriana de 2008. Un paradigma particular de conocimiento, poder, visin y reexividad no se traslada fcilmente a otros sistemas amaznicos o andinos, pero recuerda a muchos de ellos cuando se generaliza en la interculturalidad. Volvamos ahora a la lista de caractersticas complejas particulares que han caracterizado durante mucho tiempo a la cultura Canelos Quichua. Un sistema de parentesco con fuerte nfasis en la intergeneracionalidad y la anidad, en el que las personas reelaboran continuamente sus vnculos afectivos para consanguinizarlos, por as decirlo. En este sistema, un matrimonio, ya sea por acuerdo o por escapada, es asimiladonalmente como una rplica de la anidad que resulta de la descendencia de las generaciones de los abuelos. Y en estas generaciones la historicidad de la interculturalidad es nuevamente confrontada, absorbida y elaborada. Un sistema de transmisin cultural de conocimientos e imgenes de forma paralela a travs de los hombres y de las mujeres. Los hombres transmiten imgenes y conocimientos culturales a otros hombres, a travs de la gnosis chamnica, mientras que las mujeres transmiten imgenes y conocimientos a otras mujeres a travs del diseo, la decoracin y la imaginera de la cermica amaznica, probablemente de origen tup. No se puede exagerar la importancia de las tcnicas cermicas y de la imaginera en la transmisin cultural en la cultura Canelos Quichua, algo que no se comparte con los pueblos vivos de la Amazonia ecuatoriana o de los Andes ecuatorianos7 . Un sistema festivo que tiene elementos de actuacin de las sociedades amaznicas y de las sociedades andinas, pero que sin embargo surge repetidamente en las fuentes histricas y persevera en el presente, como nico en su conguracin. De vital importancia aqu es que esta esta de parentesco, que narra en una representacin el origen del pueblo antes y despus de la destruccin, y a la vez que conduce a la destruccin, tambin conecta al pueblo vivo con la dominacin histrica y contempornea del mundo exterior y representa una resistencia a esa dominacin que, en su misma representacin, amenaza con desencadenar las terribles transformaciones que condujeron y conducen al n del mundo. Este festival personica la accin dramtica de lo que Lawrence Sullivan (1988) llama el Primordium (el comienzo de todo) y el Eschaton (el nal de todo). Aqu, como es caracterstico de otros sistemas de culturas amaznicas, la representacin ritual para expresar el nal de todo -el Eschaton- precede a los orgenes mticos del mundo y de la gente -el Primordium. Con esta aclaracin vuelvo a los temas de la etnognesis y la indigenizacin de la modernidad. Etnognesis y la indigenizacin de la modernidad En la primavera de 1992, los Canelos Quichua, Achuar y Shiwiar marcharon colectivamente hacia Quito en un conmovedor drama social conocido como La Marcha por la Tierra y la Vida. Siguiendo inicialmente el camino este-oeste del sol, 3.000 caminantes ataviados con tocados de plumas y pieles de animales, las mujeres con cuencos de cermica para beber y los hombres tocando tambores de caja, soplando cornetas de cermica, tocando autas verticales y transversales y, en un par de casos, llevando y tocando gongs de hendidura, comenzaron a subir por las laderas andinas. La primera noche el grupo pernoct en Ro Verde, en una autntica montaa, donde grupos de chamanes tomaron colectivamente Banisteriopsis caapi y se comunicaron sobre los antiguos vnculos con los antepasados y los espritus. A continuacin, se produjo una reunin de pueblos amaznicos y andinos en la localidad andina de Salasaca, donde se inform de la comunicacin intercultural entre diversos seres humanos y diversos espritus nunca antes experimentada por los pueblos vivos. A medida que la procesin aumentaba en nmero y se diriga hacia el norte, hacia Quito, fue descrita como jistashina, como un festival; y amarunshina, como una anaconda. La llegada a Quito, un campamento en el Parque El Ejido y un sinnmero de actividades que iban desde curaciones chamnicas por parte de los hombres y demostraciones de alfarera por parte de las mujeres, hasta dramticos actos de desobediencia civil, forjaron un sistema en el corazn del poder de la experiencia quitea que result en la concesin de ms de un milln de hectreas en la Amazona para ser repartidas entre las etnias indgenas -algunas an emergentes e incipientes- de la provincia de Pastaza. La historia completa de la caminata milenaria a Quito es larga y complicada (Whitten et al., 1997; Whitten y Whitten, 2008). Pero lo que quiero decir es que los indgenas crearon su nicho en la nacin moderna como alternativa al capitalismo occidental. Una indigenizacin de la modernidad amaznica se demostr en el corazn y el cerebro del sistema de poder de Ecuador -el Quito andino- desde donde se ramic a nivel nacional y mundial. Esta indigenizacin de la modernidad amaznica se imprimi rpidamente en la cara de la repblica andina, al igual que la Genipa americana de Jilucu se imprimi en la cara de la luna. Aprovechando el triunfo de 1990, cuando se produjo un levantamiento indgena en todo el pas, en 1992 