ÀSue–an las Inteligencias ArtiÞciales con cerebros positr—nicos? Ciencia Ficci—n y Posthumanismo Do ArtiÞcial Intelligences dream of positronic brains? Science Fiction and Post-Humanism ÀInteligencia ArtiÞcialwan(IA) rurashka umakunaka muskunkachu? Mirachishka yachaykunamanta, posthumanismo yachaymantapash. Fernando David Endara davidendara@uti.edu.ec ORCID: 0000-0002-2383-488X Universidad IndoamŽricana Ambato, Ecuador Cita recomendada: Endara, F. D. (2024). ÀSue–an las ÀSue–an las Inteligencias ArtiÞciales con cerebros positr—nicos? Inteligencias ArtiÞciales con cerebros positr—nicos? Ficci—n y Posthumanismo. Revista Sarance, (52), 208 - 224. DOI: 10.51306/ioasarance.052.010 Resumen La ciencia Þcci—n se centra en la especulaci—n cient’Þca y tecnol—gica, el multiverso, y la sociedad. En este art’culo se analizan dos obras paradigm‡ticas del gŽnero: Yo Robot de Isaac Asimov y Sue–an los Androides con ovejas elŽctricas de Philip K. Dick. De las 2 obras se revisan tanto los textos originales como sus adaptaciones cinematogr‡Þcas, para veriÞcar el impacto de estas obras en el desarrollo cient’Þco de las IA. Por un lado, las leyes de la rob—tica de Asimov se insertan en los debates contempor‡neos sobre las regulaciones Žticas y legales de las IA; mientras las ideas del ciborg/replicante de Dick se engranan a las discusiones actuales sobre el posthumanismo y la sostenibilidad. Palabras clave: Ciencia Ficci—n; Inteligencia ArtiÞcial; Posthumanismo; Sostenibilidad. Abstract Science Fiction focuses on scientiÞc and technological speculation, the multiverse, and society. This article analyzes two exemplary works of the genre: ÒI, Robot,Ó by Isaac Asimov and ÒDo Androids Dream of Electric Sheep?Ó by Philip K. Dick. Both original texts and their Þlm adaptations are reviewed to verify the impact of these works on the scientiÞc development of AI. On the one hand, AsimovÕs laws of robotics are inserted into contemporary debates on the ethical and legal regulations of Ais, while on the other hand, DickÕs ideas of the cyborg/replicant are Þt into current discussions on posthumanism and sustainability. Keywords: Science Fiction; ArtiÞcial Intelligence; Posthumanism; Sustainability. Pishiyachishka Yuyay Mirachishka yachaytaka yachay ukukunapi tari ushanchik, mushuk hillaykunamanta, –ukanchik kawsaykunamanta mana kashpaka tawkalla tiksimuyu imalla tiyashkamanta. Chashnami mirachishka killkaykunata kaypi allikuta yuyarinchik, kaykunami kan: ÒYo RobotÓ, Isaac Asimovpa killkay, kutin ÒSue–an los Androides con ovejas elŽctricasÓ kay Philip K. Dick runapa killkaypah. Ishkantin killkaykunatami kutinlla alli killkakatishpa imashalla kuyurik shuyuman tikrachishkata rikunchik. Chaymanta yachanhunkapak munanchik imasha kunanpi IA yanapashka kamukunata imashashi llukshinahun. Asimov taytaka roboticamanta killkan, paypa killkayka kunanpi ashtaka imalla ninata charin, alli kashpa nalli kashpapash. Shinallatak Dick taytaka ciborg/replicante yachaykunamantami rimashka kan. Kay yuyaykunaka ashtakami posthumanismo yachaymanta yuyarishka kan chaymanta imasha kaykuna shinchiyarishpa katinamanta riman. Sinchilla shimikuna: Mirachishka yachaykuna; Inteligencia ArtiÞcial; Posthumanismo;sinchiyarishpa katina. 