Sarance 46 (2021), publicacin bianual, perodo junio - noviembre, pp 67 - 83. ISSN: 1390-9207 ISSNE: e-2661-6718. Fecha de recepcin 13/05/2021; fecha de aceptacin: 12/06/2021 DOI: 10.51306/ioasarance.046.03 Heridas fronterizas: Una revisin crtica de la identidad desde la intersticialidad Saywak nanaykuna: intersticialidadmanta kikinyarita kutin allirikushpa Bodrer wounds: A critical review of identity from interstitiality Marc Mariner-Corts marcmarinercortes@gmail.com ORCID: 0000-0002-9063-7915 Laura Meneses Pineda laura.meneses@udea.edu.co ger Prez Casanovas ager.perez@uab.cat ORCID: 0000-0001-5135-0746 Diego Rodrguez Estrada drodriguez@uotavalo.edu.ec ORCID: 0000-0001-8896-6771 Zurcir. Laboratorio de pensamiento fronterizo Vila-real, Pereira, Rub, Otavalo MAP Universitat Autnoma de Barcelona (Barcelona, Espaa) Resumen El objetivo de este artculo es desarrollar un primer acercamiento metodolgico que permita la revisin crtica del concepto de identidad, desplazndolo de los discursos esencialistas y biologicistas. Proponemos la revisin de ste desde un acercamiento que denominaremos intersticial (Dotson, 2014), el cual nos permite habitar en el conicto, la complejidad y construir un nuevo lenguaje a partir de lo hbrido y lo fronterizo. La pregunta por el lugar y las consecuencias de la teora nos lleva a sealar las heridas que se desvelan en los cuerpos vividos, atendiendo sobretodo a las brechas de un lenguaje marcado por un discurso colonial que oculta capas (Cusicanqui, 2014) y excluye ciertos modos de subjetivacin. Se insiste en la imposibilidad de puricar el lenguaje y regresar a un momento originario ms inclusivo, que no genere violencia sobre los cuerpos vividos, pues, para huir a la simplicacin del discurso (palabras mgicas), se comprende la descolonizacin como un proceso, provisional y nunca concluyente. De este modo, la revisin del concepto de identidad conduce a la deconstruccin de la dialctica de las mscaras tal y como ha operado en los dispositivos coloniales, esto es, desde una imposicin y un blanqueamiento (Echeverria, 2007) - simplicando y prohibiendo as ciertas subjetividades. Finalmente, se apuesta por una atencin a la complejidad desde una tercera identicacin (Anzalda, 2016) que tenga en cuenta las esferas de lo social, econmico, geopoltico, epistmico y lingstico, y su desbordamiento conceptual, como matriz de la generacin de un nuevo lenguaje. Palabras clave: intersticialidad, identidad, decolonizacin, frontera, crtica conceptual Tukuyshuk Kay killkayka kikinyaripa yuyaykunatami kutinrikunkapak munan. Esencialismo, biologicismo yachaykunamanta harkarishpa mushuk yachayankunata rurankapak munan. Chaypami, kallaripika intersticial shimikunamanta kimirinkapak munan, (Dotson, 2014), shinallata akaypi, tinkuypipash kankapak ushayta kun. Shinashpa chapulla, saywaklla mushuk shimikunatami wasichinata yanapan. Shinami, kay yachayyuyaykunawanka aycha kawsashkapa nanaykunamanmi tawka tapuykunawan chayay usharinka nin. Chasnallata imashina shimi rimaypash mitmapachakwan watarishpa na alli ruraykunata shinashkatapashmi rikuchin (Cusicanqui, 2014). Shinallata wakin yaykunatapash kanchaman sakishkata rikuchin. Chaytamantami, kay killkaypika kunan shimitaka mana chuyayachiy usharinchu nishpa atirin. Ashtawankarin, kay shimika mitmapachakwan watarishka kakpika, asha ashami payta pakishpa rina kan nin. Chayllami, shimi rimaywanpash ukanchik aychataka mana llakichishun nin. Kashnami, kikinyaripa hatun yuyaykunata rikushpaka dialctica de las mscaras nishkata anchuchita usharin, shinallata imashalla mitmapachakpa kamachinakuykunawan, blanqueamiento yuyaykunawan wiarimushpa wakin yaykunata shayachishkatapash riksi usharin (Echeverria, 2007). Shinami tukurik pankakunapika, tercera identicacin yuyaykunata sinchiyachin (Anzalda, 2016). Kay yuyayka tukuy wankurikawsaykunata, kullkikamay yuyaykunata, anchallpakamaykunata, yachaykunata, shimiyachaykunatapashmi mushuk shimikunapika kimichina kan nin. Sinchilla shimikuna: intersticialidad; kikinyari; mitmapachak pakiy; saywak; kutinrikuy imakaychik. Abstract The objective of this article is to develop an initial methodological approach that allows a critical review of the concept of identity, displacing it from essentialist and biologicist discourses. We propose a review of this from what we will call an interstitial approach. (Dotson, 2014), which allows us to live in conict and, complexity and build a new language based on hybrid and border matters. The question about the place and the consequences of the theory leads us to point out the wounds that are revealed in the lived-in bodies, attending above all to the gaps in a language shaped by a colonial discourse that hides layers (Cusicanqui, 2014) and excludes certain modes of subjectivation. The article insists on the impossibility of purifying language and returning to a more inclusive original moment that does not generate violence on the lived-in bodies, because, to avoid the simplication of the discourse (magic words), decolonization is understood as a process, provisional and never conclusive. In this way, the review of the concept of identity leads to the deconstruction of the masks dialectic as it has operated in colonial devices, that is, from imposition and whitewashing (Echeverria, 2007) -thus simplifying and prohibiting certain subjectivities. Finally, the article aims to calls for attention to complexity from a third identication (Anzalda, 2016) that takes into account the social, economic, geopolitical, epistemic and linguistic spheres, and their conceptual overow, as the matrix for the generation of a new language. Keywords: intersticiality; identity; decolonization; border; conceptual critique. 