Sarance 46 (2021), publicacin bianual, perodo junio - noviembre, pp 34 - 66. ISSN: 1390-9207 ISSNE: e-2661-6718. Fecha de recepcin 11/01/2021; fecha de aceptacin: 19/02/2021 DOI: 10.51306/ioasarance.046.02 Entre lo criollo y lo neoincsico: la vestimenta mujeril quitense durante el Siglo de las Luces Mishuyashkapa shinallata mushuk runayashkapa pachakunapi Achik patsakwatapi imashina warmikunapa churakuna kashka. Between the criollo and the neoclassical: female clothing in Quito during the Century of Enlightenment Santiago Pal Ypez Surez sanyepsua@alum.us.es ORCID: 000-0001-6855-9589 Universidad de Sevilla, (Sevilla-Espaa). Resumen El presente artculo analiza las dimensiones polticas, simblicas y sincrticas de la indumentaria femenina en la Real Audiencia y Presidencia de Quito, como elementos propios de la teatralidad barroca y los nuevos cnones de vestimenta del siglo XVIII. A travs de un estudio iconolgico sobre variadas fuentes artsticas, se profundiza sobre los espacios pblicos e ntimos del vestido mujeril, cuestin que se contrapone a ciertas actitudes de censura por parte de la legislacin indiana, plasmada en edictos y dems normativas. A la par, se discute sobre la notable inuencia del traje y los usos neoincsicos en los territorios quitenses, cuyo germen identitario se haba desarrollado desde el siglo XVII. Palabras clave: Barroquismo; Indumentaria; Traje neoincsico; Audiencia de Quito; Arte virreinal. Tukuyshuk Kay uchilla killkaypika Real Audienciapi, shinallata Quitota apaktukukunapipash imasha warmikunapa churakuna kashkata rikushpa alli yuyarin. Chaypami, chay pachamanta churakunakunapa kapaktukukamaykuna, unanchakuna, sincretismo yuyaykunata tantachin. Kay churakunaka aranwa barrocapapashmi kan. Shinallata, kaykunaka XVIII patsakwatapa mushuk churakunapashmi tikrarishka nin. Unancha yachaykunawan yachakushpami sumak ruray killkashkakunapi warmikunapa ukulla kanchalla churakunamanta yuyaykunata maskashkata willan. Shinami, kay churakunamanta yuyaykunata runakunapa imashinakana kamachinakuy yuyaykunata shayachishkamantapashmi willan. Shinallata, imashalla XVII patsakwatamantapacha Quitopi paktakchuranakunapash, runakunapa mushuk churakunakunapash churakuy kallarishkamanta riman. Sinchilla shimikuna: Barroquismo; churakuna; runakunapa mushuk paktachurana; Audiencia de Quito; virreinatomanta sumak ruray. Abstract This article analyzes the political, symbolic and syncretic dimensions of female clothing in the Real Audiencia and Presidency of Quito, as typical elements of baroque theatricality and the new clothing canons of the 18th century. Through an iconological study of various artistic sources, the article delves into the public and intimate spaces of womens clothing, an issue that is opposed to certain attitudes of censorship on the part of colonial legislation, embodied in edicts and other regulations. At the same time, the notable inuence of suits and the neo-Inca uses in the Quito territories, whose identity beginnings had developed since the seventeenth century is discussed. Keywords: Barroque; clothing; Neo-Inca suit; Audiencia de Quito; Art of the viceroyalty. 1. Introduccin El estudio sobre la moda en los territorios de la Real Audiencia y Presidencia de Quito ha sido escasamente frecuentado, siendo la moda, la vestimenta, el lujo y la vanidad, caractersticas inseparables del ser humano, y un reejo evidente de los contextos polticos, sociales, econmicos, culturales y especialmente artsticos. Los sucesos polticos condicionaban la moda, as como la relacin de sta con los diseos arquitectnicos como, por ejemplo, el panier francs que usaban las mujeres en el siglo XVIII se haba ajustado a las nuevas formas arquitectnicas de los balcones en los palacios y casonas, hacindolos ms curvos para que las mujeres pudieran pasar con sus anchsimas faldas. En el mundo hispnico la moda tuvo su preocupacin poltica hacia todas las esferas sociales. Por ejemplo, luego de la expulsin de los moros del Reino de Granada, y su bifurcacin por el resto de la pennsula, stos no podan seguir vistindose a la morisca, una actitud paradjica respecto al atuendo que usaban las castellanas de los siglos XV y XVI, profundamente inuenciado por la vestimenta morisca en los chapines, los turbantes, el manto y la saya. Esta moda haba penetrado tempranamente en Amrica con la colonizacin, nada ms y nada menos que en Lima, siendo la saya y el manto una vestimenta que perdurara hasta el siglo XIX en las tapadas limeas, y hasta en las quiteas, tal como se evidencia en algunas acuarelas de aquel siglo. Alguna vez vestirse a la espaola fue la moda que imper en el mundo occidental durante casi dos siglos, con aquellos atuendos en que los hombres vestan de negro con la portentosa lechuguilla en el cuello, y las mujeres con poqusimas joyas, dando a los hispanos un aire de gravedad, profunda seriedad y magnicencia en los tiempos de Felipe II, poca de la fundacin de Quito. Si magnicencia imperial mostraba el atuendo espaol, el francs del siglo XVIII impuso, en cambio, la moda del seoro y la galantera. Son los tiempos de los borbones, de Felipe V, nieto de Luis XIV, el rey sol. Para 1707 toda la corte de Madrid vesta igual que la corte de Versalles. Esta moda francesa haba impregnado en todos los dominios hispnicos en Amrica y Filipinas, en los ms de 12.000 kilmetros de extensin de territorio. En efecto, para comprender la historia de la moda en las provincias y reinos indianos del Antiguo Rgimen, es preciso sealar que al siglo ilustrado se lo traduce como el siglo del afrancesamiento. La corona francesa no slo haba irradiado hacia Amrica su inuencia poltico-losca dentro de la literatura, sino en cuestiones tan cotidianas como la indumentaria. Un ejemplo temprano sobre este particular, es posible observarlo en el cuadro La Familia de Felipe V, autora de Louis-Michel Van Loo. De esta manera, los habitantes de toda la monarqua hispnica, desde la pennsula hasta los vastos territorios americanos y las Filipinas, empezaron a pensar y vestirse a la francesa. Sin embargo, el siglo XVIII, furor del nuevo pensamiento ilustrado, heredero del humanismo, haba provocado que el barroco y el rococ de la vestimenta de mexicanos, limeos o quiteos tenga ms seoro, lujo y fastuosidad que en la propia Espaa, e incluso que la ostentosa Francia. Es tambin el siglo del esplendor de los trajes nacionales, como veremos ms adelante en los trajes de las quiteas, cuyo atuendo empieza a tener rasgos propios de la tierra, con una notable inuencia del traje neoincsico; tierras en la cuales un espaol vestido como indio ordinario era visto por la sociedad como un indio ms, mientras que el descendiente de la nobleza inca, el cacique o el indio barbero, vestidos con traje de gala, opulento y mestizado, podan pasar en el imaginario social en calidad de espaoles. Algunas imgenes del presente estudio son inditas, mientras que las ya conocidas no han sido