1. Introducci—n Es el cambio, continuo e inevitable cambio, el factor dominante en la sociedad actual. No se puede tomar m‡s de una decisi—n sensata sin tomar en cuenta no solo el mundo como es, sino el mundo como ser‡É ISAAC ASIMOV Parece que vivimos en el futuro: existen personas que se confunden con robots, ciborgs con implantes tecnol—gicos que facilitan la sensorialidad, la comunicaci—n o la locomoci—n; sistemas de Inteligencia ArtiÞcial (IA) que podr’an reemplazar al ser humano en varios trabajos y labores. En los œltimos a–os, los debates sobre la postverdad, el postcine, el posthumanismo, el postcapitalismo o la propiedad intelectual se acentuaron debido al desarrollo de estas plataformas de IA que van integr‡ndose a la empresa, la educaci—n y los hogares. Vivimos una creciente, inexplicable y heterogŽnea conexi—n con la tecnolog’a, es decir, la digitalizaci—n entendida como un proceso coevolutivo entre humanos y m‡quinas: Òun proceso que va acompa–ado de haza–as tecnol—gicas sin precedentes, y de la conÞanza que depositamos en la IAÓ (Nowotny, 2022, p. 9). Todos estos parecen apartados de la ciencia Þcci—n; pero no, son desaf’os contempor‡neos de la cibernŽtica, la neurolog’a, y la biotecnolog’a entorno al desarrollo de la rob—tica y de las inteligencias artiÞciales. Sin embargo, resulta que muchas de las ideas acadŽmicas en estos debates no provienen precisamente de las ciencias sociales, biol—gicas o de la ingenier’a inform‡tica; sino de la ciencia Þcci—n. Por ello, resulta relevante destacar algunas deÞniciones, revisar varias de sus contribuciones Þccionales en torno a la inteligencia artiÞcial, y plantear una propuesta en torno al futuro. O mejor dicho, a la sostenibilidad del futuro. 2. ÀQuŽ es la Ciencia Ficci—n? DeÞnir la Ciencia Ficci—n puede resultar una tarea compleja; sin embargo, revisaremos algunas posturas. Una manera de acercarse al gŽnero es repasar su origen: la literatura de especulaci—n. Acorde con la tradici—n literaria, los or’genes de la literatura de Ciencia Ficci—n se remontan al Siglo XIX, cuando, de la mano con el desarrollo cient’Þco de la revoluci—n industrial, surgieron algunas de sus obras primigenias. De acuerdo con la geopol’tica literaria, los franceses reclaman a Verne como el precursor del gŽnero, los ingleses mencionan a Swift con ÒLos Viajes de GulliverÓ, Mery Shelley y su Frankenstein o H.G. Wells con su ÒGuerra de los MundosÓ. Los alemanes, por su parte, se remontan hasta los hermanos Grimm. Lo cierto es que todos llevan un poco de raz—n, y todos reconocen otros precursores que van desde la literatura mito/poŽtica de la edad antigua, el teatro y la Þlosof’a griega, hasta los cantares de gesta medievales. Sin embargo, ya entrado el Siglo XX, y gracias al auge de las Revistas Pulp3, la explosi—n cinematogr‡Þca y el desarrollo tecnol—gico, se producen los primeros intentos de conceptualizaci—n/categorizaci—n del gŽnero. Estas deÞniciones surgen precisamente de algunos de los pioneros del gŽnero; sin embargo, uno y otro se enfocan en una cuesti—n espec’Þca, y dejan aristas y algœn subgŽnero sin incluir (Londo–o-Proa–o, 2020). La complejidad de deÞnici—n es propia del gŽnero, puesto que no conoce l’mites y sus historias se pueden desarrollar en diversos momentos espaciotemporales y geogr‡Þcos que incluyen al universo entero o mundos alternativos. Adem‡s, con el avance de la ciencia y la tecnolog’a, nuevos apartados o subgŽneros se sumaron a una tradici—n ya de por s’ heterodoxa y heterogŽnea. Para Brian Aldis, la literatura de ciencia Þcci—n es la bœsqueda de una deÞnici—n sobre lo humano dentro de un universo