1. Desde dnde pensar la identidad: intrusiones e intersticios Desanclar el concepto de identidad de paradigmas esencialistas arraigados a argumentos nacionalistas y biologicistas que fundamentan el discurso colonial no es una tarea fcil. Este movimiento permite desplazar la pregunta por la identidad hacia una perspectiva transdisciplinar e intersticial que, por un lado, signica exibilizar las identidades y reconocerlas en toda su complejidad. Es desde este prisma que la revisin crtica del concepto de identidad aqu propuesta deviene un primer paso en un proceso de transformacin de los discursos, el conocimiento y la realidad material. Por otro lado, los lugares intersticiales que se abren conllevan una prdida de maestra y experticia que suele incomodar a los profesionales de la academia y de las humanidades. Acostumbrados al refugio de un argot propio el de la losofa, la antropologa, la sociologa, la historiografa , adentrarnos en el discurso transdisciplinar e intersticial nos podra conducir, por lo tanto, a lo que Jennifer Scuro denomina, en el contexto de los Disability Studies, el problema del intruso (the interloper problem, Scuro, 2018: xxxi). Es decir, una sensacin de ambigedad que surge del traspaso o allanamiento de un territorio que no es el propio, de ir a un lugar al que no hemos sido invitados. Esta sensacin se agudiza al aventurarse en propuestas que se sitan en lugares lmite-fronterizos entre la academia y el activismo, como es la revisin crtica de categoras an contemporneas y la puesta en relieve de su carga histrica. Abiertas estas dicultades, por qu es relevante primero habitar esta incomodidad y cuestionar el concepto de identidad desde nuestras propias posiciones de lugar, clase, gnero, edad, capacidad o disciplina? Desde las humanidades, tenemos la posibilidad de abrir un territorio con un potencial creativo y autopoitico, a la vez de alto rigor conceptual y de frgil propiedad, ya que debemos preguntarnos constantemente desde dnde hablamos, para quines y para qu puede ser armicado nuestro discurso qu relaciones de poder fortica o desarma. As, seguimos a Scuro cuando, en referencia al discurso capacista1, sita al lsofo tal que: Utilizaremos aqu una denicin operativa del capacismo (ableism) como un discurso que nace de la somatofobia occidental y que genera una percepcin cultural de la discapacidad como un dcit, estableciendo los cuerpos con discapacidad o diversidad funcional como inferiores a los cuerpos supuestamente capaces (ver Hall (2011), Pfeiffer (2002), y Scuro (2018)). Invitamos la voz de Scuro a nuestra constelacin porque, como han hecho notar otros en los estudios crticos sobre la discapacidad, la discapacidad se parece mucho al sexo o la raza como tema losco, Concierne la clasicacin de las personas en base a carectersticas observadas o inferidas. Plantean todas cuestiones decisivas sobre hasta qu punto estas clasicaciones se basan en la biologa o se construyen socialmente. (Wasserman, Asch, Blustein y Putnam, 2016), Esto signica que el/la lsofo/a honesto/a quien reconoce los lmites de las especulaciones e incluso con sus mejores intenciones permanece en la periferia y con frecuencia incapaz de ofrecer medidas prcticas desarrolladas; no tengo consejos que dar sobre la resistencia a una ideologa capacista. No tengo una serie de puntos clave que resuman: cmo detectar a un (dis)capacista. Tambin procuro resistir el capacismo a travs de resistir el asesoramiento losco; el discurso losco como autoayuda (que comprendo que muchas personas no-acadmicas y no-lsofas pueden considerar la funcin de la losofa) porque la mayora de consejos de auto-ayuda en tono losco son a menudo irreexivamente capacistas. (Scuro, 2018: xxxi, nuestra traduccin) Las observaciones de Scuro sobre la naturaleza capacista de este asesoramiento losco que surge de las humanidades se puede trasladar al discurso pos y decolonial: desde algunas esferas acadmicas de lite se pretende proporcionar herramientas a un, as llamado, Sur Global que se reproduce a todas escalas desde un complejo de salvador blanco2, y reforzando una frontera binaria a nivel geopoltico. Esta dicotoma impide entrar realmente en dilogo, en favor de una falsa representatividad3 de los, as denominados, sin voz, ya que carece de un cuestionamiento previo y fundamental del paradigma esencialista de la identidad que sustenta las relaciones de poder. El trabajo colaborativo entre contextos histricamente colonos y colonizados, donde se