investigadas en relacin con el atuendo, a n de evidenciar la moda femenina de la sociedad quitense del siglo XVIII. Es necesario manifestar que, para entender histricamente a la moda de este perodo, relacionada con el mundo femenino en los territorios andinos, es preciso estudiar los siguientes elementos bsicos de este fenmeno: La indumentaria reejaba aquel aparato simblico de representacin social, la honra personal mediante el buen vestir, la barroquizacin del atuendo precolombino (neoincsico / neomexica), el espacio privado de la mujer y la censura que relacionaba a la vestimenta mujeril con el pecado y las catstrofes naturales. Las fuentes que son necesarias para historiar el fenmeno de la moda, relacionado con los elementos anteriormente sealados, son las relaciones de viajeros, los protocolos notariales documentados en testamentos, cartas, partes judiciales, facturas y cartas de dote y, no menos importante, aquellas fuentes visuales reejadas en obras de arte como grabados, pinturas, esculturas, muebles y dems elementos de la cultura material. Efectivamente, dentro del presente artculo se han estudiado algunas imgenes en donde se evidencia la moda femenina de la sociedad quitense del siglo XVIII, las cuales han sido relacionadas con las fuentes documentales y legislativas que a continuacin presentamos. 2. Barroquizacin del atuendo En el siglo XVIII, el regocijo por los atuendos nsimos, costosos y opulentos, reproducan el barroquismo como actitud mental dominante, exteriorizando el esplendor del barroco y, posteriormente, el rococ en todas sus manifestaciones artsticas. No en vano los magncos artesonados quiteos de varios templos como San Francisco o San Agustn, demuestran un cromatismo ms potente y atractivo que la simpleza de algunas iglesias andaluzas, as como la rica ornamentacin ensalzada de oro y plata al interior de los templos hispanoandinos. La moda era, precisamente, la encarnacin de la arquitectura en la segunda piel de los sbditos. Y en no pocas ocasiones, desde las primeras dcadas de vida de las nuevas ciudades hispnicas, existi aquella actitud psquica por sobrepasar y superar la magnicencia de la pennsula ibrica y todo el Viejo Mundo en las artes, el lujo y la vestimenta. El criollismo fue el comportamiento mental durante el Siglo de las Luces en todos los territorios hispanoamericanos. ste se haba reejado a travs de la literatura, las ciencias y las artes, fomentando un inters por lo propio y un cierto orgullo de pertenencia por la tierra de nacimiento; respuesta implcita contra los agravios de los europeos, cuyos textos hacan alarde de no pocos estereotipos hacia los grupos sociales indianos, y como una actitud en un oscilante rechazo del criollo hacia los chapetones o gachupines (Gerbi, 1982:196-358). La pintura de castas y las series de tipos son una excelente muestra artstica de este nuevo sentimiento identitario. Dentro del barroquismo, la exteriorizacin del poder, el honor y la riqueza, el juego de apariencias fue la estrategia ms recurrida para llevar a cabo tal cometido. En este sentido, aun cuando el lujo indiano haya prevalecido desde las primeras dcadas de conquista y colonizacin, y en todos los estratos sociales, el siglo XVIII represent el desarrollo de una consciencia criollista que no slo se expresaba a travs de las consignas polticas, sino en el buen gusto por todos los atributos propios de su tierra, el creciente orgullo por lo propio que les diferenciaba tanto de la pennsula, los dems reinos americanos y todo el orbe circundante. Uno de estos atributos, tan representado asiduamente por los pintores del XVIII, fue el atuendo castizo, el origen de los trajes locales (Laver, 2017: 288). Al contrario de lo que determinados autores arman, que el cabello recogido y el uso del sombrero simbolizaban la subordinacin de la mujer hacia el marido desde el punto de vista de la domesticacin (Moreyra, 2010: 399), es pertinente subrayar que aquel artculo era usado tanto por hombres como mujeres y ms bien se trataba de un cdigo propio del ideario de desnudez en el afn de cubrir sus partes. En este sentido, y con el auge de la moda rococ que haba proliferado en la segunda mitad del siglo XVIII, el uso del sombrero se convierte en otro indicador social del estatus econmico y la calidad de quien lo portaba. Dentro del imaginario de belleza, la higiene ocupa un lugar secundario y muy distinto a los usos de limpieza corporal que conocemos ahora. La higiene no estaba regida al bao corporal, sino a mudarse, de vez en cuando, de las prendas, especialmente de las ntimas. Cambiarse de ropa era una manifestacin de higiene (p. cit.: 405-406). 3. El traje neoincsico Desde la conquista existi el inters por los europeos de representar al habitante americano -el indio- en lo que respecta a sus costumbres y su indumentaria. Los cdices y crnicas del siglo XVI, por ejemplo, son una fuente imprescindible, verdaderos diccionarios y enciclopedias de la vestimenta de los indios. En el caso inca, por ejemplo, el Cdex Mura de 1590 exhibe a la nobleza incsica con su vestimenta de ambos sexos (gura 1). Figura 1 Fiesta del inga Fuente: Fray Martn de Mura. (1590). Historia del Origen y Genealoga Real de los Reyes Incas del Per de sus hechos, costumbres, trajes, y manera de gobierno [manuscrito]. En el cdice las mujeres incas lucen la aaca o cintillo en la frente, cabello largo, el acsu o tnica igualmente embellecido con complicados tocapus geomtricos, fajas con tocapus, y la lliclla con el tupu o prendedor de oro o plata, atributos propios del atavo nobiliario y la textilera incsica. En el Archivo General de Indias se conserva un dibujo en pergamino del escudo de armas concedido por Carlos V a los descendientes de los incas Gonzalo Uchu Hualpa y Felipe Tupa Inga Yupanqui, cuyo personaje central muestra a un joven inca ataviado de forma muy similar a los dibujos del Cdice Murua, imagen el a los relatos de los primeros cronistas sobre el traje incsico.1 Del mismo talante, la Nueva Crnica y Buen Gobierno de Guamn Poma de Ayala de 1615, mediante el recurso de la imagen se reeja una denuncia poltica de la conquista al Imperio Inca. En sus ilustraciones podemos evidenciar la simetra de los trajes incsicos, aunque sin el mismo lujo de detalles y el rico cromatismo que presenta el Cdex Murua. En ambas obras, priman las imgenes del poder de la nobleza incsica (Martnez, 2013: 1-2), bien de una jerarqua extica a travs de la indumentaria, bien de una jerarqua sometida, asimilada y recongurada por el proceso de conquista. En cualquier caso, los usos, costumbres y cnones de moda y belleza de las culturas precolombinas, empezaron a despertar una curiosa y creciente atencin en los europeos, aquella representacin del otro, la cual se difuminara a travs del imaginario europeo, y que perdurar hasta bien entrado el siglo XVIII, particularmente en los libros de Costumes del mundo, de la mano autores espaoles y franceses. Hacia 