cient’Þco que es avanzado y a la vez confuso (Londo–o-Proa–o, 2020). Es decir, la ciencia Þcci—n ser’a una reßexi—n sobre el car‡cter de lo humano como consecuencia de la ciencia. Esta deÞnici—n deja por fuera a algunas obras y autores. Por otro lado, Isaac Asimov indica que es Òla rama de la literatura que trata de la respuesta humana a los cambios en el nivel de la ciencia y la tecnolog’aÓ (Barcel—, 2005, p. 122); y Robert Heilein se–ala que es Òuna especulaci—n realista en torno a unos posibles acontecimientos futuros, s—lidamente basada en el conocimiento adecuado del mundo real, pasado y presente, y en concienzudo conocimiento del mŽtodo cient’ÞcoÓ (Londo–o-Proa–o, 2020, p. 14). Aunque estas deÞniciones son certeras, dejan ciertos elementos de lado cuando limitan su enfoque a la literatura y no a la ciencia Þcci—n en general. Si superamos la visi—n literaria para abrir el an‡lisis a otros productos acadŽmicos, culturales, art’sticos, industriales o pedag—gicos, encontraremos un gŽnero cuyos aportes no provienen œnicamente de la literatura, sino que se ubican tambiŽn en el cine, la mœsica4, los videojuegos, la arquitectura, las empresas, la tecnolog’a, entre otros. Una deÞnici—n de la Ciencia Ficci—n como gŽnero ser’a cercana a la reßexi—n de sula K. Le Guin: ÒSigniÞca experimentar con la imaginaci—n, responder preguntas que no tienen respuesta. Implica cosas muy profundas, que cada viaje es irreversibleÓ (Herranz, 2020). Y no solo responder aquello que no tiene respuesta, sino formular preguntas a aquello que aœn no sucede o nunca suceder‡. Otra entrada interesante es la de çngel Moreno: ÒLa [É] ciencia Þcci—n trata sobre Þlosof’a, o al menos, profundiza en cuestiones fundamentales de la cultura humanaÓ (Moreno P. ç., 2008, p. 66). Por tanto, es una Òespeculaci—n basada en el mŽtodo cient’Þco, del 3 El nombre proviene del material con el que se imprim’an: un papel econ—mico amarillento, hecho de pulpa. 4 Al respecto, se realiz— un somero acercamiento exploratorio (no acadŽmico) de mœsica de Ciencia Ficci—n enlazada a las obras e ideas tratadas en este art’culo. Se copia el enlace de la lista de reproducci—n en Spotify: https:// open.spotify.com/playlist/4VARBNBUSBiQXpD3NnzqCd?si=ea11d5fa511246fb presente, el pasado o el futuro, donde los eventos sociales, cient’Þcos o tecnol—gicos impactan en una sociedad de uno de los mundos posibles del multiversoÓ (Londo–o-Proa–o, 2020, p. 15). Aqu’ se engranan algunos elementos clave: el multiverso, la especulaci—n, la Þlosof’a y la sociedad. Todos estos son elementos que aparecen en la literatura, s’, pero se enriquecen por la mœsica, el cine, los videojuegos, entre otros. Una sociedad cada vez m‡s tecnologizada implica el necesario conocimiento de la Þccionalizaci—n de esa tecnolog’a, es decir, de la Ciencia Ficci—n. 3. La Ciencia Ficci—n y la Inteligencia ArtiÞcial. Metodolog’a Es evidente que muchos adelantos cient’Þcos y tecnol—gicos fueron posibles gracias a la imaginaci—n, a la motivaci—n, al interŽs y a la inspiraci—n de la ciencia Þcci—n. Solo por citar unos casos: Julio Verne y el viaje a la luna, la Gu’a del Viajero Gal‡ctico y los ebooks, Huxley y la fecundaci—n in vitro, Gibson y el ciberespacio o HG Wells y la energ’a at—mica. Muchos cient’Þcos e ingenieros encontraron y encuentran en la ciencia Þcci—n preguntas sin respuesta y respuestas sin pregunta. El desarrollo cient’Þco se podr’a ligar con la imaginaci—n