un sinfn de pueblos no indgenas del Ecuador y un segmento amaznico de indgenas, pudieron verse con bastante claridad. La interculturalidad fue y sigue siendo subrayada a travs de los Andes y de la Amazona ecuatoriana en declaraciones pblicas desde 1992. Esta oleada de interculturalidad ideolgica cobr un enorme impulso durante la guerra no declarada con Per en 1995, cuando miembros destacados de las fuerzas armadas ecuatorianas reconocieron el papel clave desempeado por personas de las culturas shuar y afroesmeraldea de las regiones del oriente y occidente ecuatoriano. Sin embargo, no se mencion el papel de la unidad indgena del servicio especial IWIAS, estacionada en Shell, compuesta principalmente por soldados Canelos Quichua, adems de soldados Shuar (el nombre Iwias proviene de un monstruo canbal jbaro.) Auto-esencializacin Los manifestantes y acampados de Canelos Quichua, Achuar y Shiwiar se esencializaron claramente. Un ejemplo de esto fue la narracin de mitohistorias colectivas interculturales a quienes intentaron escuchar en el parque El Ejido de Quito. Las breves historias contadas a los reporteros se referan a caminatas anteriores desde el Alto Amazonas hasta Quito, y los Runa acampados eran especcos en cuanto a cules de los viejos de los tiempos de los abuelos hacan tal caminata, dnde se detenan a descansar, y cmo en algunos casos los ancestros de los viejos los acompaaban como espritus retornados en forma de grandes jaguares. Al relatar esta historia no tan lejana los narradores queran que los oyentes supieran que la caminata hacia el occidente y el norte hasta Quito para evitar la catstrofe se ubicaba plenamente dentro de la modernidad etnogentica de este cuerpo indgena vivo. Cuando llegaron a Quito, los caminantes eran unas 10.000 personas, entre las que haba afroecuatorianos costeos y andinos. Un mito trascendental de la creacin de la cermica de arcilla Tambin se relat un episodio mtico en los tiempos-lugares de inicio, pero fue ms difcil de seguir para la mayora de los oyentes. Este episodio es uno de los que Claude Lvi- Strauss, en su libro The Jealous Potter [El alfarero celoso] (1988), llama el mito esencial en la cosmologa jbaro (se reere solo a los Shuar). El mito es central en la cosmogona Canelos Quichua, aunque Lvi-Strauss apenas menciona a estos pueblos o su cermica. De hecho, cuando Rafael Karsten (1935,p. 99-100; tambin D. Whitten, 2003, p. 85; Whitten y Whitten, 2008, pp.102, 169) escribi sobre cmo el pueblo quichua de Canelos llev su alfarera a un notable grado de perfeccin, enfatiz el enfoque cultural por excelencia de esta cermica en contradiccin con la de los Shuar (jbaro). La omisin de la cermica Canelos Quichua es particularmente extraa en el extenso discurso de Lvi-Strauss, ya que la manufactura de la cermica, la imaginera, el simbolismo, el uso cotidiano, festivo y ritual constituyen un lugar trascendental en la cosmovisin, cosmogona e historicidad de los Canelos Quichua, en formas que no son evidentes en absoluto entre los Shuar. El hecho de que el propio Lvi-Strauss recurra a Karsten para obtener informacin sobre la cermica y la cosmologa hace que este nfasis en el Jbaro y la casi negacin de los Canelos Quichua sea an ms desconcertante9. Esto nos lleva a la historia de la Mujer Calabaza y el Hombre Luna, uno de los muchos cuentos de este tipo contados por hombres y mujeres indgenas en el parque El Ejido de Quito en la primavera de 1992. Aqu ofrezco algunos elementos clave antes de volver a las razones de su omisin en la oeuvre [obra] de Lvi-Strauss. La Mujer Calabaza y el Hombre Luna10 En los tiempos-lugares de inicio (callarirucuguna) la hermosa y voluptuosa Mujer Calabaza, la mayor de las cinco o seis hijas de la Mujer Murcilago Viuda viva en lo profundo del bosque en una gran casa ovalada rodeada de un enorme jardn (las otras en orden de nacimiento son la Bixa orellana, la Genipa americana, la Mujer Maz y la Mujer Frijol Fijador de Nitrgeno). La mujer alimentaba a su marido con calabaza verde sin cocinar, que l detestaba. l la acus de guardar las calabazas maduras y cocinarlas para s misma, pero ella le mostr que se haba cosido los labios y le dijo, con la boca cerrada, cmo voy a comer calabaza cocida, no puedo ni abrir la boca (esto lo dijo con los labios cerrados el narrador). Pero, engandola, logr presenciar cmo cocinaba calabaza madura y abra bien la boca, estirando los hilos elsticos. Muy enfadado, la maldijo y se dirigi a una liana de escalera-cielo, llamada chaca (o chacana), por la que haba descendido en la historia anterior. Esta escalera es una especie de enredadera Bauhinia jadora de nitrgeno, un cono contemporneo de la selva tropical de un mtico axis mundi. Comenz a subir, tocando canciones tristes en su auta travesera de tres agujeros. Rpidamente, la Mujer Calabaza se escabull alrededor de la gran casa ovalada, orientada con precisin hacia el este-oeste, con un eje central que iba en lnea recta hacia arriba y hacia abajo. Recogi todo y coloc su parafernalia femenina, incluidos los artculos para la alfarera, en 9 La versin original en francs de El alfarero celoso es uno de los siete libros completos reeditados en un volumen, Oeuvres, para celebrar la importancia de Lvi-Strauss para un nuevo tipo de etnografa y antropologa en la vspera de su centenario. El crtico Patrick Wilcken (2008), escribiendo para The Times Literary Supplement, resume este grupo de publicaciones de la siguiente manera: En ellas [Lvi-Strauss] at los cabos sueltos, persigui cuestiones diversas que haban quedado pendientes del original cuarteto Mythologiques, al tiempo que aclara los argumentos y responde a las crticas. Tambin este crtico menciona nicamente la mitologa jvara en relacin con la imaginera y el simbolismo de la cermica. 