1783 varias pinturas conocidas en el mbito de la historia del arte como serie de tipos, autora del artista quitense Vicente Albn, fueron encargadas por el clebre ilustrado andaluz Jos Celestino Mutis, tratndose de encargos ociales para mostrar la riqueza en ora y fauna de la Amrica del Sur, aunque tambin de las mltiples mezclas castas de los habitantes, tal y como se reeja en el conjunto de la obra. Justamente, durante la poca de Mutis existi en Amrica un profundo deseo por investigar su naturaleza, realzarla sobre la europea, la ebre ilustrada que acaloraba todos los rincones indianos de la mano de las expediciones cientcas y, por supuesto, de los artistas como Albn (Estebaranz, 2007: 295-311). La dos nicas series de tipos de Amrica del Sur son los Cuadros de Castas del Per, atribuido a Cristbal Lozano, encargo del virrey Manuel Amat y Junient hacia 1776, y la obra de Vicente Albn, la ms importante del arte quiteo en cuanto a esta categora, ambas conservadas actualmente en Espaa. Escudo de armas concedido por el emperador Carlos V a los descendientes de los incas Gonzalo Uchu Hualpa y Felipe Tupa Inga Yupanqui, hijos de Huayna Capac y nietos de Tupa Inga Yupangui. MP-ESCU. DOS,78. Archivo General de Indias. En la serie de Albn consta el cuadro India en traje de gala, muy similar al grabado de Los habitantes de Quito de la Relacin de Juan y Ulloa, en las cuales la india cacica o palla exhibe un riqusimo atuendo neoincsico (gura 2). Para entender esta imagen debemos remitirnos al cuadro de autor annimo cusqueo Retrato de coya con paisaje (gura 3). La coya data de las primeras dcadas del siglo XVIII, manteniendo la tradicin iconolgica de las ilustraciones, grabados y pinturas que representaban a las ustas desde el siglo XVI. Su vestimenta exhibe todas aquellas prendas del traje neoincsico, como la sukkupa o aaca encima de su cabeza, la lliclla adornada con franjas de tocapus o motivos geomtricos, y el acsu sujetado con el chumpi, una especie de faja de la que nos referiremos ms adelante. La lliclla va prendida con el tupu o aller de plata, mientras que sus pies llevan las usutas, una suerte de sandalias (Sociedad Estatal para la Conmemoracin de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 1999: 143-310). Figura 2 Los habitantes de Quito [India palla, detalle] Fuente: Jorge Juan y Antonio de Ulloa. (1748). Relacin Histrica del Viaje a la Amrica Meridional. Imprenta Antonio Marn, Madrid. [Tomo I, Vista 433, pgina XIII, Grabado de Carlos de Bargas]. Figura 3 Retrato de coya con paisaje Fuente: Annimo, inicios del siglo XVIII, leo sobre lienzo, Museo Inka, UNSAAC, Cuzco. El traje de la india cacica de Quito es similar, al llevar el tupu de plata, la lliclla, el chumpi con tocapus, sumndose a estas caractersticas la vestimenta barroquizada en los zarcillos de perlas de lgrimas, los collares de oro y perlas, el jubn de encajes, las pulseras de coral con varias vueltas y la pollera de bayetas con cintas de encajes. Merece un especial inters el hecho de que la india de traje de gala tenga una similitud extraordinaria con el Retrato de Manuela Tupa Amaro (guras 4 y 5). Estos atributos de la vestimenta neoincsica en los territorios quitenses o cusqueos, son posibles detectarlos en los relatos de Juan y Ulloa sobre la India palla: Las Cacicas, Mujeres de los Alcaldes Mayores, Gobernadores, u otras, que se distinguen de las Indias Ordinarias. Esta es compuesta de las dos antecedentes; y se reduce a unas Polleras de Bayeta, guarnecidas por el ruedo con Cintas de Seda: sobre ellas ponen en lugar de Anaco otro Ropaje negro, que llaman Acsu; el cual cae desde el Pescuezo; est abierto por el un Costado, plegado de arriba abajo, y ceido con una Faja en la Cintura; de modo que cruza como el Faldelln: en lugar de la Lliclla. pequea, que llevan pendiente de los Hombros las Indias Ordinarias, se ponen otra mucho ms grande, toda plegada, que les cuelga desde el Pescuezo hasta cuasi el ruedo de las Polleras. Esta la aseguran en el Pecho con un Punzn grande de Plata, llamado tambin Tupu, como los del Anaco2 2 Juan, Jorge y Ulloa, Antonio de. (1748). Relacin Histrica del Viaje a la Amrica Meridional. Tomo I. Madrid: Imprenta Antonio Marn. Vestimenta de los habitantes de Quito. 42 Figura 4 India en traje de gala [detalle] Fuente: [Serie de tipos] Vicente Albn, 1783, leo sobre lienzo, Escuela Quitea. Coleccin Museo de Amrica de Madrid. Crdito fotogrco: Santiago Ypez. Figura 5 Retrato de Manuela Tupa Amaro Fuente: Annimo cuzqueo, ca. 1777, leo sobre tela. Coleccin del Museo de Arte de Lima (MALI). Donacin Coleccin Petrus y Vernica Fernandini. Crdito fotogrco: Museo de Arte de Lima. El Indio Barbero, grabado de autora de Carlos de Bargas sobre Los habitantes de Quito, presente en la Relacin histrica del viaje a la Amrica Meridional de los cientcos peninsulares, similar al de la serie de tipos de Albn a quien lo ha llamado Indio Principal de Quito en traje de gala, exhiben su elevada condicin dentro de las calidades sociales al ir calzados, a diferencia de los indios ordinarios. Ir calzado era parte de las apariencias del honor manifestado en pblico (Ferradas, 2009: 39-40). Adems, el mostrarse descalzo forma parte de un aparato simblico que reejaba las actividades laborales de los grupos menos favorecidos (Moreyra, 2010: 407). En Amrica, nadie quera quedarse por detrs en el buen vestir, signo camuado del buen nombre (gura 6). Figura 6 Indio Barbero [detalle] Fuente: Jorge Juan y Antonio de Ulloa. (1748). Relacin Histrica del Viaje a la Amrica Meridional. Imprenta Antonio Marn, Madrid. [Tomo I, Vista 433, pgina XIII, Grabado de Carlos de Bargas]. Aquellas fuentes visuales guardan una directa relacin con el atuendo incsico de los cdices y crnicas anteriormente descritos, cuya representacin conserva el variado atuendo y ornamentacin del traje nobiliario de los incas. Lo mismo se puede decir en cuanto a las pinturas de autor annimo de el Nio Jess Inca, el Nio Jess Huanca y el Salvator Mundi de la Escuela cuzquea del siglo XVIII, y del retrato de Marcos Chiguan Topa, herencia pictrica de los imponentes lienzos de la Serie de la procesin del Corpus Christi en el Cuzco encargados por Manuel de Mollinedo en el ltimo cuarto del siglo XVII. All aparecen los indios nobles con traje neoincsico e hispnico, por separado o mezclando su atuendo con el de Alfreces reales, mientras que, en las mujeres y los donantes, merece una especial atencin el chullo o gorro andino. Si bien es cierto que en las mujeres novohispanas y las andinas se observa el mestizaje indumentario, en el caso de los hombres podemos observar el frecuente y popularizado uso del poncho durante el siglo XVIII en el Reino de Chile.3 Las prohibiciones de llevar tal o cual atuendo correspondieron a una hegemona poltico-legislativa variada y en oscilante conguracin; ya sea por causas religiosas, morales, estticas, econmicas o polticas. Sin embargo, la