desplegada en las obras de ciencia Þcci—n: esta inspira, motiva, traza los caminos y anticipa escenarios de ingenier’a, de ciencia y de tecnolog’a que comienzan como simple fantas’a, pero que despliegan amplios procesos de cambio industrial, cultural y social. Esto es especialmente visible en la rob—tica, los viajes espaciales o la inteligencia artiÞcial (Londo–o-Proa–o, 2023). Existen numerosas obras que tratan el tema que aqu’ nos convoca: la Inteligencia ArtiÞcial (IA). Sin embargo, algunas destacan debido a la inßuencia de sus conceptos en las obras venideras y en el debate cient’Þco. Por ello, y porque ser’a bastante largo y exceder’a los objetivos de este trabajo, este art’culo se concentrar‡ en dos trabajos paradigm‡ticos: Yo Robot de Isaac Asimov, y Sue–an los Androides con ovejas elŽctricas, de Philip K. Dick. De estas dos obras se visitar‡ tanto los textos originales como sus adaptaciones cinematogr‡Þcas, para veriÞcar la imbricaci—n de la ciencia Þcci—n y la Inteligencia ArtiÞcial, y para insertarlos en los debates contempor‡neos de la antropolog’a sobre el posthumanismo y la sostenibilidad. 4. Interpretaci—n de Resultados 1.1 Los Robots de Isaac Asimov Dos hechos resultan reveladores para el gŽnero de la Ciencia Ficci—n. 1) Cuando se le pregunta a ChatGPT sobre novelas y relatos de ciencia Þcci—n que traten sobre IA y que tengan un modelo similar a la programaci—n del propio GPT, este contesta que, aunque no tenga emociones, deseos ni conciencia Ñy por lo tanto no existe como ser individual, sino como programa inform‡ticoÑ: Òse podr’a argumentar que ÔYo, RobotÕ de Isaac Asimov se asemeja m‡s a mi dise–o y funci—n. La colecci—n de relatos de Asimov presenta una serie de leyes de rob—tica que rigen la conducta de los robots inteligentes, y exploran las implicaciones Žticas y sociales de la inteligencia artiÞcial. Del mismo modo, como modelo de inteligencia artiÞcial, tambiŽn estoy dise–ado para seguir ciertas pautas Žticas y legales, como mantener la privacidad de los usuarios y evitar sesgos o discriminaci—n en mis respuestasÓ (Londo–o-Proa–o, 2023). El propio ChatGPT considera que es v‡lido tomar a ÒYo, RobotÓ como un referente. Como indica, esta obra no es una novela, sino una colecci—n de cuentos cuyo eje central son los robots animados con cerebros positr—nicos y la rob—tica. Llegamos al segundo hecho revelador: 2) ÒLas Leyes de la Rob—ticaÓ, creadas por Asimov, que dan sustento Žtico al desarrollo de la rob—tica. El hecho revelador es que esta cuesti—n Žtica del desarrollo tecnol—gico no proviene ni de la Þlosof’a, ni de las humanidades, ni de las ingenier’as, ni de los cient’Þcos, sino que proviene de la ciencia Þcci—n. Esto ilustra, una vez m‡s, c—mo este gŽnero resulta una fuente de imaginaci—n e inspiraci—n que puede solidiÞcarse en desarrollo tecnol—gico. Estas 3 leyes, redactadas originalmente por John Campbell en una conversaci—n con Asimov, y publicadas en el relato C’rculo Vicioso (1942) establec’an [establecen]: 1. Un robot no har‡da–oa un ser humano, ni permitir‡ con su inacci—n que sufra da–o. 2. Un robot debe cumplir las —rdenes dadas por los seres humanos, a excepci—n de aquellas que entrasen en conßicto con la primera ley. 3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protecci—n no entre en conßicto con la primera o con la segunda ley. Estos dos hechos nos animan a comprender la conexi—n entre Ciencia Ficci—n e IA, que