10 Vase la nota 5. una enorme bolsa de red o cesta que se colg a la espalda. Comenz a subir, y a subir y a subir. Pero el Hombre de la Luna lleg al cielo, la vio subir y, muy enfadado, le dijo: Me has difamado al intentar engaarme. Cort la escalera de vid y ella y todas sus pertenencias de la casa y del jardn cayeron a la tierra con un gran golpe, y ella se rompi la espalda, y defec. Entonces Quilla sopl sobre la mujer con su aliento mgico, Suuuuuuuu Jilucu dijo, te conviertes en Jilucu (el pjaro comn de Potoo), y tus heces se convertirn en arcilla especial para cermica. El ayllu jista anual (festival del parentesco) Durante la Marcha por la Tierra y la Vida desde Puyo, en la Amazona, hasta Quito, en el norte de los Andes, los participantes indgenas describieron al acontecimiento como una esta. Mary-Elizabeth Reeve, tras dieciocho meses de intensa investigacin etnogrca en Curaray, escribi lo siguiente sobre el signicado de su esta la historia comparte con el ritual el proceso de rearmacin y renegociacin potencial de una realidad social compartida (vase tambin Reeve, 1985, pp. 138-178; 1988a, pp. 121-156; 1988b, 2008; Whitten, 1976, pp. 165.202; Whitten y Whitten, 2008, pp. 119-166). Los Curaray Runa forman parte del sistema cultural del que vengo hablando. Los Canelos Quichua celebran una esta anual (o a veces semestral) en cada territorio y casero donde hay una manifestacin del dominio catlico: una capilla, o incluso solo un nicho con una cruz. Mientras los hombres salen a cazar durante dos semanas en busca de animales de la selva y de peces, las mujeres fabrican conjuntos muy signicativos de cermica y litros y litros de asua, un brebaje hecho con mandioca cocida masticada. La esta misma se divide en funcin de un mito central basado en los tiempos-lugares de inicio, el de la unin de Quilla, la luna masculina, y Jilucu, el pjaro Potoo femenino que se transforma mticamente en Nungi, el espritu maestro de la tierra del jardn y la arcilla de la alfarera. La variedad de imgenes creativas que se imparten a las vasijas de cermica es enorme (Whitten y Whitten, 1988), pero en cada festival alguien hace una egie de la luna y alguien hace una de Jilucu. La propia divisin de la esta es en dos partes, la parte masculina de la luna y la parte femenina de Potoo, cada una representada por una casa de la esta orientada en un eje preciso este-oeste. A medida que la esta avanza con los participantes movindose en masa de un lado a otro de las dos casas, juntndose unos con otros y luego separndose, los hombres y las mujeres cantan en falsete sobre sus antepasados, sobre el inicio de los tiempos, y sobre el unai, el tiempo del caos amorfo cuando todo era sensible pero aquellas criaturas que iban a convertirse en humanos histricos y contemporneos se arrastraban sobre las manos y las rodillas como bebs y hablaban solo en zumbidos de dos tonos, mm mm . Este hum que, por cierto, el chamn utiliza en la sesin para evocar el mm mm espacio temporal mtico (unai) antes de traer a los espritus maestros del ro y la selva en forma de la anaconda gigante y el gran jaguar negro. Mientras bailan, las mujeres mueven la cabeza para hacer que su pelo vuele de un lado a otro como anlogo femenino del Nungi a este zumbido chamnico masculino. La esta culmina con la invocacin ritual de un simulacro hecho de palo de bamb de la gran anaconda multicolor desde el ro; lo cargan cuatro hombres runa que representan a los jaguares negros. Atraviesan la capilla catlica, si es que la hay, y la destruyen simblicamente, dando lugar a la gran convulsin de la actividad volcnica, la inundacin y la oscuridad en la que los indgenas son arrastrados hacia el este y hacia el mar uvial. Tucurina, acabar con todo, es es llevado a cabo a travs de la representacin. Esto pone n al festival en una representacin de lo que Lawrence Sullivan (1988) llama el Eschaton. En el parque de El Ejido, en Quito, a nales de la primavera de 1992, los indgenas trataron de transmitir ese imaginario a los interesados en su llegada. Y fracasaron. En lugar de escuchar a los indgenas amaznicos reunidos, se plantearon preguntas sobre ellos, preguntas que pueden ser consideradas como distorsiones epistmicas que podran impedir nuestra comprensin de las mltiples manifestaciones de la indigenizacin de la modernidad. Distorsin epistmica Quines son estos indios?, preguntaron muchos. De dnde vienen?. No son jbaro (shuar); no son auca (waorani). Otros respondieron: son los yumbos, antiguos indios aculturados del Oriente, que venan a Quito a curar y a comerciar. Algunos quiteos recordaron que, en las pequeas comunidades indgenas de los alrededores de Quito, y en el sur de la ciudad, existe una representacin ritual andina durante la poca del Corpus Christi, donde se representa la llegada de una comparsa de yumbos. Los yumbos llegan, bailan y transforman el escenario performativo abierto en un drama de la selva tropical en el espacio de la muerte amaznica. Los bailarines signican el poder chamnico salvaje y libre de los salvajes desnudos, y el poder comercial de la conectividad andino-amaznica del Yumbo orientado al mercado. Dos bailarines de yumbo se dividen en depredador (cazador auca- con lanza) y presa (yumbo-como-pecar-persona). El pecar huye a travs de un bosque de lanzas de palma que llevan los otros artistas masculinos, pero el cazador lo atrapa escondido en un tambo, un refugio o lugar de descanso amaznico, y lo mata. Entonces, tras el pago de una cuota a un chamn, el pecador resucita y se transforma en el Yumbo, y comienza la danza andina del deleite. Esto es lo que Lawrence Sullivan (1988) llama el Primordium, donde la vida surge de la muerte violenta. Mientras que la Yumbada es una esta en la que la gente juega (pugllana) con imgenes y smbolos (Salomon, 1981; Fine-Dare, 2007), la gente de la Amazonia en el parque El Ejido de Quito en 1992, ms all de la representacin, se encontraba en un proceso pragmtico de creacin. Aqu no haba juego. La acampada fue muy seria. De hecho, los indgenas del parque El Ejido se plantearon la cuestin de si viviran para volver a sus propios territorios, o si estaban frente a un inminente tucurina (acabar con todo). Muchos transentes cercanos al parque miraban hacia otro lado, y decan que su ciudad estaba en estado de contaminacin. Son indios alzados, decan, indios fuera del lugar. Nos recuerda el anlisis de Mary Douglas sobre las anomalas y la suciedad como materia fuera de lugar. Siguiendo su modo de pensar, Rudi Colloredo-Mansfeld (1999) escribi sobre los estereotipos de los indios sucios, rerindose a las nociones mestizas de indios fuera de su lugar. La Marcha por la Tierra y la Vida dio como resultado la adjudicacin, a los indgenas de la provincia de Pastaza, de ms de un milln de hectreas de territorio supercial, iniciando una lucha por la posesin legal y cotidiana que contina hoy en da en dimensiones cada vez mayores debido al control estatal del petrleo y los minerales del subsuelo. La lucha se tradujo en el abandono temporal por parte de los runas de Sarayacu en 2002 y, durante algunos aos despus, de su esta de parentesco y en la sustitucin por encuentros de tipo guerrillero con la gente de las compaas petroleras por los derechos del subsuelo. En 2007, uno de los lderes del movimiento antipetrolero, Marlon Santi, fue elegido presidente de la Confederacin de Pueblos Indgenas del Ecuador, CONAIE, con sede en el Quito andino. Es el tercer presidente amaznico de esta organizacin nacional habitualmente asociada solo a los Andes. Historia colonial y etnognesis Segn el gobernador de la provincia de Maynas (Per), Francisco de Requena y Herrera (1991[1784]; tambin Cabodevilla, 1994, p. 476), el sector Puyo-Canelos de la precordillera andina-superamaznica era el punto de partida para los viajeros hacia el territorio espaol Huallaga-Maran, controlado por los jesuitas, de la Misin de Maynas con su locus en la conuencia de los ros Huallaga y Maran, fundada en 1638 (los jesuitas fueron expulsados en 1767). En el siglo XVIII, y probablemente antes, Canelos era la central cultural no solo entre los Andes y la Amazonia, sino tambin para los zparos de los sistemas uviales Napo, Curaray, Conambo, Bobonaza e Ishpingu, los achuares de los sistemas uviales Capahuari y Copataza, y algunos de los shuar del sur, entonces y ahora conocidos como los Chirapa. Hace ms de treinta aos, Marcelo Naranjo (1977) argument que Canelos surgi y perdur como una regin de refugio para personas de todas estas reas, y como tal fue el sitio de preferencia para los curas viajeros y exploradores que buscaban trabajo y conocimiento. El concepto de etnognesis no se reere solo al sentido propio de un pueblo de llegar a ser; en la historia occidental se reere tambin al simbolismo del ser como un hecho social y cultural de la historia. Como tal, la signicacin cobra importancia. Las personas se recuerdan y se inscriben no como quienes dicen ser, sino como fueron o son nombradas, enmarcadas y escritas. Lo que el nombre de un pueblo representa es lo que signica el simbolismo. El difunto Edmund Leach (1982, p. 107) argument que el nombramiento de las relaciones marca el comienzo de las sanciones morales. Para la Iglesia primitiva en esta regin -los dominicos a nales del siglo XVI- el simbolismo de Canelos era el de una reduccin (nucleacin) para controlar a los salvajes jbaros y zparos, entre otros. La reduccin, despus de todo, era lo que se esperaba que la misin lograra, y solo poda hacerlo si armaba