arme la agencia de ambas partes, es esencial para un anlisis conceptual honesto que desmantele el concepto de intruso a travs de la creacin de una tierra de nadie que, paradjicamente, reconozca y evale constantemente los lugares de arraigo y las esferas de pertenencia de todos los participantes en el dilogo. Siguiendo con la analoga con los Disability Studies, esta propuesta consistira en una aplicacin del principio de nada sobre nosotros sin nosotros en el campo del anlisis crtico y la conceptualizacin de discursos tanto decoloniales como poscoloniales4. Es desde esta tierra de nadie, desde estos lugares limtrofes y fronterizos que pueden surgir nuevas posibilidades a partir del cuestionamiento del concepto de identidad que tenga en cuenta las dos dicultades mencionadas: la complejidad y la prdida de pertenencia a un territorio propio. Este desplazamiento hacia un linde es doble: es un descentramiento encarnado, 2 Ver Hughey, Matthew (2014) The Signicance of White Saviors in a Postracial World en Hughey, Matthew. The White Savior Film : Content, Critics and Consumption. Temple University Press 3 El problema de la representatividad va ms all de la academia, impregnando esferas polticas y movimientos sociales en mltiples contextos locales y globales. 4 Ver Charlton, J. (1998). Nothing about Us without Us: Disability, Oppression, and Empowerment. Berkeley, CA: University of California Press que sacude nuestra posicin fsica y geopoltica hacia un lugar de encuentro distinto; y es un desplazamiento metafrico, hacia reas de intersticialidad entre disciplinas acadmicas. Usaremos el trmino intersticialidad, que surge a partir del concepto de interseccionalidad, acuado en 1989 por Kimberl Williams Crenshaw5 a efectos de claridad, el acercamiento al anlisis conceptual que se propone aqu se acerca ms a lo que Falguni Sheth (2014) y Kristie Dotson (2014) denominan intersticialidad (interstitiality): El trmino intersticios se suele denir como espacios entre cosas cercanamente relacionadas. La preposicin entre [between] es una aproximacin a un espacio intersticial, pero no es perfecta. Una preposicin ms adecuada, aunque menos usada hoy, es en medio de [betwixt]. Los intersticios hacen referencia a posiciones en medio de dos lugares, ideas, posiciones estrechamente relacionadas. Estar situado en medio de dos lugares, por ejemplo, es no estar ni del todo separado, ni ser parte del todo de ninguna de las dos reas relacionadas aunque, algunos diran, completamente demarcadas. En medio de [] hace referencia aqu a una indecidibilidad. No es que los intersticios sean lugares de indecisin, como si quienes los habitan estuvieran en un estado de no haber decidido. Ms bien, los intersticios estn plagados de conictos distintamente indecidibles. (Dotson, 2014: 12) 2. Palabras que cubren la piel: la efectividad de los conceptos sobre el cuerpo vivido Planteada la intersticialidad como territorio de pensamiento, revisitar la identidad desde aqu revela dimensiones vividas que a lo mejor haban quedado ocultas en la homogeneidad esencialista, en los anlisis abstractos6 y reduccionistas hechos hasta ahora. Volver sobre el interrogante de qu signica nuestra piel cuando se encuentra con otras pieles, desde una crtica fronteriza (en medio de) que palpa los efectos violentos del paradigma esencialista y biologicista pone en el centro unas consecuencias que siguen hacindose notar con fuerza sobre los cuerpos vividos de aquellos que histricamente fueron colonizados y colonizadores, y que continan enredando nuestra manera de relacionarnos. Pero para hablar de nuestra piel necesitamos tratar tambin aquello que la cubre: las palabras. El lenguaje juega un papel fundamental en lo que reere a la cuestin colonial, de raza y de identidad. Esta centralidad 5 Referimos aqu a su conocido artculo Demarginalizing the Intersection of Race and Sex: A Black Feminist Critique of Antidiscrimination Doctrine, Feminist Theory and Antiracist Politics. 6 Nos referimos aqu a la distincin realizada por Hegel entre el anlisis concreto y el anlisis abstracto. Para del lenguaje se hace evidente en los acercamientos crticos sobre la raza y las estructuras coloniales, como Achille Mbembe (2016) y Gloria Anzalda (2016), quienes toman las palabras como punto de anclaje para interpretar las suras en los cuerpos. Las palabras -que siempre deberamos interpelar- tienen el poder de legitimar, condenar, marcar y herir nuestro cuerpo vivido como una segunda piel de serpiente tatuada que nos envuelve. Silvia Rivera Cusicanqui (2014) presenta claramente cmo el lenguaje entra en juego en la dominacin colonial de un modo efectivo y es instrumentalizado para ocultar procesos de dominacin y violencia: hay en el colonialismo una funcin muy peculiar para las palabras: las palabras no designan, sino encubren (Cusicanqui, 2014: 19). Es por eso que decimos que nuestra piel adquiere capas diferentes de signicado con ciertas palabras. Dada la supercialidad de estas capas, el lenguaje es convertido en un registro ccional, plagado de eufemismos que velan la realidad en lugar de