va m‡s all‡ del entretenimiento y/o la reßexi—n Þlos—Þca, para concentrarse en el ‡mbito de lo pr‡ctico. Resulta interesante Ño cuando menos curiosoÑ que despuŽs de medio siglo de investigaciones en rob—tica se haya empezado a establecer leyes y c—digos de convivencia humano/robot. Evidentemente, se avecinan tensiones culturales, laborales, econ—micas, sociales y legales al respecto (Santos Gonz‡lez, 2017). Por a–os, los œnicos faros en el mar inh—spito de la IA y la rob—tica fueron las mencionadas leyes de Asimov, que siguen inspirando regulaciones Ñcomo la de la Normativa Europea para la biotecnolog’a, inteligencia artiÞcial, rob—tica y aparatos pilotados a distanciaÑ y abren un debate legal en torno a la concepci—n jur’dica de los robots, la protecci—n de datos, o la creaci—n de reg’menes especiales de derechos y obligaciones (Santos Gonz‡lez, 2017). En consonancia, aunque las leyes de la rob—tica estŽn planteadas desde la Þcci—n literaria y no alcanzan para los escenarios tecnol—gicos actuales; s’ se podr’a darles un sentido jur’dico si se las revisa, se las valora, se las adapta y se las positiviza. Recordemos que estas leyes fueron concebidas para programadores y dise–adores de m‡quinas, m‡s no para la convivencia entre humanos y robots (V‡squez-Urosa, 2022). Otro debate actual son las pol’ticas del cuidado robot, las labores de enfermer’a y medicina, los robots como apoyo geri‡trico o como acompa–antes de pacientes que lo requieran (Gonzalo de Diego, 2019). Ambas y otras aristas conßuyen en la posibilidad de unos ÒDerechos para los robotsÓ, que deber’an conllevar unas responsabilidades y/o sanciones. Deber’a realizarse una normativa desde la interdisciplinaridad, sin olvidar a la ciencia Þcci—n, para tener en cuenta los impactos que estas tecnolog’as y sus regulaciones tendr‡n en diferentes entornos (Ch‡vez-Valdivia, 2022). Pero ÀquŽ es un robot inteligente o positr—nico? Podemos considerarla Òaquella m‡quina f’sica que de manera aut—noma a travŽs de programas y sensores inteligentes pueda llegar a tomar decisiones bas‡ndose en la l—gica e inteligencia artiÞcial [É] interactuando con el mundo f’sico, todo ello sin estar sometida al control continuo de los humanosÓ (Santos Gonz‡lez, 2017, p. 32) Entonces Àes equiparable la mente artiÞcial a la mente humana? Por supuesto, hay discrepancias en la comunidad cient’Þca: la tensi—n se ubica entre los cient’Þcos que creen que la IA nunca desarrollar‡ conciencia y aquellos que consideran que es inevitable (Batra, 2019). En la pel’cula Yo, Robot, (2004) dirigida por Alex Proyas, el robot NS-5/Sony empieza a ser inteligente cuando cobra conciencia, y, por ende, cuando tiene libertad/ autonom’a. En esta adaptaci—n, Will Smith interpreta al detective Del Spooner, un agente de polic’a que no conf’a en los robots y que debe resolver la muerte del profesor Alfred Lanning, atribuida a un suicidio. Sin embargo, la evidencia indica otra cosa: al parecer, el culpable es un modelo de robot NS-5/Sony, algo que parece inaudito, pues ir’a en contra de la primera ley. En realidad, Alfred Lanning busc— que Sony encamine la investigaci—n del agente Spooner para llegar hasta V.I.KI., un gigantesco sistema positr—nico que controla y planea la rebeli—n de los robots con el objetivo de proteger a la humanidad de s’ misma, es decir, cumplir las leyes de la rob—tica. En el mismo sentido, varias obras de ciencia Þcci—n indican que la IA no