que, efectivamente, haba ejecutado la tarea de semicivilizacin de la cristiandad colonial como cua entre los pueblos salvajes. En pocas palabras, el mantenimiento de una polaridad occidental entre manso y feroz, aculturado y prstino, era esencial para la misin de estos hombres religiosos. A cada lado de la dicotoma no encontramos humanos sino indios, un apelativo de mltiples estigmas aplicado originalmente a todos los pueblos nativos de Amrica por Cristbal Coln en 1493, y elaborado posteriormente a medida que el mercantilismo occidental temprano se transformaba en el capitalismo moderno. En el momento en que los conceptos de indios y Canelos y Jbaros se imprimen en la historia, todos los indios han sido separados del desarrollo occidental, y han sido divididos en -y contrastados como- los cristianos reducidos, en un lado de la polaridad, y los salvajes paganos en el otro -los mansos y los salvajes. Franois Pierre (1889) documenta de manera convincente que los dominicanos dividieron cuidadosamente el territorio de Macas-como-Jbaro del de Canelos.como-Quichua el primero como salvaje y el segundo como semicivilizado y se esforzaron por mantener esta distincin, aun cuando utilizaron las mismas tcnicas de reduccin y evangelizacin en ambos sectores salvajes y semicivilizados de su dominio. Aunque se los clasic a perpetuidad como paganos -primitivos salvajes-, algunos jbaros tambin fueron bautizados. En efecto, el clebre guerrero Sharupe, lder de los Chirapa, que mantuvo una guerra constante contra los pueblos de la zona de Puyo-Canelos, fue bautizado con gran pompa eclesistica como Jos Mara Sharupe en la Riobamba andina en la dcada de 1890 (poca del alfarorucuguna, uno de los muchos perodos de destruccin). Los jbaros tambin se nuclearon mientras los canelos permanecan esencialmente dispersos y resistentes a la proselitizacin. Historicidad La gran relevancia que se le da a los eventos y personas del pasado en el discurso indgena (Whitehead, 2003; Whitten y Whitten, 2008)- entra de nuevo en nuestra comprensin antropolgica. El concepto de Runa como ser plenamente humano, resurge como focal en varios territorios del Alto Ecuador amaznico en la dcada de 1890. El hecho de que territorio y Runa corran juntos a travs del tiempo y el hecho de que los Shuar, Achuar, Shiwiar, Andoa- Shimigae y Zpara en varias localidades usen a menudo la palabra Canelos para referirse a la gente de los territorios Runa, lleva a enfocar el trmino Canelos como una forma etnogentica de vida multicultural e intercultural que se desarroll desde la antigedad y se proyect en historias especcas de un Estado-nacin y tres vastas regiones: Amazonas, Andes y su compleja interfaz andino-amaznica. Distorsin epistmica, estructuralismo acadmico y estructura de coyuntura El estructuralismo, en sus versiones lvi-straussianas, como se maniesta, por ejemplo, en la serie Mythologiques, de cuatro volmenes, o en sus modalidades neoestructuralistas (Carneiro da Cunha 2007, p.vii; Fausto y Heckenberger 2007, p.8), es primordial de un momento terico prolongado de los estudios amaznicos. El otro momento o movimiento es el de la ecologa cultural, que a menudo parece empeada en eliminar la cultura del proceso de anlisis. Marshall Sahlins (2000, p.17) escribe que el estructuralismo y la ecologa cultural crean una cismognesis terica, una atmsfera de diferencias irreconciliables. Siguiendo a Lvi-Strauss, aunque cuestionado ampliamente por estudiosos como Jonathan Hill (1988), Terence Turner (1988) y Neil Whitehead (2003), por nombrar solo a tres, la nocin lvi-straussiana de sociedades fras inextricablemente ligadas a ciclos mticos interminables y por tanto incapaces de formar parte de la historia occidental, motiva a demasiados colegas (p. ej. Taylor 1999, pp. 194-196) a considerar a pueblos como los Canelos Quichua y los Napo Runa, como ejemplos de un enigma amaznico generalizado en Ecuador. En lugar de entender su sistema tal y como ha surgido en la historia y se ha involucrado (y se involucra) en la economa poltica nacional de vez en cuando, aplica muchas etiquetas que especican o implican marginalidad, hibridacin, aculturacin y anomala. Simple y sencillamente, los Canelos Quichua son demasiado calientes para tratarlos estructuralmente. Turner (1988, p. 238) llama a esto la falacia del Fahrenheit equivocado. En lugar de entender su sistema de orden y desorden social y sus orientaciones culturales, se les tilda de incazados, hibridizados, cristianizados y otros apelativos que contrastan con los autnticos jbaros. Los matices de la dominacin dominicana ensombrecen el esclarecimiento etnogrco o etnohistrico sobre los pueblos y sus transacciones en esta regin. Pero la estructura se encuentra en las coyunturas, como ha defendido durante mucho tiempo Marshall Sahlins (1981, 2000). Sahlins toma el concepto de coyuntura del historiador Fernand Braudel (1980[1958]) para quien una coyuntura es un perodo de tiempo dinmico de entre diez y cien aos. La idea es comprender el esquema cosmolgico de un pueblo determinado tal y como se articula con la pragmtica de