designarla (p. 20). Este velo interpuesto por una densidad del discurso no puede ser levantado del todo, pues constituye a la vez la posibilidad de nuestros modos de subjetivacin. Es decir, las palabras conguran de forma mltiple nuestra piel, dibujan a partir de ella un cuerpo denido7 que conna el desorden de la carne, nos permiten devenir un sujeto representable en el territorio poltico. Por lo tanto, lejos queda la solucin fcil de eliminar estos eufemismos para que el problema colonial y de identidad quede ya sellado. No hay posibilidad de regreso a un punto zero, de puricacin de nuestro lenguaje desde una tabula rasa, en donde se pueda sanar las heridas que habitan nuestra piel. Sin embargo, seguimos este camino de cuestionamiento del lenguaje porque, a pesar de la falta (parcial) de efectividad de las palabras para sellar la herida colonial y racial sin dejar rastro, la generacin de nuevos discursos mantiene el potencial de, hasta cierto punto, posibilitar una nueva mirada de nuestras realidades sociales, culturales, polticas y epistemolgicas. As, algunos movimientos que trabajan hoy en da por repensar desde otros espacios la Hegel, quien piensa abstractamente reduce los cuerpos, sus historias y su humanidad a un andamiaje que se cree complejo pero que realmente simplica y prescinde de la particularidad. El pensamiento concreto, por el contrario, se detiene en la historia, las aristas y las causas de un evento o de un cuerpo. Con respecto a un asesino que camina hacia el patbulo que dar n a su vida, Hegel expresa: Esto signica pensar abstractamente: no ver en el asesino ms que esto abstracto, que es un asesino, y mediante esta simple propiedad anular en l todo remanente de la esencia humana. (Hegel, 2007, p. 151) Cuerpo denido se usa aqu como correlativo de cuerpo vivido, que se ha venido usando como la vivencia fenomenolgica del cuerpo. El cuerpo denido, en cambio, designa aqu los cuerpos representados de los ciudadanos, que toman distancia del cuerpo siolgico y vivido para conformar el cuerpo social, metfora que ilustra el frontispicio de la publicacin de 1651 del Leviatn de Hobbes. (ver Hequembourg, 2013). realidad8 y poner en relieve los poderes establecidos que la estructuran, utilizan un vocabulario, ms o menos nuevo, para combatir con palabras estas relaciones de poder que someten nuestra piel. Sin embargo, aunque creemos y nos rearmamos plenamente en esta tarea, es tambin importante no sucumbir a los espejismos que el propio lenguaje pueda generar, ya que [l] a conguracin abigarrada y colonizacin del tejido social nos pone frente al hecho de que las palabras resultan insucientes para desmontar los bloqueos epistemolgicos y las penumbras cognitivas que nos invaden en los tiempos de crisis (Rivera, 2018: 38). As pues, no sern las palabras por s solas las que conseguirn un proceso de descolonizacin efectivo, pero lo lingstico es un campo en disputa que modica hasta cierto punto las prcticas sociales, y es por lo tanto un territorio de reconstruccin de la esfera pblica. La efectividad (aun limitada) de las palabras queda expresada en la modicacin del horizonte intelectual y poltico, que introduce Boaventura de Sousa Santos (2017) cuando argumenta que, aunque los sustantivos jan el horizonte intelectual y poltico de lo que es decible, creble, legtimo o realista y, por deduccin, de lo que es indecible, increble, ilegtimo o irrealista (Santos, 2017: 67). Esto es, las palabras tienen una fuerza perlocutiva que modica la realidad social e intelectual, sin embargo combatir solo con franquicias conceptuales parece ser la trampa en la que la teora y los movimientos sociales pueden caer. Al armar esto, no pretendemos posicionarnos en un lenguaje puro que nos aleja de estas franquicias, sino que meramente nos permite mostrar esta encrucijada y esta inefectividad parcial del lenguaje frente a un realismo colonialista9. Pero qu estrategias se pueden adoptar frente a esta inefectividad parcial? Acudir a herramientas conceptuales que permitan articular la complejidad local de las consecuencias reales que tiene la raza como identidad que se impone sobre un cuerpo vivido, implica no renunciar a habitar la incerteza que esto implica y a sealar en el propio discurso sus limitaciones para atrapar y agotar lo vivencial. Es decir, se trata aqu de armar una caja de herramientas que, lejos de ser abstractas, resuenen y resigniquen nuestros cuerpos vividos y nos permitan hacer sentido y, en ltima estancia, resistir y subvertir la normalizacin de la violencia identitaria. 8 Estos grupos podran ser sociales, acadmicos, comunicaciones, artsticos y polticos que desde los intereses particulares buscan construir un lxico que los identique. Este gesto de agencia retrica y de reclamacin de un cierto vocabulario puede generar tanto herramientas de interpretacin como estrategias efectivas para el activismo, pero al mismo tiempo corre el riesgo de aplacar y neutralizar la potencia crtica de un movimiento social al generar trminos comodn, lo que Cusicanqui denomina palabras mgicas (2018: 40-41) que simplican los procesos sociales complejos y empobrecen el anlisis. 