Sarance 47 (2021), pp 154 - 157. ISSN: 1390-9207 ISSNE: e-2661-6718 DOI: 10.51306/ioasarance.2021.047.08 La Colecci—n Pendoneros1 Plutarco Cisneros Andrade Presidente y fundador, Instituto Otavale–o de Antropolog’a Palabras clave: colecci—n Pendoneros; Instituto Otavale–o de Antropolog’a; propiedad intelectual; Banco Central del Ecuador; publicaciones; investigaci—n. Sin lugar a dudas, la mayor satisfacci—n cient’Þca de toda la historia del Instituto de Antropolog’a de Otavalo, en cuanto a publicaciones que recogen sus propias investigaciones y las de sus asociados, la constituye la Colecci—n Pendoneros, que naci— como un proyecto de difusi—n de trabajos de investigaci—n realizados por la entidad a partir de 1975. Debieron ser, inicialmente, cinco volœmenes. En 1979, la circunstancia del aniversario del sesquicentenario de Otavalo hizo que, como un homenaje a la ciudad, se duplicara el nœmero de libros que deb’an imprimirse. Sin embargo, otro hecho de mayor connotaci—n modiÞc— el proyecto: el sesquicentenario de la Repœblica, en 1980. Se elabor— el proyecto que Þj— en cincuenta el nœmero de libros que integrar’an la ya para entonces llamada colecci—n Pendoneros, volœmenes a los que se a–adir’an ’ndices y bibliograf’as. El criterio institucional para emprender esta audaz aventura hay que buscarlo en lo que expresŽ en 1978: Analicemos tambiŽn la inminente realizaci—n de dos sesquicentenarios. Uno, que recuerda la vida ciudadana de Otavalo y otro que alude el punto de partida para una nueva situaci—n jur’dica, cuando a un pueblo grande le dijeron que hab’an decidido hacerle Repœblica. A lo mejor Texto incluido para la publicaci—n de la versi—n digital de la Colecci—n Pendoneros [2021]. Tomado originalmente de: Cisneros Andrade, Plutarco. (2007). Pensamiento Otavale–o. Aportes de dos grupos culturales al Ecuador del siglo XX. (pp. 253-257) Editorial Pendoneros (IOA) por ello, hasta hoy, trascordado el segundo. O quiz‡ por la innata tentaci—n de algunos de nuestros historiadores de recordarnos m‡s las fechas de la conquista, concertaje y coloniaje que las de rebeli—n e independencia, tal vez porque en aquellas fueron protagonistas gentes cuyos nombres merecieron estar el libro del recuerdo escrito, mientras en estas otras, los an—nimos, gentes del pueblo que, en el mejor de los casos, merec’an constar en expedientes judiciales. [É] Si ambos acontecimientos van a servirnos para evaluar el camino andado y ayudar a perpetuarnos como pueblo, con compromisos ineludibles, bienvenidos los sesquicentenarios. Si, por lo contrario, los tornamos en celebraci—n festiva intrascendente, no tienen sentido las recordaciones. Que sea un llamado para que todos los que puedan dar su aporte lo hagan. El IOA recogi— su propio reto: Pendoneros, adem‡s de haber sido el esfuerzo editorial m‡s grande emprendido hasta entonces -y quiz‡ hasta hoy- en el campo especiÞco de la Antropolog’a, cumpl’a, principalmente, el objetivo prioritario de dar una visi—n de conjunto respecto al ‡rea geocultural delimitada como los Andes Septentrionales o la Sierra Norte, como parte, a su vez, del proyecto mayor, el Atlas Cultural. Establecidos los lineamientos te—ricos para la investigaci—n, creadas la infraestructura institucional y sus unidades de apoyo y formados los equipos interdisciplinarios para someter a prueba el modelo elaborado en el interior del IOA, entre otros proyectos, se arm— uno de especial importancia: la elaboraci—n del Atlas Cultural de la Sierra Norte del que Pendoneros era una fase sustantiva. A las consideraciones te—ricas referidas se a–ad’a una m‡s: el trabajo interinstitucional que no solo permitiera un intercambio de conocimientos y experiencias, sino tambiŽn una mayor aproximaci—n al esfuerzo de integraci—n regional y latinoamericana. Prueba del efecto positivo de esta iniciativa son los trabajos de investigaci—n arqueol—gica efectuados con el grupo de la Universidad de Nari–o -Colombia- y con el Instituto Interamericano de Etnomusicolog’a y Folklore, con sede en Caracas. Una poderosa circunstancia permit’a so–ar con el Proyecto Pendoneros: se estaba, simult‡neamente, preparando la gran empresa cultural Gallocapit‡n y era excelente ocasi—n para armonizar la doble meta: la cient’Þca y la Þnanciera. El proyecto Pendoneros pudo, igualmente, llevarse a cabo por la ampliaci—n de los resultados obtenidos en la investigaci—n, fuera a travŽs de su propio equipo o gracias a la coparticipaci—n de investigadores asociados, y porque se consider— Ò la necesidad de que otros estudios referentes al ‡rea geogr‡Þca o zonas geoculturales que sirvieron de relaci—n estuvieran incluidos aun cuando hubiesen sido elaborados por otras