la economa poltica cambiante. Para Sahlins, los puntos de referencia particulares de los esquemas cosmolgicos indgenas y la economa poltica cuasi.hegemnica constituyen la estructura (vase tambin Ohnuki-Tierney 1990, p. 9). Para entender las estructuras de coyuntura, dejamos de lado los supuestos occidentales de que la estructura est separada de la historia y los acontecimientos, y tomamos a las personas tal como son. Las relaciones ms destacadas que constituyen una estructura dinmica de coyuntura de los modos de vida de los Canelos Quichua pueden revelarse en un relieve exquisito en situaciones en las que los smbolos de su mitologa y las metforas mitohistricas se maniestan en el drama ritual y se fusionan con el conocimiento cotidiano y la accin pragmtica. La fusin, a menudo expresada en el canto y el arte cermico, se produce a travs de la gnosis chamnica masculina y a travs de la fabricacin e imaginera cermica femenina. Debemos explorar un poco esto. En la Introduction to a Science of Mythology [Introduccin a una ciencia de la mitologa], de cuatro volmenes, aprendemos en The Raw and Cooked (1969) [Lo crudo y lo cocido] lo que se sugiri antes en Structural Anthropology [Antropologa estructural] (1963a), Totemism [Totemismo] (1963b) y, especialmente, en The Savage Mind [La mente salvaje] (1966), que el mito es una clave relativamente pura del funcionamiento de la cultura porque sobrevive al cambio o la transformacin radical. El trabajo mtico rompe el ujo continuo de la cultura en segmentos que, aunque no son obvios para los propios nativos, sin embargo, pueden ser comprendidos por el analista sabio occidental en trminos de binarios recombinantes a travs de la expansin y contraccin de las oposiciones, sus clasicaciones y sus jerarquas imbricadas. Finalmente llegamos a la estructura de la mente que la cultura oscurece. En el cuarto volumen, The Naked Man [El hombre desnudo] (1981), llegamos al ritual, que, frente al mito, intenta (aparentemente en vano) rehacer en continuidades lo que est cortado en segmentos discretos de relaciones signicativas. Tanto el mito como el ritual son extrables de las matrices culturales para ser estudiados comparativamente por derecho propio (Handelman y Lindquist, 2004). El ejercicio estructuralista es siempre interesante; pero a-historiza todos los relatos, a menudo extirpa a los narradores que al analista le parece que no representan la lengua autntica prevista en la antropologa (se favorece el jbaro, se margina el quichua), y las acciones y praxis de las personas involucradas en eventos especcos se vuelven inexistentes. Los indgenas s participan en actividades polticas que realmente alteran la estructura del Estado-nacin. En el caso presentado ms arriba, describen su actividad como una esta, llevan su mitologa a travs del discurso ldico, el canto, la meloda, el ritmo y las imgenes de cermica a una fuerte conciencia y se esfuerzan por educar a la gente de otras culturas (shuj shimita yachai) sobre la durabilidad e incluso la adaptabilidad de sus formas de vida. De este modo, indigenizan la modernidad situndose ellos mismos y sus orientaciones culturales en yuxtaposicin coetnea con el sistema dominante (contra Johannes Fabian, 2002[1983]). La energa que irradia el Estado nacional es anloga a la luz del sol que nutre a la mandioca durante el da. Esto es fcil de comprender. Lo que es ms difcil de entender es que dentro de este mismo sistema de mitopotica existe el sentido de la fecundidad en la luz de la luna que rige la siembra de la mandioca, y la poderosa imagen femenina de los poderes de fertilidad del subsuelo para permitir que la mandioca crezca y haga la voluntad humana en lugar de ejercer su inherente poder femenino de chupar la sangre de los nios humanos. Si queremos entender la indigenizacin de la modernidad, debemos adentrarnos en las profundas metforas del propio indigenismo -la longue dure que sustenta la coyuntura-, y no transformar estos sistemas de signos y smbolos en un modo occidental. En resumen, debemos explorar la hermenutica indgena dentro de las mltiples modernidades dinmicas, evitando los hermetismos occidentales del desarrollismo unicado y los binarios sistmicos de salvaje y semicivilizado. Un antecedente destacado para este esfuerzo es Karl Marx, quien escribi: Tal como los pueblos expresan su vida, as son (Whitten y Torres, 1998, p. 25); otro es Michael Taussig (1987, p. 135) quien escribi: De lo representado saldr lo que trastorne la representacin. Michael Uzendoski (2005b, p. 252) adopta esta perspectiva en su etnografa de los Napo Runa: la gente de Napo habla [...] a travs de la voz y la potica del pachacutic-destruyendo, recuperando y transformando la sociedad y la historia. El concepto de pachacutij implica la transformacin (tucuna en quichua), que a su vez implica la articulacin de los esquemas cosmolgicos indgenas a la economa poltica existente. El smil como una anaconda fue utilizado en 1992 por los manifestantes indgenas para referirse a su cuerpo indgena colectivo ondulando hacia el poder de Quito. Los runas, en esta