9 Decimos realismo colonialista parafraseando el realismo capitalista de Mark Fisher (2009) y siendo conscientes que ambos realismos van ntimamente unidos y no pueden ser entendidos como paralelos sino como coincidentes. No hay realidad capitalista como la que vivimos sin una realidad colonial y viceversa. Este concepto lo plantearemos posteriormente. La dimensin violenta del lenguaje nos conduce a los quebrantamientos que marcan la piel, los efectos ms encarnados y encarnizados de las palabras, los cuales hacen palpables las desigualdades econmicas y polticas,sustentadas bajo la premisa identitaria de un consenso semntico que esencializa la raza como categora para distribuir cuerpos10 en los territorios de la produccin, la cultura y el conocimiento. Son precisamente los lmites de esta distribucin lo que pone en cuestin un acercamiento intersticial. Sin embargo, hay dos aspectos a considerar para no caer en maniquesmos y nuevas dicotomas aparentes, ni en ilusiones de evasin. En primer lugar, la necesidad de establecer la localidad como foco que permite iluminar procesos discursivos, polticos y disciplinarios paralelos sobre los cuerpos situados, pues aunque la violencia se reproduzca en puntos bien distantes del mundo, cuando tratamos de articular la relacin entre las consecuencias econmicas-polticas de la conformacin racial, la organizacin social tejida desde los sujetos racializados y, nalmente, una posible respuesta o divergencia respecto del discurso de raza, debemos tener en cuenta este punto de anclaje como sujetos situados. En segundo lugar, la urgencia de atender los silencios y contradicciones de cada contexto colonial para encontrar trazas de resistencia, grupos sociales enteros que llegan al micro-acuerdo, como es el caso de revolucionarias (an no designadas como) feministas que constituyen diques de resistencia mucho antes de la llegada del discurso decolonial11. No se trata, por lo tanto, de procesos de lucha binaria donde se impone una violencia colonizadora frente un sujeto racializado anulado e impotente, sino de reconocer una agencia real y situada, y de ponerla en palabras desde una discursividad que se sabe incapaz de apresarla y agotarla. 3. Contra extractivismo y salvadores: redibujando el ujo Norte-Sur12 Para retomar el camino que estamos trazando, se ha mostrado hasta aqu como la exploracin de identidades que resisten y no responden a los 10 Para una cartografa exhaustiva de autores que tratan este vnculo de cuerpo, espacio geopoltico y raza en contextos especcos, ver la base de datos de acceso libre Space/Race. https://bit.ly/spaceraceplace. En la presente discusin, conviene destacar Jeremy Adelman, ed. Colonial Legacies: The Problem of Persistence in Latin American History (New York: Routledge, 1999) 11 Como el caso del rol de la mujer durante la revolucin Kemalist en Turquia, la agitacin por parte de mujeres en India durante Gandhi i Nehru y su subsecuente accin poltica, o la reforma educativa emancipadora propuesta en Indonesia por Raden Ayu Kartini. Ver Kumari Jayawardena ([1986]2016) 12 El uso de los trminos Norte-Sur no deben limitar nuestra lectura a una dimensin geopoltica, nos interesa ms la delimitacin conceptual que ambos representan. Los sures y los nortes son plurales, multi.dimensionales y mviles, es decir, hay sures econmicos, diaspricos y deslocalizados que se pueden encerrar en una generalizacin del Norte-Sur Global unvoca. Usaremos el ujo Norte-Sur para hacer referencia al acercamiento dicotmico frente al cual una perspectiva intersticial pretende ser crtica, mientras que norte y sur en minsculas se usarn como la delimitacin conceptual que retiene la pluralidad de estas palabras y no las direcciona a un solo referente como nombres propios. discursos esencialistas y biologicistas requiere un acercamiento distinto, que hemos denominado como intersticial. En segundo lugar, hemos sealado las heridas que se desvelan en los cuerpos vividos de estas identidades cuando nos acercamos a ellas en la intersticialidad, atendiendo sobretodo a las brechas de un lenguaje marcado por un discurso colonial que oculta capas y excluye ciertos modos de subjetivacin. Se ha insistido, sin embargo, en la imposibilidad de puricar el lenguaje y regresar a un momento originario desde el cual construir un lenguaje ms inclusivo que no genere violencia sobre los cuerpos vividos. Se trata, pues, de un proceso de reparacin siempre en proceso, provisional, nunca concluyente. En este punto, surge la cuestin de cmo generar un discurso, atento a su dimensin poltica y efectiva en la distribucin de los cuerpos y las subjetividades, que se construya desde una frontera (Anzalda, 2016) y desde una intersticialidad y que sea capaz de entrar en dilogo desde la localidad con una esfera transnacional. Un dilogo que no tiene por qu suponer la apropiacin -ni legtima ni ilegtima-de nuevos sustantivos que escapen a la magia encubridora de las heridas de la piel. Tenemos que conar, aunque solo sea un poco, en la capacidad del propio Occidente para generar, recuperar