instituciones o por otros investigadoresÓ, puesto que Òsi busc‡bamos un conocimiento integral y sab’amos por relaci—n bibliogr‡Þca de la existencia de varios estudios publicados en otros idiomas, era obligaci—n cient’Þca el incorporarlos, pues, adem‡s, su difusi—n y conocimiento ten’an que dar impulso a la continuaci—n de los mismosÓ. Con Pendoneros y, luego, con el Atlas Cultural, pretend’amos tambiŽn dar un aporte para una visi—n m‡s amplia y coherente de la Òcompleja formaci—n socialÓ desarrollada en la referida zona geocultural. Una visi—n que inclu’a an‡lisis sobre varias culturas englobadas en esa formaci—n social y que, desde la diferentes —pticas de los especialistas y sus interpretaciones, eran elementos para intentar construir alguna vez, a manera de rompecabezas, y desde las complejidades horizontal y vertical antes se–aladas, una apreciaci—n de conjunto sobre el humano y el h‡bitat que lo cobij—, y sobre la respuesta derivadas de la reciproca interacci—n, as’ como sobre la continuidad y los cambios que esa vivencia determin— y seguir‡ determinando. La Colecci—n, si bien nac’a con cincuenta t’tulos, para cumplir sus objetivos deb’a Òdevenir en una serie interminable que siga agrupando el mayor nœmero de trabajos inter y multidisciplinarios en el futuroÓ, puesto que el IOA planeaba Òdos proyectos deÞnitivos y estables: Pendoneros como serie y Sarance como revista de divulgaci—n. Cada nuevo volumen enriquecer’a el conjunto y ser’a la voz de aliento para los investigadores y para la propia instituci—nÓ. Pendoneros consigui—, adem‡s, presentar de cuerpo entero las contradicciones que se daban en nuestro pa’s por falta de una coherente pol’tica cultural; reclamar en forma permanente un mayor conocimiento de nuestras culturas, un fortalecimiento cualitativo de la investigaci—n, Òun penetrar muy profundamente en el vientre hist—rico del EcuadorÓ, pero, por otro lado, demostrar la negativa de estamentos oÞciales al quehacer de esos mismos investigadores o a las instituciones que los forman o los patrocinan, a pesar de estar creados, te—ricamente, para apoyarlas e impulsarlas. Pendoneros demostrar’a -y lo hizo- la validez del trabajo de los antrop—logos ecuatorianos y de los extranjeros que han investigado en el pa’s, aun cuando, llegado el momento, para las instancias burocr‡ticas los estudios de Antropolog’a fueran desatendidos porque Òno ven con claridad que es en ese ‡mbito donde se logra la totalizaci—n del fen—meno multidimensional que representa la vida de las sociedadesÓ. Pendoneros fue para el IOA una enorme satisfacci—n acadŽmica, pero fue, a la vez, la posibilidad cierta para demostrar y denunciar un caso de pirater’a intelectual. El Banco Central del Ecuador, cuyo rol inicial se limitaba a coÞnanciar el costo de una parte de la edici—n, a–os m‡s tarde, sin decoro alguno, asumi— como suya la Colecci—n marginando al IOA. Ello motiv— un airado reclamo, en nombre del IOA y en mi propio nombre, puesto que no le asist’a raz—n alguna al Banco Central para hacer suya la propiedad intelectual de la Colecci—n, desconociendo la participaci—n de la Instituci—n y la m’a como coautor y director de ella, as’ como la de los miembros del ComitŽ Editorial, que realizaron con calidad ese esfuerzo, especialmente en lo que concern’a a Segundo Moreno Y‡nez y a Juan Freile Granizo, entre otros. El tramite de reclamaci—n sigue hasta hoy el curso pertinente. Sin pudor alguno, en acto de deshonestidad intelectual ßagrante, el Banco Central inscribi— en el registro de propiedad intelectual la Colecci—n Pendoneros como obra suya cuando de ella faltaban por editarse unos pocos volœmenes, cuyos manuscritos fueron conseguidos o proporcionados por el propio IOA. Los bur—cratas que as’ procedieron, por desconocimiento o mala fe, o por ambas cosas, no hicieron sino, como dice Ortega y Gasset Òpensar en huecoÉÓ. Este pensar en hueco y a crŽdito, este pensar algo sin pensarlo es, en efecto, el modo m‡s frecuente de actuar de funcionarios de ‡reas de instituciones que, apartadas de los lineamientos de quienes las concibieron, no pueden mantener la capacidad creativa de aquellos y optan por una conducta truculenta y soterrada. Ortega y Gasset clariÞca el concepto al aÞrmar: ÒLa ventaja de la palabra que ofrece un apoyo material al pensamiento tiene la desventaja de que tiende a suplantarlo [pero aunque hacerlo, transitoriamente, conÞera lealtad, nunca dar‡ legitimidad a un acto ileg’timo como el de] un Banco en quiebra fraudulenta. Fraudulenta porque cada cual vive con sus pensamientos y si Žstos son falsos, son vac’os, falsiÞcan su vida, se estafa a s’ mismoÓ (ÒEn torno a Galileo: esquema de las crisisÓ, 1933).