cultura, se aferran a una verdad csmica, que es comparable en su poder inefable al de la doctrina de la consubstanciacin de la Eucarista y la Resurreccin corprea de Cristo en el cristianismo catlico romano. Se trata del postulado csmico profundamente arraigado de que la anaconda del reino del agua est relacionada con el pene masculino en el dominio del hogar, una coyuntura de mecanismos de fecundacin que puede penetrar en el Estado-nacin y provocar un peligroso renacimiento. Esta metfora de la raz encaja muy bien con el concepto de Sullivan del Primordium de los sistemas religiosos sudamericanos. Cuando se encuentra una boa constrictor entre los Canelos Quichua, primero se la apalea con un palo y, luego, tras su muerte, se le corta la cabeza, se le quita el corazn que an late y se entierra el cuerpo lejos del agua. La cabeza y el corazn palpitante se llevan a casa, se transforman en sustancias mgicas y los restos se entierran lejos del cuerpo. El cuerpo se esfuerza siempre por crecer hacia la cabeza y, si lo consigue, se produce un fenmeno explosivo que restablece la vida, conocido como tupaj amarun, que provoca una gran agitacin masiva y, a veces, evoca el pachacutij, un retorno del espacio-tiempo de un pasado sano al de un futuro sano. En el discurso indgena podemos abstraer un fuerte sentido de intensicacin de la unin de nuestra cultura-otras culturas (ucanchi yachai-shuj shimita yachai). En la orientacin nacionalista, expresada por un sinnmero de comentaristas intelectuales y mediticos, nos encontramos con un verdadero renacimiento de la interculturalidad. La dualidad de la etnognesis Volviendo a la etnognesis, el simbolismo la clave de la semitica del estructuralismo es tambin nuestra clave para la estructura de la coyuntura. La emergencia cultural constituye un signicante. En el discurso indgena, lo que se signica es la unidad desde o incluso hacia la diversidad y la interculturalidad. Los tiempos-lugares de inicio, callarirucuguna, se acentan en lo que a veces parece una epifana de la percepcin del renacimiento cultural que surge de la muerte de las colectividades, en una gran transformacin (tucuna) desde su propio nal reexivo (tucurina). Sin embargo, la etnognesis en la historia (lo que se escribe) puede signicar a menudo una a-culturizacin -el traslado de la cultura de un sistema tnico a otro nuevo- y, por tanto, la prdida de la cultura del donante. Esta es la postura adoptada o implcita por Philippe Descola (1994), as como por Anne-Christine Taylor (1999), entre muchos otros. Es aqu donde radica la gnesis de la distorsin epistmica. Los Canelos Quichua no pueden ser si sus races prstinas se han entremezclado tanto como para negar la falsa suposicin histrica de tribus delimitadas que hablan lenguas distintas y que se pueden rastrear a travs de mltiples contactos con forneos, lo que Michel-Rolph Trouillot (1995) llama la ranura salvaje tanto de la antropologa como de los medios de comunicacin. La denicin de cultura de Saignes (1999, p. 61) encaja perfectamente en este espacio. Escribe: la cultura nativa colonial [...] carece de los atributos tradicionalmente asociados a las frases una cultura: consistencia interna y delimitacin externa. Las caractersticas de la cultura quichua de Canelos, enumeradas ms arriba, no encajan con las ideas de Saignes ni de Taylor sobre la cultura andina o la cultura amaznica, por lo que los atributos de la prdida de cultura, la aculturacin, la hibridacin, la incaizacin, la quichuaizacin y otros ms se amontonan para crear un turbio miasma de malentendidos. En el sistema runa que describo, la identidad se encuentra en la lengua quichua y tambin en los ancestros y antigedades Achuar y Zparo, y cada vez ms en los sistemas de ascendencia Andoa, Shimigae, Caninche e incluso Cocama. Existe una polaridad en la que la etnognesis indgena de un pueblo (Runa), de seres plenamente humanos, se opone a una etnognesis histrica occidental de indios a-culturados como se inscribe, por ejemplo, en la seccin de Tribus de la Montaa Peruano-Ecuatoriana in the Handbook of South American Indians [Gua de Indios Sudamericanos] (Steward and Mtraux, 1948). En el primeroindigenous ethnogenesis [etnognesis indgena] un vigor de la unidad que subsume la diversidad y un giro hacia la mitohistoria para la comprensin futura se personica. En el segundo historical ethnogenesis of a-cultured indians [etnognesis histrica de los indios a-culturados] un estupor de diversidad-hacia-la-hibridacin que lleva al mestizaje cultural crea un orden ideolgico nacional y tal vez antropolgico al silenciar la voz indgena (Brown y Fernndez, 1991, p. 213). Michael Uzendoski (2005b, p. 165) cuestiona esta distorsin epistmica: La pieza de Taylor, por lo dems estimulante, [...] perpeta el estereotipo al argumentar que los quichuahablantes amaznicos son nativos asimilados (mansos, dbiles), y genricos con ideologas histricas lineales y periodizadas muy diferentes a las de los grupos tradicionales de la regin. Esto es doblemente desafortunado, ya que se puede argumentar que la patria de al menos un gran sector