o reinventar sus horizontes -y cuando decimos horizontes, nos referimos tambin a maneras de narrar su propio pasado-. Sin embargo, decir esto no implica que el dilogo es una mera decoracin, sino al contrario: el ujo Norte-Sur es clave para activar realidades ms all del realismo colonialista. Es por eso que adoptar plenamente el lema nada sobre nosotros sin nosotros implica recongurar dinmicas de produccin de conocimiento y discurso hacia un dilogo donde se tengan en cuenta, pero no se supriman ni se anulen en pro de un igualitarismo abstracto, las relaciones de poder que encarnamos en virtud de nuestra procedencia geopoltica, clase, gnero y nivel de formacin acadmica. Por qu es relevante la reexin minuciosa entorno de lo que las palabras son en nuestro contexto, como grupo que intenta establecer prcticas decoloniales? Consideramos ms que necesario plantearnos hoy qu supone utilizar palabras como decolonial o poscolonial de una manera tan habitual y cotidiana. De hecho, corremos el riesgo que estos grandes paraguas que son la decolonialidad o la poscolonialidad no sean ya herramientas de cambio, sino que se hayan sumado a la larga lista de palabras mgicas que nos cubren la piel. stas [s]on palabras que tranquilizan, pero de un modo engaoso [], porque tienen la magia de acallar nuestras inquietudes y pasar por alto nuestras preguntas (Cusicanqui, 2018: 40-41). Pero cuando hablamos de estas palabras no slo las pensamos como franquicias conceptuales del mundo acadmico del que nosotros venimos, sino que tambin han empezado a formar parte de otros lugares de enunciacin. Evidentemente no es que veamos negativamente que se ample la crtica y conciencia de la herida colonial, sino que querramos trabajar para que realmente funcione como herramienta de cambio social y epistemolgico, y no solamente como una palabra mgica ms. La mxima expresin de estas palabras en su sentido mgico, de franquicia y encubridora puede verse en la reciente proliferacin de hashtags como el #blacklivesmatter tras el asesinato de George Floyd a manos de la polica de Minneapolis o el #decolonial en redes sociales como Instagram13. Se presentan aqu varios retos. Para empezar, salvar el riesgo de que estas palabras se conviertan en franquicias conceptuales (Santos, 2017: 67) que extienden una exigencia de apariencia totalmente descolonizada, esconde que las heridas de nuestra piel van a quedar ah por mucho que cicatricen, y que la descolonizacin no es sino una prctica y un discurso, no un estado ontolgico al que se llegue por el mero uso de un trmino o hashtag. No se est descolonizando por adjetivar todo con estas palabras mgicas. Estos usos permiten una mxima difusin de los trminos ya que entran en los cdigos establecidos de los medios de informacin -como los memes-en el sentido establecido por Dawkins, esto es, como estructura cultural viviente que constituye una unidad de informacin que se replica y transmite de modo altamente eciente (Dawkins, 1976). Sin embargo, esta proliferacin conlleva un riesgo elevado de conducir a una poltica performativa (performance politics), es decir: Entrar en accin a travs de performances superciales [...] La poltica performativa es una poltica fundamentada en guiones reciclados que repite de forma no crtica roles prescritos. En virtud de la performance, las personas tienden a dejar de pensar por ellas mismas y dejan que otros dicten sus movimientos. Esta poltica abandona el potencial autnomo que reside ms all de las normas de poltica y protesta preordenadas y aceptables. (Anarchy in the Burbs, 2020) Por lo tanto, aunque semejante uso meditico no tendra por qu ser negativo de manera directa, es bien sabido lo que supone hacer entrar una palabra, un lenguaje o un discurso en el contexto de la industria cultural y lo rpido que esta lo convierte en mera magia y franquicia. Sin embargo, la 13 Para consultar #decolonial: https://www.instagram.com/explore/tags/decolonial/?hl=es . Para ver #blacklivesmatter: https://www.instagram.com/explore/tags/blacklivesmatter/?hl=es . Son solo ejemplos y no queremos sealarlos como los ms problemticos. Hay muchas otras palabras que corren tambin el peligro de convertirse en encubridoras. cuestin es que no solo se corre el peligro de recurrir a estas palabras como mera mercadotecnia, sino que cabe la posibilidad de que se transformen en una peligrosa exigencia de compostura. Hablamos de esta exigencia partiendo de la nocin de compostura de blanquitud que Bolvar Echeverra (2007) utiliza para explicar el racismo de la modernidad capitalista. As pues, este no es un racismo tnico de la blancura, sino una exigencia, a los no-blancos por parte de los blancos europeos occidentales, por adecuarse a los modos de hacer modernos y capitalistas. De este modo se presenta como un racismo tolerante que puede llegar a aceptar a gente racializada si -y slo si- se obedece esa compostura de una blanquitud burguesa, moderna y capitalista. Del mismo modo que el racismo de blanquitud exige esta compostura, decimos que el uso -y abuso- de sustantivos que pretenden generar nuevos horizontes pero que siguen funcionando con las lgicas del realismo colonialista -poscolonial, decolonial- pueden devenir en una mera exigencia de comportarse supercialmente como seres ya descolonizados. Finalmente, surge el reto de subvertir lo que denominaremos la dialctica de las mscaras, esto es, la sensacin que tenemos de la capacidad caracterstica del colonialismo blanco de generar mscaras. 