prohibicin no bast sola para negar el uso de determinado atuendo, ni tampoco detuvo su conservacin, cuestin que nos conlleva a sostener que entre la nobleza incsica no se mantuvo su identidad seorial y tnica a travs del traje de la lite, sino que, ms bien, sta se trasmut en una nueva, la mestiza, con mayor o menor grado de asimilacin de una u otra cultura, a pesar del predominio de los modelos vitales, culturales y polticos de la vena hispnica. No slo el adoctrinamiento religioso fue una estratgica crucial a partir de la conquista, sino tambin la creciente atencin por la vestimenta del indio, el buen vestir del indio (Martnez, 2013: 6-7), necesidad que haba conllevado algunos importantes debates por parte de los proyectos de los ilustrados hasta la primera dcada del XIX, por pretender inculcar en los indios el uso del traje espaol -as como la lengua-, en un afn por redimir al indio de su barbarismo natural, y por el inters de consumo de los gneros nacionales que provenan de la pennsula hacia los reinos y provincias indianas.4 A travs de la conquista y el largo proceso colonizador de varios siglos, el mestizaje, no como un hecho polticamente establecido, pero tampoco negado en el mundo hispanoamericano en todas sus manifestaciones simblicas como la lengua, el dialecto, las artes, el sincretismo religioso, y el traje, determin que en los territorios indianos se construya una nueva identidad, ni europea, ni precolombina siempre, por supuesto, bajo los estndares polticos de jerarquas y calidades de la corona hispnica. 3 Las investigaciones conducentes al origen y evolucin del poncho andino sern expuestas en otro artculo por el autor. 4 Las disposiciones referentes al incentivo del consumo de los gneros espaoles en Amrica y la sugeren.cia para que los indios vistan a la castellana, estn presentes en las obras de ilustrados proyectistas como Manuel Antonio de la Gndara (1762) Apuntes sobre el bien y el mal de Espaa; Jos Moino y Redondo (1787) Instruccin reservada; Jos del Campillo (1789) Nuevo sistema de gobierno econmico para la Amrica. Durante la poca virreinal, la poltica indiana condujo a la nobleza incsica a reestructurar su estatus de poder y privilegios. El traje incsico, emblema y sea de aquella condicin, se haba conservado en aquel grupo social, hasta el punto de establecer, conforme avanzaba el proceso de mestizaje, un atuendo ms bien neoincsico, provisto de elementos materiales propios de la moda hispnica. Sin embargo, la necesidad de exteriorizar el poder y el estatus social de la nobleza inca tal como sus antepasados lo hicieron fue satisfecha mediante el uso del traje neoincsico, ya hibridado, pero que coincida y se asimilaba plenamente al imaginario del buen vestir, como un medio seguro para exteriorizar el poder y las debidas honras a travs del lujo, el derroche y la ostentacin en el vestido. De acuerdo al anlisis de la pintura Matrimonio de Martn Garca ez de Loyola con la princesa inca Beatriz, la indumentaria de la nobleza incsica ya empez a mostrar determinadas modicaciones hacia los inicios del siglo XVII, desapareciendo algunos elementos de su moda originaria y aadiendo prendas como el manto espaol (Decoster, 2005: 166). Sin embargo, hasta el primer cuarto del siglo XVIII, las indias sirvientas del Cuzco solicitaban que se les otorgue prendas incsicas, situacin similar a la presencia de esta indumentaria entre las indias nobles, pero modicadas con la incorporacin de elementos del traje europeo en prendas como el acsu y la lliclla, de acuerdo al anlisis de documentos testamentarios (p. cit.: 166-167). Otra de las prendas de origen incsico, y que su uso haba sido recongurado y mantenido en las poblaciones indgenas de los espacios del Virreinato del Per, era el chumpi, faja o especie de cinturn ceido encima de la cintura para ajustar y engalanar el acso. De nuevo, entre los ejemplos ilustrativos ms antiguos, el Cdice Mura reeja en algunas de sus estampas a las mujeres incas ceidas con un ancho chumpi adornado de tocapus. En La Plata y Potos fue muy recurrente el uso del chumpi como un emblema de categora social dentro de la nobleza neoincsica, como una prenda individual y que a veces formaba parte del acso, y como un artculo para guardar y envolver a los guaguas (Vega y Guerra, 2015: 206-214). Merece una atencin especial los chumpis para guaguas puesto que, por ejemplo, de acuerdo a la narrativa visual que nos ofrecen las esculturas de la Escuela quitea, hay escenas en que los bebs aparecen envueltos con una especie de manta y luego ceidos con el chumpi provisto de motivos geomtricos. Este registro visual a travs del arte se representa asimismo en escenas religiosas de esculturas de los belenes quiteos, as como en la pintura la Virgen de la leche, en donde el nio Jess est ajustado con el chumpi angosto y de distintos colores, dentro de un mantn o envoltura textil azulgrana bellamente provista de borlas, rosario, y bordados de cruces. Una Virgen similar muestra una postura de lactar al Nio Jess provisto de una envoltura blanca y ajustado con un chumpi de franja roja (guras 7 y 8). Figura 7 Virgen de la leche [detalle] Fuente: Annimo, siglo XVIII, Coleccin del Museo Nacional del Ecuador (MUNA). Crdito fotogrco: Tonny Chang lvarez. Figura 8 Virgen de la leche [detalle] Fuente: Annimo, siglo XVIII, leo/madera, Coleccin del Museo de Arte Colonial de Quito (MUSAC). Crdito fotogrco: Tonny Chang lvarez. El hecho de envolver al nio y ajustarlo con los chumpis de colores, coincida con la prctica simblica prehispnica de integrar al guagua en la sociedad y como un amuleto protector (p. cit.: 220). Si observamos a la pintura de la India en traje de gala de Vicente Albn, la noble cacica est ataviada con el chumpi de color rojo y blanco en su cintura, un diseo ms angosto que los de los siglos XVII y XVII, manteniendo los tocapus, y con unos objetos singulares a medio guardar del chumpi: una piola junto con una cajita de hilos y alleres. Tal escena nos aproxima a conjeturar la intencin costumbrista del artista en resaltar implcitamente la profusa actividad textil de los indios de Quito (gura 4). En la esplndida tradicin belenista quitea, dentro de las escenas escultricas del Nacimiento de Cristo, nos es posible detectar al Nio Jess envuelto y fajado con el chumpi. De esta manera nos ha sido posible evidenciar artsticamente la continuidad de esta prenda y los usos simblicos maternos y de prestigio social durante el siglo XVIII en la sociedad quitense (guras 9 y 10). Figura 9 Beln quiteo [detalle] Fuente: Annimo, siglo XVIII, talla en madera, policroma y estofado, Coleccin del Museo de Arte Colonial de Quito (MUSAC). Crdito fotogrco: Tonny Chang lvarez. Figura 10 Beln quiteo [detalle] Fuente: Annimo, siglo XVIII, Coleccin del beln del Convento de El Carmen Bajo de Quito. Crdito fotogrco: Tonny Chang lvarez. 