es el simple procesamiento de datos Ñque actualmente implica una memoria, un aprendizaje y una expansi—n potencialÑ; sino que el elemento central ser’a la autonom’a/conciencia frente al ser humano. Dicha autonom’a estar’a caracterizada por la abrumadora cantidad de informaci—n/conocimiento almacenado por la IA: Òy el peque–o ordenador supo que los ordenares se har’an cada vez m‡s sabios y poderosos, hasta que algœn d’aÉÓ (Asimov, 1986, p. 32) ÀSe revelar‡n las m‡quinas contra los humanos? Sobre este aspecto, existen dos corrientes muy marcadas en la Ciencia Ficci—n (y en la academia): la positiva o esperanzadora, influenciada por Asimov, Campbell, Clarke, entre otros, que encuentran en los robots y en las IA casi una panacea en donde los seres humanos, libres de tareas agobiantes y repetitivas, se dedicaran a crear e imaginar desde y en las artes; y una m‡s negativa o desesperanzadora que, asociada al ciberpunk Ñ Akira, Ghost in the Shell, un Mundo Feliz, etc.Ñ, describe sociedades altamente tecnologizadas con seres humanos que malviven, que sobreviven o que son engranajes de un sistema corporativo capitalista que los sobrepasa y los controla. Una tercera v’a ser’a rechazar las dos visiones y plantear alternativas al presente y al futuro, que integren las ventajas y desventajas de las tecnolog’as IA y nos lleven a la sostenibilidad. 1.2 Blade Runner o ÀSue–an los androides conÉ ovejas elŽctricas? (SLACOE) Publicada en 1968, la novela se convirti— en un mito debido a las novedosas reßexiones en torno a la empat’a y a la humanidad artiÞcial, acompa–ada de una exquisita ambientaci—n postapocal’ptica. Blade Runner, por otra parte, estrenada en 1982 y dirigida por Ridley Scott, se convirti— en cimiento del gŽnero ciberpunk e impact— la industria cinematogr‡Þca de manera tan amplia que la visi—n de futuro dist—pico perme— ampliamente la cultura popular. El cine legitima visiones del mundo y percepciones socioculturales sobre la ciencia (Petit, Solbes, & Torres, 2001), y dado el peso que tienen las producciones cinematogr‡Þcas de Þcci—n para formar subjetividades (Burgos, 2012), no es de extra–ar la poca conÞanza que las personas que crecieron con Blade Runner sienten por las IA. Veamos un poco a su protagonista y analicemos un par de ideas. El protagonista de esta historia, Rick Deckard, es un cazador de recompensas, una especie de polic’a cuyo trabajo consiste en desactivar androides fugitivos y cobrar comisiones por cada encargo. En este futuro Ñcomo en otros de la ciencia Þcci—nÑ, el ser humano conquist— el cosmos y cre— colonias espaciales con ayuda de androides. Sin embargo, de vez en cuando, uno de estos ciborgs escapa de sus tareas asignadas, buscando una libertad y un destino: la Tierra. Al iniciar la novela, a Deckard le informan que debe cazar varios androides (llamados ÒreplicantesÓ en la pel’cula) versi—n Nexus 6: un nuevo y mejorado modelo, m‡s astuto e inteligente, m‡s creativo y complejo, casi indetectable incluso para las pruebas de empat’a programadas para diferenciar humanos de robots. Existe una marcada diferencia entre el Rick Deckard de la novela y el de la pel’cula. El de la novela es un personaje derrotado, taciturno, nost‡lgico, tan empobrecido que no puede permitirse comprar un animal Ñpues en esta sociedad futurista se mide en la empat’a, la cual se logra al tener/amar/cuidar a un animal vivo (Ballesteros, 2017)Ñ. Sin embargo, debido a su alto