14 En un primer momento, el discurso colonial construye la identidad del sujeto racializado a travs de una mscara para poder verlo y orlo mediante los procesos varios de exotizacin, para generar la falsa ilusin de que ya no eran totalmente invisibles e inaudibles. Sin embargo, esta mscara se vincula a una narrativa de los espacios exticos como la construccin de la vida simple, dichosa y sin articios, sobretodo en la Europa decimonnica (Mbembe, 2016: 130-135), como insiste Mbembe, que anulan de hecho la agencia del sujeto racializado. Esa historia (story) del otro, construida en gran medida desde la antropologa y las artes, gener relatos e imgenes que presuponan una sensualidad primaria y una pureza inicial de lo denominado extico. Estos relatos, sobretodo los de las nuevas disciplinas, usaron como fundamento el principio melnico15 sostenido en los discursos evolucionistas y biolgicos, que desde las expediciones de los primeros 14 Entendemos mscaras tal y como lo trabajan conceptualmente Frantz Fanon y Achille Mbembe. Siguiendo la retrica elaborada por Fanon en Peau noire, masques blancs (1952), Mbembe retoma la mscara en su Crtica de la razn negra (2016), armando que una de las funciones de la mscara es esconder una cara doblndola (Mbembe, 2016: 107). Mbembe propone leer la invocacin del nombre frica como la instalacin de una mscara que es responsable de que cada cuerpo singular es revestido automticamente de una multitud de telas opacas (ibid: 107). As pues, si decimos que el colonialismo blanco -y tambin el poscolonialismo de hashtag- solo sabe generar mscaras, es porque vemos en el uso de estas palabras mgicas la generacin de una realidad entelada -de unas telas que cubren las heridas de la piel. 15 El principio melnico fue desarrollado por Gobineau ([1853]1983) como argumento a favor de la naturalizacin de la diferencia de razas y de la superioridad de la raza blanca, con menos cantidad de melanina en la piel, sobre la piel con ms melanina. Esto supona una apropiacin y una carga ideolgica del trmino biolgico melnico, segn la RAE: Dicho de un animal: Que presenta coloracin negra o parda oscura sin ser esta la habitual entre los miembros de su especie. (https://dle.rae.es/mel%C3%A1nico%20 ?m=form) cientcos viajeros construyeron una imagen de las colonias y sus habitantes. Toda esta idea del paraso no contaminado y puro es una simple fantasa inexistente y creada desde la voz portante de esta relacin dialctica; pero, a su vez, la fantasa europea de lo radicalmente nuevo, del acontecimiento que rompe esquemas, impide una superacin de la misma dialctica. Y esto se debe a que Europa ha naturalizado el lugar de enunciacin, hasta el punto que el sujeto colonizado interioriza esta dialctica y la hace propia. En un segundo momento, la mscara del exotismo fuerza y retroalimenta un espejismo fundamental que es impuesto por el racismo de blanquitud del que nos habla Echeverra, y que podramos denominar blanquear la mscara. Frente a la prdida de agencia cuando se le asigna una mscara, el sujeto racializado recibe una sensacin de tener que devenir otro: debemos blanquear la mscara. Debemos pintarla, disfrazarla y desgurarla, porque solamente una adecuacin a los modos burgueses, capitalistas y modernos de los nortes globales es suciente para tapar nuestra piel, y escapar as del principio melnico y sus consecuentes violencias. As pues, la compostura de blanquitud constituye la demanda por parte del colonialismo de que, para poder aparecer como agente, el sujeto racializado exista como mscara, pero una mscara blanqueada que no permita ver una realidad con heridas y modos de saber-hacer distintos. En un ltimo momento, eminente en nuestro presente, parece que todos los sujetos implicados en dinmicas coloniales ya no nicamente colocan mscaras a los otros, ni exigen que los otros mismos se las pongan, sino que se la colocan a ellos mismos. Por un lado, esta nueva fase activa en la dialctica de las mscaras permite descubrir algo que en un primer momento quedaba oculto: si slo a travs de la mscara del exotismo se haba podido subjetivar al otro racializado, es slo tambin a travs de la mscara de la blanquitud que se haba subjetivado un nosotros falsamente des-racializado. Por otro lado, la exigencia del hashtag como mscara inmediata16, que slo es capaz de generar subjetividades dbiles17, confunde la urgencia de aprender con una fagocitacin desatenta, y termina por banalizar la puesta en prctica de modos de saber-hacer decoloniales. Del mismo modo, la desatencin al detalle provoca una ilusin de redencin que simplica y prescinde de los detalles del entramado del discurso colonial: nos hace vernos en un estadio de superacin del colonialismo, en vez de comprender este como un proceso18. 