4. Censura del vestido mujeril Era frecuente que en las villas y ciudades americanas las mujeres prestasen una absoluta atencin a la fastuosidad de sus joyas y vestiduras, razn por la cual, en no pocos de los casos, existieron edictos, dcimas y dems textos escritos por obispos y otros prelados que acusaban esta actitud como un vicio, pecado y un mal que el demonio haba injertado en la mujer hispanoamericana. Luego del fatal terremoto de 1746, que haba afectado en gran medida a la Ciudad de Los Reyes, el Cabildo Eclesistico, inuenciado por algunos escritos de raigambre teolgica-moral, haba ordenado que las mujeres limeas guarden recato, decencia y modestia en el vestido, es decir, que los tontillos, paniers y faldellines lleguen hasta los pies sin descubrir el tobillo, y que cubran los brazos hasta alcanzar los puos (OPhelan, 2007: 22). Los antecedentes de este fenmeno lo podemos evidenciar en varios textos de ndole moral-eclesistica, como las Dcimas contra los usos y trajes escandalosos que la vanidad del demonio ha introducido en las Mujeres, de autor annimo, dedicadas al peninsular Francisco Bucareli, Marqus de Vallehermoso, abuelo de Francisco de Paula Bucareli, Gobernador de Buenos Aires hacia la segunda mitad del sigo XVIII,. Deca el paneto: El recato y compostura, la honestidad y prudencia en la mujer es decencia, gala, adorno y hermosura. La templanza y la cordura, Es gracia y es perfeccin, mas la vana presuncin, y el escandaloso traje, es muerte, pena y ultraje, y es del demonio invencin [] Son del inerno cadenas las galas y los tocados, y los rizos y trenzados sern tus mayores penas que por ellas te condenas.5 Generalmente, la tendencia a relacionar las catstrofes naturales con los excesos de la indumentaria mujeril, haba sido muy difundida en la pennsula ibrica y los reinos indianos, como una reaccin hacia la moda francesa que se asimil tan bien en estos territorios, especialmente en las mujeres del grupo hispanocriollo, pero tambin entre las mestizas. Es as que no faltaron los escritores que detestaban la moda francesa en los territorios hispnicos, como los Opsculos de oro virtudes morales christianas de Luis Francisco de Caldern Altamirano, en donde satirizaba el atuendo y los nuevos usos de arreglo corporal tanto de hombres como mujeres. De estas ltimas, el escritor se burlaba de que lucan la cara tan emblanquecida y su vestimenta llena de artilugios innecesarios, a diferencia de los aires de gravedad y sencillez que haba impuesto en el pasado la moda hispnica: Han de ser las mujeres como las joyas, que mientras ms preciosas se tienen ms guardadas.6 5 Biblioteca Nacional de Espaa. [Fondo Antiguo]. (1701). Dezimas contra los usos, y trajes escandalosos que la vanidad de el demonio ha introducido en las mugeres. 6 Caldern Altamirano, Luis Francisco. (1707). Opusculos de oro: virtudes morales christianas que dedica a Maria Santissima. Madrid: Imprenta de Juan Garcia Infanon. Opsculo XXIX. Modestia en el culto. Por otra parte, en el mbito femenino, las cuestiones de pudor y moralidad estaban simbolizadas por el atuendo y sus diferentes componentes materiales. Conforme se difundan los cnones de belleza y los atributos indumentarios de la moda francesa durante el siglo ilustrado, las concepciones escolsticas hispanas del pudor, el recato y la decencia en el vestir, no escatimaron en elevar sendas crticas hacia el vestido mujeril a travs de los edictos eclesisticos y otros escritos moralizantes. La moda femenina francesa se haba trasmutado en el Nuevo Mundo en el cors, diseado para moldear el torso, resaltar las curvas y levantar los senos por medio del escote. En efecto, se disearon desde Francia varios libros de modas, los cuales contenan no pocos gurines en grabados, como la famosa obra Galerie des modes et costumes franais publicada en 1778. Aquel libro de modas exhiba variados modelos de tocados elevados y provistos de motivos orales y faunsticos, paniers de distintas clases, atuendos de bailes y estas y, lo que nos llama sobremanera la atencin, el uso abundante de corss que incluan un prominente escote el cual, incluso, mostraba uno de los pezones. Ciertamente la moda femenina francesa tena cierta liberalidad, reprochable desde todos los puntos de vista del imaginario moral catlico (guras 11 y 12). Figura 11 La Petite Mere au Rendez-voux des Champs Elises Fuente: Nicolas Dupin. (1778-1785). Galerie des modes et costumes franais par Madame Le Beau. 1778-1785. Coleccin de la Bibliothque nationale de France. Figura 12 Les delassemens du Bois de Boulogne Fuente: Nicolas Dupin. (1778-1785). Galerie des modes et costumes franais par Madame Le Beau. 1778-1785. Coleccin de la Bibliothque nationale de France. El cors, tomado como impdico y escandaloso para la moral catlica de la poca, no fue dejado de usar por las nobles criollas ni las mestizas ni mulatas, sino que se disimul por medio del uso de gargantillas, collares y crucijos destinados a cubrir el pecho y as pasar por alto a los estereotipos de impudicia que despertaban la censura de los eclesisticos (OPhelan: 2007, 30-32). Corss y corpios eran vistos como prendas escandalosas que atentaban contra el prototipo de una mujer del Antiguo Rgimen, el de mujer cubierta, decente, devota y fiel. En el caso quitense, el Edicto para la Santa Visita, obra publicada en 1791 en la Imprenta de Raymundo Salazar de Quito, autora del ilustrado obispo Joseph Prez Calama, nos da cuenta del vestido deliberado y, por lo tanto, censurable, de las quiteas. En relacin con el uso de corss, el edicto mandaba que: Todas las Mujeres, sean Espaolas, Indias, y dems Castas, que guarden, y observen toda modestia, y decoro en su vestido, cubrindose la Cabeza, y los Pechos [] En nuestro dictamen es escandaloso el vestuario Mujeril de este nuevo Obispado, siempre, que las no cubra su Cabeza y Pechos, y bajen la ropa, a lo menos hasta los Tobillos [...]7 7 Prez Calama, Joseph. (1791). Edicto para la Santa Visita: contiene notables puntos de Disciplina Eclesisti. Es necesario recalcar que dejar las polleras y miriaques por encima de la parte baja de la pantorrilla, descubriendo el tobillo y los pies, o no cubrir sus hombros y la totalidad de los brazos hasta la mueca, era un acto indecente y demasiado pecaminoso puesto que reejaba la desnudez, de acuerdo a la concepcin de desnudez de la poca. De ah que el obispo Prez Calama insistiera que, aparte de las disposiciones conducentes a entrar en las Iglesias con la cabeza cubierta usando el manto y la mantilla, se puntualizaba lo siguiente: Procuren traer la ropa ms baja, de suerte, que a lo menos les llegue a los Tobillos; pues por ms que se quiera alegar la costumbre nacional, siempre serpa inmodestia, y liviandad el que no ejecuten las Mujeres el expresado nuestro encargo, en cuanto a que baje la ropa de suerte, que no se les vea las Piernas con tanto desdoro e Indecencia, como ahora sucede; lo que a la verdad nos tiene llenos de sorpresa, y muy escandalizados [] Parece ser que mostrar los pies y los