de los jbaros se encuentra en el Piamonte andino del este de Loja, segn Mauricio Gnerre (conversacin personal, junio de 1988), mientras que los canelos quichua (pero no los Napo Runa) pueden tener una patria en San Martn, Per amaznico, en la cuenca sur del Maran. Incluso sin esa polaridad que juega al juego de quin es ms amaznico o ms andino que quin, es obvio que los jbaros y los quichua-hablantes amaznicos han tenido lazos verticales con los sistemas subandinos y amaznicos occidentales durante mucho tiempo y, adems, que sus culturas se han entrelazado para formar una regin de tradiciones trenzadas durante mucho tiempo. Retorno a la indigenizacin de la modernidad y la interculturalidad A estas alturas estoy seguro de que algunos lectores estn pensando en mi propensin a la esencializacin, un proceso que en las ltimas dos dcadas se ha considerado como una enfermedad antropolgica sustantiva similar al eclecticismo terico. Marshall Sahlins nos ayuda aqu. En Goodbye to Tristes Tropes, Sahlins lamenta la fuerte tendencia de los antroplogos contemporneos a evitar toda forma de esencialismo -a alejarse de las personas que quieren conscientemente que el mundo sepa quines son- y, en el proceso, a reinventar la tradicin o, como podramos decir, a resurgir en la cultura mundial de las culturas como pueblos distintos. Nos advierte de esta tendencia por analoga hegemnica histrica: En los siglos XV y XVI, un grupo de intelectuales y artistas autctonos de Europa se reunieron y empezaron a inventar sus tradiciones y a s mismos intentando revivir el aprendizaje de una cultura antigua que, segn ellos, era el logro de sus antepasados, pero que no comprendan del todo, ya que durante muchos siglos esta cultura se haba perdido y sus lenguas se haban corrompido u olvidado [... ] Crearon una tradicin autoconsciente de cnones jos y esencializados [...] Todo esto lleg a llamarse Renacimiento en la historia europea, porque dio origen a la civilizacin moderna [...] Qu ms se puede decir al respecto, salvo que algunos tienen toda la suerte histrica? Cuando los europeos inventan sus tradiciones [...] es un autntico renacimiento cultural, el comienzo de un futuro progresivo [etnognesis]. Cuando otros pueblos lo hacen, es un signo de decadencia cultural, una recuperacin facticia, que solo puede dar lugar al simulacro de un pasado muerto [la aculturacin]. (Sahlins, 2000, pp. 478-479) Agradecimientos. Una versin breve de algunas secciones de este ensayo fue preparada como el segundo discurso de apertura para la primera reunin de la Sociedad de Estudios Amaznicos y Andinos en Boca Ratn, Florida. Agradezco enormemente la invitacin de Rachel Corr para pronunciar este discurso, as como sus comentarios sobre una versin abreviada del mismo. El estmulo para ampliar la ponencia a su forma actual vino de Laura Rival, cuyo estmulo me llev a presentarla a Tipit. Gracias Laura. Kathy Fine-Dare y Mary-Elizabeth Reeve leyeron los primeros borradores del discurso de apertura y su ampliacin e hicieron comentarios signicativos que me ayudaron a enmarcar esta versin. Michelle Wibbelsman ley una primera y penltima versin y ofreci valiosos comentarios. Michael Uzendoski ha contribuido de muchas maneras a mi pensamiento y sus comentarios tras mi discurso en Boca Ratn ayudaron a enmarcar el manuscrito nal. Para aclarar algunos puntos sobre la historia y el lenguaje, respectivamente, escrib a Kris Lane y Bruce Mannheim, quienes respondieron rpidamente y con informacin precisa y detallada, lo que agradezco enormemente. Estoy especialmente en deuda con Sibby Whitten, cuya lectura cuidadosa y crtica mejor enormemente las versiones posteriores. Mi mayor deuda es con la gente de la cultura Canelos Quichua, y sus parientes Achuar, Andoa, Zpara, Caninche, Napo Runa, y otros, que nos han guiado a Sibby y a m a travs de las complejidades de sus vidas y patrones de pensamiento durante mucho tiempo. Bastante tiempo despus de terminar este trabajo, recib una copia del libro Time and Memory in Indigenous Amazonia: Anthropological Perspectives (2007), edited by Carlos Fausto and Michael Heckenberger. Salvo un par de referencias al neoestructuralismo, no he podido incorporar materiales de este libro a este ensayo. Referencias Bibliogrcas Becker, M. (2007). State Building and Ethnic Discourse in Ecuadors 1944-1945 Asamblea Constituyente. En A. Kim Clark y M. Becker (eds). Highland Indians and the State in Modern Ecuador (pp. 105-119) University of Pittsburgh Press. Braudel, F. (1980 [1958]) On History. University of Chicago Press. Brown, M.F. y Fernandez, E. (1991) War of Shadows: The Struggle for Utopia in the Peruvian Amazon. University of California Press. Cabodevilla, M.A.(1994). Los Huaorani en la Historia de los Pueblos del Oriente. CICAME. Carneiro da Cunha, M. (2007). Foreword: Whose History and History for Whom?. En C. Fausto y M. Heckenberger (eds.). Time and Memory in Indigenous Amazonia: Anthropological Perspectives (pp. xi-xiii). University Press of Florida. Carvajal, G. (1934 [ca. 1541]). 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