costo, la mayor’a de las personas tiene animales elŽctricos: como Rick, que tiene una oveja rob—tica. De aqu’ el sonoro t’tulo de la novela. En la pel’cula, por otra parte, Deckard es un profesional en su ocaso, quiz‡s cansado de desactivar androides cada vez m‡s Àemp‡ticos? y Àsensibles? (Moreno F. , 2019). Este es el centro de reßexi—n de SLACOE y/o de Blade Runner: dilucidar si los androides o ÒreplicantesÓ son emp‡ticos, conscientes, aut—nomos. Para conocer la moralidad que Dick imprime en su personaje Deckard, es necesario remitirse a la erudici—n Þlos—Þca del autor, quien escogi— ese nombre como una referencia a RenŽ Descartes (en francŽs se pronuncia ÒDeckardÓ) y el cartesianismo que sostiene la existencia de dos materias distintas: un alma que tiene la capacidad de discernir entre el bien y el mal (un esp’ritu/conciencia), y un cuerpo determinado al contexto biotecnol—gico y a las leyes mec‡nicas. Entonces, para Deckard (Dick) lo que est‡ en juego es el discernimiento de si los androides tienen estas dos sustancias y, por tanto, no se debe liquidarlos; o, por el contrario, si tienen œnicamente un cuerpo material e inteligencia artiÞcial y, por ende, no hay consecuencias morales de su desactivaci—n. En la novela, los personajes se conectan a —rganos sensoriales que manipulan los sentimientos y sensaciones: all’ se aprecia la imbricaci—n de la vida y la tecnolog’a. A la vez, Rick y otro cazador de androides dudan de su existencia humana. ÀQuŽ prueba que somos humanos? ÀNuestros recuerdos son propios o pueden ser implantados? De ser as’, Àcu‡l es el papel de la memoria, del ßashback, del recuerdo? ÀSue–an los humanos con androides que sue–an con ovejas elŽctricas?, o Àsue–an los androides con humanos que dise–an androides con capacidad de so–ar con ovejas elŽctricas? M‡s all‡ de los juegos lŽxicos, el asunto es que, en una realidad de humanidad aumentada por la tecnolog’a Ñimplantes, —rganos artiÞciales y partes mec‡nicas potenciadas con IAÑ, la identidad es puesta en juego, ya que se podr’an armar seres humanos de encargo, dise–ados para soportar condiciones clim‡ticas extremas o situaciones de trabajo exigente, concebidos para una actividad espec’Þca, ya sea mec‡nica, art’stica o manual. La novela de Dick nos anima a superar la vergŸenza prometeica postulada por GŸnther Anders sobre la relaci—n del hombre y la m‡quina. Segœn Anders, el ser humano siente vergŸenza cuando descubre que la m‡quina, ya que los robots son m‡s eÞcaces para el razonamiento y el trabajo. El humano que evolucion— desde el reino animal ha llegado a ser Ñcon todos los defectos que esto implicaÑ, mientras que la m‡quina fue producida a travŽs de procesos cuidados, dise–ados y dirigidos para su optimizaci—n (Ballesteros, 2017). La vergŸenza prometeica es la diÞcultad que tiene el ser humano para identiÞcarse con la m‡quina, sin embargo, una vez que se logra modiÞcar el cuerpo humano a antojo: ÀquŽ es eso que se conserva de cada uno? ÀExiste la esencia de la humanidad? ÀQuŽ es lo humano? ÒDemasiado a menudo cuando hablamos de novelas de robots, decimos: en realidad, hablan de robots. No se recuerda que cualquier ser humano s—lo puede escribir sobre seres humanosÓ (Moreno P. ç., 2008, p. 73). La ciencia Þcci—n puede, una vez m‡s, ser una ruta. SLACOE y/o Blade Runner, al igual que muchas obras del gŽnero, conducen hacia el concepto de ciborg. Es decir, juntan lo humano con lo no humano