tobillos descubiertos era un indicador simblico del erotismo. Juan y Ulloa dan cuenta sobre este particular en uno de sus relatos sobre la moda de las limeas: Una de las cosas, en que ms esmero ponen aquellas Mujeres, es en el tamao de los Pies, y las que los tienen menores, se consideran con ms perfeccin que las otras: siendo esta una de las tachas, que objetan generalmente a todas las Espaolas; porque al respecto, los tienen grandes: y como aplican gran cuidado desde su corta edad en estrechar el Calzado, hay algunas a quienes les quedan tan pequeos8 De esta manera, las mujeres americanas superaban a las europeas en la belleza de sus pies por el simple hecho de ser pequeos, siendo un importante reejo de la belleza femenina que haba que cubrirlo, de ah que en varios edictos eclesisticos para los territorios americanos se ordenaba que las mujeres cubran esta parte de su cuerpo (OPhelan, 2007: 24). Al estar dedicada los ocios mujeriles, la rectora del hogar en la crianza de los hijos y el acompaamiento a su esposo, uno de sus roles fundamentales de la mujer a nivel pblico era, precisamente, asistir a los numerosos actos y ceremonias religiosas y, al hacerlo, demostrar su pudor mediante el cubrimiento de casi todas sus partes corporales. ca; y una exhortacin en cuanto a la Modestia, Decoro, y Recato de Vestido Mujeril. Quito: Imprenta de Raymundo de Salazar. Juan, Jorge y Ulloa, Antonio de, p. cit., Libro I, Captulo V. Del numeroso Vecindario que contiene la Ciudad d Lima; sus Castas, genio y costumbres de sus Habitadores; riqueza y obtestacin de los Trajes. De este particular nos da cuenta el obispo de Quito, exhortando a las mujeres a que miren las imgenes de la Virgen Santsima Seora nuestra, y de las Santas, y vern la modestia, que en todas resplandece.9 No obstante, ninguna modestia exista en buena parte de las imgenes marianas, al estar engalanadas con regios vestidos de la poca, as como engalanadas de abundantes piedras preciosas. En este sentido, existe una plena relacin entre las representaciones de vrgenes y santas en la pintura quitea del siglo XVIII, siendo una rica fuente visual que nos aproxima al estudio de la vestimenta y la joyera femenina. Por ejemplo, en la pintura annima de Santa Brbara se observa una prominente suntuosidad en las pulseras de perlas de cuatro vueltas, la cadena y las vueltas de este mismo material alrededor del cabello de la santa, as como unos pendientes de oro en forma de abejas (gura 13). En la Escuela sevillana hay un retrato similar que data del siglo XVII, pero no llega esta obra ni las de otras escuelas artsticas del barroco hispanoamericano a exhibir el boato de las pinturas de la Escuela quitea. De igual manera, en la pintura Esponsales de Santa Catalina de Alejandra, atribuida a Bernardo Rodrguez, en el cual se observa la escena iconogrca de la santa recibiendo del Nio Jess una sortija. Santa Catalina est bellamente engalanada de zarcillos de perlas en forma de lgrimas, una cadena de perlas que recubre su cabello, y un vistoso collar de perlas de una vuelta en el cuello (gura 14). Figura 13 Santa Brbara [detalle] Fuente: Annimo, siglo XVIII, leo sobre tela, Coleccin del Museo de Arte Colonial de Quito (MUSAC). Crdito fotogrco: Tonny Chang lvarez. 9 Prez Calama, Joseph, p. cit. Figura 14 Esponsales de Santa Catalina de Alejandra [detalle] Fuente: Bernardo Rodrguez (a), siglo XVIII, leo sobre tela, Coleccin del Museo de Arte Colonial de Quito (MUSAC). Crdito fotogrco: Tonny Chang lvarez. En cuanto a las imgenes marianas, la Virgen del Salto, de tez ms bien mestiza, exhibe unos elaborados pendientes que combinan el oro y la plata en forma de lgrimas geomtricas. Asimismo, la Virgen de la Luz, luce un collar de oro y el otro de perlas (guras 15 y 16). La suntuosidad de estas joyas, sumndose las esmeraldas, corales, aljofares y azabaches, dan cuenta de la representacin de vrgenes y santas, inspirada en la cotidianidad fastuosa de la vestimenta y el juego de joyas que llevaba la mujer quitense durante el siglo XVIII (Paniagua, 2014: 316-321). Los textiles y diseos franceses haban penetrado en Amrica por las vas del contrabando, siendo as que de Francia pasaban a Lima tafetanes, ruanes, sedas, bretaas, entre otros materiales (OPhelan, 2007: 25-30). La moda afrancesada de las limeas pronto se imitaba en otros territorios circundantes de la Amrica meridional, como en Quito, en donde los tejidos de origen francs se los puede evidenciar en varias pinturas que retrataban a miembros del grupo hispanocriollo, as como en el contrabando de joyas procedentes de Francia (Paniagua, 2014: 314) Figura 15 Virgen del Salto [detalle] Fuente: Annimo, siglo XVIII, leo sobre tela, estofado, Coleccin del Museo de Arte Colonial de Quito (MUSAC). Crdito fotogrco: Tonny Chang lvarez Figura 16 Virgen de la Luz [detalle] Fuente: Annimo, siglo XVIII, leo sobre Convento de El Tejar de Quito. Crdito fotogrco: ARCA arte colonial. 5. La ostentacin del buen vestir Jos Durand, uno de los primeros investigadores sobre la moda y el lujo en tierras hispanoamericanas durante la poca virreinal, plantea la tesis de que en Amrica se dio un proceso de aseoramiento, desde las primeras dcadas de la conquista y fundacin de familias, ciudades y un nuevo canon de cosmovisin, usos y costumbres, entre los cuales la moda, por supuesto, tena un carcter imprescindible para la novsima aristocracia, y por medio de sta, se disemin el gusto por la magnicencia y la acin por el derroche en el vestir en todos los grupos sociales (Durand, 1956: 59). No eran nuevas en Amrica aquellas sensaciones emanadas de la ostentacin en la indumentaria, puesto que la nobleza mexica, as como la inca, por citar los ejemplos ms globales, estaba engalanada de llicllas, huipiles y anacos, bordados exquisitamente y acompaados de piedras preciosas. Apenas llega la occidentalizacin al suelo americano, los conquistadores y colonizadores hispanos reproducen y emulan la pompa real de las cortes de la pennsula para mezclarlo con lo extico del continente, proceso que seguir mostrando aquellas tendencias mestizas en el atuendo y el engalanamiento conforme avanzaban los siglos. Los segundones extremeos que jams vieron Corte en Espaa y que se espantaron ante la magnicencia de los reyes indgenas, tuvieron tambin un mundo lleno de gala y lustre, a tono con su nueva condicin de seores (p. cit.: 60). Puesto que Amrica fue la tierra de los nuevos nobles, de aquellos hidalgos y otros segundones que, cultivados en el imaginario de hacer las Indias, en un suelo donde los aires de tierra prometida les eran ms evidentes que la pobre Espaa, la opulencia en la moda era una caracterstica del sujeto poltico; a ms ostentacin, ms delataba el individuo su condicin aristcrata en medio de la sociedad, ligado al honor personal y familiar. En otros territorios del Virreinato del Per, los investigadores han recurrido a testamentos, cartas dotales y juicios de