16 Una inmediatez que es anloga y compite en velocidad con otras dinmicas aceleradas de las tendencias en la produccin: la moda pronta, la comida rpida, los trending topics. 17 Un tipo de subjetividad que estara vinculada al pensamiento dbil (pensiero debole) acuado por Vattimo y Rovatti (1988). 18 Queremos denotar que esta dialctica de cmo el colonialismo genera estas mscaras no considera que las etapas sean cronolgicas ni que se hayan ido superando, sino que son tres procesos que se super. 4. Hacia una tercera identicacin: nuevos lenguajes desde heridas cruzadas Trabajar an sobre lo que la raza y la identidad suponen obliga a intentar sacar todas las mscaras que habitan nuestras relaciones y que nos hacen ver desconictivizado un problema que an est ms que vivo. Pero hay que tener clara una cosa: volver a la pregunta por la identidad y la raza no ha de convertirse en ponerle el camino fcil al reaccionarismo esencialista que nunca se march. Al contrario, se trata de analizar cmo habitamos el conicto y cmo nos lo apropiamos para generar esa tierra de nadie a partir de la cual generar conceptos de identidad apropiados para nosotros, reescritos desde una agencia situada que hace memoria del pasado pero construye posibilidades desde ese arraigo desplazado. A la manera de Anzalda, quien en Borderlands (2016) pone el lenguaje hbrido del Chicano Spanish en el centro y problematiza su relacin con la experiencia y los modos de sujecin que genera la frontera, se trata de crear una tercera identicacin: el Chicano Spanish surgi de la necesidad de los chicanos de identicarse a s mismos como un pueblo diferente. (Anzalda, 2016:106) A su vez, esta resolucin de la problemtica de la verdadera experiencia de la raza nace del privilegio epistmico de la doble visin que ya abord Du Bois en los primeros aos del siglo pasado. Es justamente el habitar este doble territorio que nadie quiere - para los vencedores, la frontera es un smbolo de poder y de violencia burocrtica; para los perdedores, una guerra constante, una herida -, lo que otorga un punto de vista privilegiado. Es decir, el punto de vista es buscar una otredad a una vida que viene heredada; la necesidad de [] identicarse a s mismos como un pueblo diferente. Anzalda denomina a la prctica de esta identicacin distinta como una conguracin de conciencia. La conguracin se entiende como una fuerza liberadora de jugar en el lmite. Eso es congurar la conciencia. Tal y como ella lo expone, la herencia es justamente entender la frontera y habitarla de la forma geopoltica y/o burocrtica; es decir, un espacio de paso y, normalmente, de conicto o disputa. Pero la conguracin de lo dado, es entender que en ese lmite -donde acechan dos opuestos que quieren conquistarte -es donde yace una fuerza liberadora. En palabras de la autora chicana, en algn punto, sobre nuestro camino hacia una nueva conciencia, tendremos que abandonar el bando opuesto, la divisin entre dos combatientes mortales curados de algn modo para que as estemos en las dos orillas a la vez y, a la vez veamos a travs de los ojos de la serpiente y el guila Las posibilidades son numerosas una vez que decidimos actuar y no reaccionar. ponen, conviven y actan en el presente. Dependiendo del momento y lugar pueden tener ms o menos intensidad y presencia cada una de ellas. La reaccin es simplemente la herencia de ir de un lado a otro de la frontera, de buscar ser aceptado en el lado vencedor o perdedor, de tener que traducir siempre; en cambio, el actuar es la conguracin de la tercera va, de extraer de ah un espacio liberador; la reconciliacin sera tener presente la misma pluralidad que hoy es anatema para la razn subjetiva pero ya no como enemiga. Es por eso que la experiencia de la identidad (nacional, racializada, de gnero) de la que habla Anzalda no es una experiencia nica, sino que es una experiencia que se debe abordar desde la intersticialidad entre esferas de lo social, econmico, geopoltico, epistmico y lingstico, y es su desbordamiento conceptual, su excedente, el punto del que nace el nuevo lenguaje. Desde nuestro pequeo y modesto grupo entendemos que no puede haber un discurso de la descolonizacin, una teora de la descolonizacin, sin una prctica descolonizadora (Cusicanqui, 2014: 60). Y esa prctica conlleva un combate por conseguir un dilogo que no quiera construir franquicias conceptuales ni quede atrapado en las garras mgicas del lenguaje. Creemos que nuestro dilogo debe darse desde la radicalidad de nuestras situaciones diversas. Algunos de nosotros desde la pennsula ibrica y otros desde la Amrica Latina, necesitamos una nueva comprensin histrica -genealgica, arqueolgica-de cmo ha sido de compleja nuestra relacin e identidad; de cmo la violencia y el expolio ejercidos desde los nortes ibricos -castellano, sobretodo-imperialistas tambin supuso un cambio radical para la propia pennsula. Nuestros esfuerzos, y por ende nuestra fuerza, residirn en ser capaces de mostrarnos las heridas que decoran nuestra piel. 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