divorcios para reconstruir la vida pblica y privada de la mujer durante el siglo XVIII a travs de sus prendas de vestir, el mobiliario y los trastes de uso cotidiano. El honor femenino estaba regido por el atavo mujeril. En efecto, las mujeres casadas, por medio de la exteriorizacin pblica de su atuendo, estaban demostrando la decencia de su hogar, as como el honor de sus legtimos esposos e hijos (Ferradas, 2009: 34.38). De puertas adentro y en la vida pblica, tambin se plantea que la posesin de esclavos y pajes, aparte del vestuario, representaba el honor de la mujer al no dedicarse en su casa a trabajos y tareas propias de la servidumbre (p. cit.: 46-48). Dentro del dote y el ajuar se encontraban presentes, aparte del vestuario, una considerable cantidad de joyas como indicadores del honor, segn la calidad de la esposa, y con poca diferencia entre uno y otro grupo social. En el caso quiteo, como el de todas las mujeres nobles de la Amrica hispana, las alhajas equivalan, por un lado, a la exteriorizacin simblica de su estatus, mientras que, por otro, maniestan el espacio privado de la mujer en sus objetos de aprecio y uso ntimo. En la Real Audiencia y Presidencia de Quito, pese a las prohibiciones legislativas emanadas de la pennsula para evitar los abusos en el uso de piedras preciosas de cada grupo social, en todos los territorios de la monarqua, las joyas mujeriles representaron un smbolo de poder y fastuosidad por parte de los grupos dominantes, y bienes de exteriorizacin pblica del ascenso de calidades por parte de mestizos, negros e indios comunes (Paniagua, 2014: 310). De esta manera, el conjunto de joyas es uno de los aparatos de representacin de la sociedad barroca, en este caso, de la mujer. Un verdadero triunfo de las apariencias. De las mujeres de Quito, el jesuita veneciano Gian Domenico Coleti se refera en los siguientes trminos: El vestido de las seoras a ms de ser de gran costo es de gran licencia e inmodestia, tanto que pienso que no pudiera inventarse cosa ni ms diablica ni ms escandalosa; el marido y la mujer se hallan siempre de acuerdo para dar en quiebra con la casa y dejar en la miseria a sus hijos. El genio e inclinaciones de esta gente merece que gaste cuatro lneas, que por las noticias que llevan de estas partes, creo no os disgustarn10 Se conservan varios retratos que sustentan la anterior premisa como el de la Marquesa de Selva Alegre e Hijos. Mara Rosa de Larrea-Zurbano, I Marquesa de Selva Alegre, como esposa en legitimo matrimonio del presidente de la Real Audiencia de Quito, deba parecerlo. No era nuevo que las esposas de los presidentes, marqueses y dems sujetos visibles dentro del complejo entramado nobiliario y jerrquico, hayan sido propietarias de un excesivo nmero de piedras preciosas, siendo ste un reejo de la riqueza suntuaria de aquellas mujeres y, a su vez, una declaracin pblica de su condicin poltica (Paniagua, 2014: 312-313). As, el pblico honor de la Marquesa de Selva Alegre es exteriorizado al ser retratada junto con sus pequeos hijos, Ignacio y Joaqun. Como devota y el cristiana vieja, la marquesa y sus hijos estn en gesto de oracin, junto con el cuadro de la Virgen del Rosario, luciendo perlas y otras abundantes joyas en aretes, collares, brazaletes y pulseras, artculos simblicos que armaban tanto su poder en la sociedad, as como la intimidad y aprecio de sus pertenencias mujeriles (gura 17). 10 Coleti, Gian Domenico. (1757). Relazione Inedita Della Citt Di Quito Nel Peru. Quito, p. 26. Figura 17 Marquesa de Selva Alegre e Hijos Fuente: Annimo, siglo XVIII, leo sobre tela, Coleccin particular. Crdito fotogrco: ARCA arte colonial. Lo mismo se puede decir de los cuadros en que aquellas mujeres criollas fueron retratadas como donantes junto con sus esposos. En el cuadro de los Marqueses de Miraores con San Jos y el Nio Jess, la marquesa luce unos pendientes de plata, aljfar y perlas en forma de lgrimas, lazo azabache, una gargantilla de oro, una cadena de perlas con oro incrustado y un negro brazalete con una estrella de plata (gura 18). En la pintura Milagro de Nuestra Seora de El quinche con donantes aparece doa Mara Josefa Aguado, esposa de un alto funcionario de la Audiencia que tena el cargo de cobrador de tributos, don Fernando de Merizalde, posa con una exagerada proporcin de sus alhajas, empezando con la diadema con motivos orales incrustados de piedras preciosas, los pendientes de perlas de lgrimas, el collar de perlas, brazaletes de esmeraldas, y una pulsera de perlas de diez vueltas; estos ltimos materiales hacen que casi no se observe su antebrazo descubierto, quiz como una actitud de disimulo ante la censura de la moral eclesistica frente al desnudo femenino (gura 19). Figura 18 Marqueses de Miraores con San Jos y el Nio Jess [detalle] Fuente: Annimo, siglo XVIII, leo sobre tela, Coleccin particular Ivn Cruz. Crdito fotogrco: ARCA arte colonial. Figura 19 Milagro de Nuestra seora de El quinche al cobrador de tributos Fernando de Merizalde y su esposa [detalle] Fuente: Annimo, leo sobre tela, Santuario de Nuestra seora de El Quinche, Quito. Crdito fotogrco: ARCA arte colonial. 6. La vestimenta en otros grupos sociales Desde los tiempos de Carlos V, se estipularon claras observancias que regulaban todos los aspectos de la vestimenta y el uso de joyas, destinados a los habitantes de todas las calidades en cada uno de los dominios hispnicos. As tenemos el apartado De los trajes y vestidos; y uso de muebles y alhajas dentro de la Novsima Recopilacin de las Leyes de Indias. De raigambre romana, la corona hispnica haba heredado las denominadas leyes suntuarias para normar la moda y el lujo de los sbditos. Desde el siglo XVI existieron varias leyes que regulaban el atuendo femenino, como la prohibicin de andar mujer alguna con el rostro cubierto, o la prohibicin de guardainfante y jubones escotados para todas las sbditas, a excepcin de las mujeres que pblicamente ganan con sus cuerpos, y tienen licencia para ello, a las cuales se les permite puedan traer los dichos jubones con el pecho descubierto11, entendindose a las mujeres que se dedicaban a la prostitucin. Sin embargo, en el siglo XVIII tan slo se public una, la Pragmtica Real de 1723, en la que, a cuentas resumidas, se prohiba todo gnero de brocados, hilos de oro, plata, botones, encajes y seda en los vestidos, a no ser que estos sean provenientes de los reinos hispnicos. Asimismo, el color negro estaba obligado para las vestimentas de todas las autoridades. Y en cuanto al atuendo femenino: Se ruega, y encarga a los Obispos, y Prelados, que con celo, y discrecin, procuren corregir los excesos de las modas escandalosas en los trajes de las mujeres.12 En 1723, Jos de Espinosa y Brun, propona al Conde de Floridablanca, nada ms y nada menos que establecer un traje mujeril nacional. Este interesante proyectista propona tres tipos de traje: Vestir bien, vestir con gracia, y vestir con economa [] [a la] Espaola [de] gala principal; el de Carolina [] para memoria del glorioso Reinado en que se establecieron; y el de Borbonesa o Madrilea las de terceras clases.13 Aquella necesidad de honra mediante el buen vestir, desde la nobleza indiana se haba trasmutado a las capas sociales de distinta calidad, tales como mestizos, indios, castas y negros. En el espacio quiteo, aun cuando se 11 Novsima Recopilacin de las Leyes de Espaa mandada formar por el seor Don Carlos IV. (1805). Madrid, Tomo III, Libro sexto, Ley VI, [13 de abril de 1639], p. 188. 12 Sempere y Guarinos, Juan. (1788). Historia del Luxo, y de las leyes suntuarias de Espaa. Tomo II. Madrid: Sociedad Econmica de Madrid/Imprenta Real, pp. 22-175. 13 Espinosa y Brun, Jos de. (1788). Discurso sobre el luxo de las Seoras, y proyecto de un trage nacional. Madrid: Imprenta Real, pp. 34-41. tratase de las caractersticas propias del imaginario del artista, o los recursos tcnicos que quiso emplear, la obra Seora principal con su negra esclava del latacungueo Vicente Albn, nos retrae a la memoria esta tendencia en la moda de los grupos plebeyos y la servidumbre. La seora luce perlas y otras abundantes joyas como los aretes, collares, brazaletes y pulseras, y si a estos atributos aadimos el jubn de encajes, el faldelln y el sombrero con bordados de oro, y sus zapatos provistos de hebillas del mismo metal precioso, son artculos simblicos que reejan tanto su poder en la sociedad, as como la intimidad y afecto de sus pertenencias mujeriles. En la obra de Albn la negra esclava est vestida al lujo, ornamento y los usos de su seora: observemos su collar dorado, expresando el poder y la inuencia propias de la alta sociedad, como si la esclava quisiere igualar o ya lo hiciera a la categora de sus amos. De hecho, parte fundamental de la honorabilidad mujeril estaba simbolizada por la exteriorizacin pblica de su estatus econmico y social, a travs de la suntuosidad de las esclavas que las acompaaban (Ferradas, 2009: 21). Es as como sus ojos se dirigen hacia la seora principal al tiempo que ofrece unos frutos con su mano derecha (gura 20). Figura 20 Seora principal con su negra esclava [detalle] Fuente: [Serie de tipos] Vicente Albn, 1783, leo sobre lienzo, Escuela Quitea. Coleccin Museo de Amrica de Madrid. Crdito fotogrco: Santiago Ypez. El caso de la vestimenta de la esclava es digno de destacar y relacionarlo con el mbito jurdico indiano. Una de las primeras leyes que normaban la indumentaria de aquel grupo social, y que perdurara a lo largo de los siglos en todos los territorios de la Amrica hispana, mandaba que: Ninguna Negra libre o esclava, ni Mulata, traiga oro, perlas, ni seda; pero si la Negra o Mulata libre fuere casada con Espaol, pueda traer unos zarcillos de oro con perlas, y una gargantilla, y en la saya un ribete de terciopelo, y no puedan traer, ni traigan mantos de burato, ni de otra tela; salvo mantellinas, que lleguen poco ms debajo de la cintura, pena de que se les quiten, y pierdan las joyas de oro, vestidos de seda, y manto, que trajeren.14 En una sociedad marcada por una profunda movilidad de asenso y jerarquas, la vestimenta preconcebida como una segunda piel para resguardar al individuo de los rigores del clima, se trataba de un recurso propio del teatro de las apariencias en todos los territorios virreinales. As, al estudiar la indumentaria se hace hincapi de sus manifestaciones simblicas de diferenciacin social y de imitacin por parte de los grupos sociales inferiores en cuanto a sus pretensiones de ascenso (Moreyra, 2010: 389-396). 7. Conclusiones Mediante el estudio de variadas fuentes documentales como edictos, folletos de censura, obras literarias y proyectistas, relaciones de viajes, se ha investigado sobre el fenmeno de la indumentaria, tan escasamente frecuentado en lo que atae a los territorios de la Real Audiencia de Quito, sin dejar a un lado el anlisis iconogrco e iconolgico de lminas, pinturas y esculturas en lo concerniente al atuendo y las joyas mujeriles. En uno de los primeros apartados se ha planteado la tesis de la barroquizacin del atuendo en las provincias y reinos indianos, en plena relacin con el imaginario ilustrado y la esttica del rococ del siglo XVIII, objetivando aquel gusto por los elementos propios e identitarios que los habitantes hispanoamericanos haban desarrollado en aquella poca. A la par, hemos tratado ampliamente sobre el traje neoincsico, producto de la barroquizacin y el mestizaje andino del atuendo, cuya evidencia visual ha sido posible detectarla dentro de las lminas de determinados cdices y relaciones, as como en los retratos a ustas e indias cacicas, ahondando en cada uno de los detalles identitarios del nuevo atuendo de origen incsico e hispnico. Asimismo, ha sido necesario tratar sobre varias leyes y reglamentos que trataban de limitar los nuevos cnones de moda y belleza del siglo XVIII 14 Recopilacin de las Leyes de los reinos de Indias mandadas a imprimir y publicar por D. Carlos II. (1681). Madrid: Julin de Paredes, Tomo II, Libro sptimo, Ttulo V, Ley XXVIII. [Felipe II, Madrid, 11 de febrero de 1571], pp. 290-291. mediante la censura moral eclesistica, a n de esclarecer hasta qu punto estas normativas incidieron en el afrancesamiento del vestuario femenino. De esta manera, se ha estudiado brevemente acerca de la exteriorizacin pblica del estatus de la mujer hispanocriolla por medio del uso abundante de piedras preciosas, fenmeno que haba originado aquellas prohibiciones que mantenan un singular ideario entre la dicotoma del recato y el buen vestir, frente al escndalo y la desnudez. A partir de una sinopsis del mbito jurdico de las Leyes de los reinos de Indias, ha sido posible demostrar ciertas diferencias en el atuendo de las mujeres de otros grupos sociales, como la poblacin esclava, y asimilarlas con el nuevo imaginario de belleza que se impuso en el XVIII. Finalmente, es preciso sealar que hacen falta ms estudios sobre todos estos fenmenos, utilizando otras fuentes, como los protocolos notariales, que nos permitan observar las pertenencias mujeriles, tanto en el vestuario como en la pertenencia de joyas, de acuerdo a un anlisis pormenorizado de testamentos, cartas dotales y dems documentos anes. Referencias bibliogrcas Biblioteca Nacional de Espaa. [Fondo Antiguo]. (1701). Dezimas contra los usos, y trajes escandalosos que la vanidad de el demonio ha introducido en las mugeres. Caldern Altamirano, Luis Francisco. (1707). Opusculos de oro: virtudes morales christianas que dedica a Maria Santissima. Madrid: Imprenta de Juan Garcia Infanon. Coleti, Gian Domenico. (1757). Relazione Inedita Della Citt Di Quito Nel Peru. Quito. Decoster, Jean-Jacques. (2005). Identidad tnica y manipulacin cultural: La indumentaria inca en la poca colonial. Estudios Atacameos n 29, 163-170. Durand, Jos. (1956). El lujo indiano. 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