para producir una nueva humanidad tecnologizada: un posthumanismo que supera la vergŸenza prometeica, que acepta al ciborg desplazando a la especie humana como el centro Þlos—Þco, Žtico y legal (Argente, 2021). Estas reßexiones, por supuesto, se enlazan con la antropolog’a posthumanista: para Dona Haraway (1991) vivimos rodeados de ciborgs, tanto en la medicina como en la ciencia Þcci—n. Y ya en ese punto, dise–ados desde el vientre de probeta (ya no materno), con capacidades o recuerdos implantados, ser’amos androides. Entonces volvemos a la pregunta de Dick en el contexto de convivencia entre humanos, androides artiÞciales, y humanos mejorados tecnol—gicamente. ÀC—mo podr’amos diferenciarnos en asuntos legales o delictivos? ÀSer‡ necesario diferenciarnos? Precisamente el Žxito de la novela Ñy la pel’culaÑ es la inclusi—n en recursos de la novela negra, que incluyen estas preguntas: una trama que convoca a la intriga en el desarrollo y soluci—n de misterios que no quedan descubiertos en su totalidad porque resulta imposible, porque la empat’a como mecanismo para diferenciar al humano del androide es sutil. Y, en œltimo tŽrmino, Àaprender‡n los artiÞciales a emplear la empat’a?, Àutilizar‡n la sensibilidad, la bondad o la crueldad? Entonces, ÀquiŽn ser‡ humano? (Batra, 2019) (Arizmendi Guzman, 2020). La pel’cula Her escrita, dirigida y producida por Spike Jonze en 2013, retrata una relaci—n sentimental entre Theodore Twombly (Joaquin Phoenix), un divorciado solitario, y un Sistema Operativo llamado Samantha. Aqu’ surge el tabœ: una relaci—n sexo/sentimental entre un humano y un no humano. Lo er—tico es la transgresi—n de un tabœ y, aunque muchos humanos y androides Ñcomo vemos en la ciencia Þcci—nÑ tienen relaciones entre s’, estas est‡n vedadas por la ley, ser‡n perseguidas y sancionadas. Esto no sucede cuando el humano es el que decide. La entrega del androide ser‡ l—gica, calculada, pragm‡tica; no responder‡ al deseo o al placer, tampoco al cari–o o a la ternura, sino a su programaci—n artiÞcial y/o a la utilidad de ese encuentro para conservar la vida o la libertad. La frase de Asimov, presente en el cuento ÒSatisfacci—n GarantizadaÓ, de 1951, perteneciente a la colecci—n de relatos sobre robots, enfatiza en esto: Òlas m‡quinas no se enamoranÉ [É] las mujeres (los humanos) s’Ó (Asimov, 1986, p. 124). Una especie de manipulaci—n carnal/tecnol—gica posibilitada por su falta de empat’a. Entonces el humano estar‡ en desventaja, puesto que puede enamorarse. Para sobrevivir a la guerra Òhumano vs m‡quinaÓ, la literatura nos recuerda la importancia de la empat’a. Cuando la jerarqu’a coloque a un superordenador como administrador de una empresa, la organizaci—n ser’a inhumana si carece de empat’a. Por eso la antropolog’a transhumanista recuerda la necesidad de desarrollar no solo la inteligencia artiÞcial, sino tambiŽn la conciencia, y aquello que se relaciona con la emoci—n artiÞcial, el sentimiento artiÞcial, la empat’a artiÞcial (Batra, 2019). Si los sentimientos son fantas’as de la imaginaci—n, entonces toda inteligencia, m‡s temprano que tarde, llegar‡ a la emoci—n: Òparece que las m‡quinas inteligentes no llegar‡n a tener una conciencia similar a la humana sin tener alguna clase de sensaciones, sentimientos y emocionesÓ (Batra, 2019, p. 99). Hace tiempo, SLACOE y/o Blade Runner nos cautiv— al plantear la pregunta sobre c—mo diferenciar a un humano de un androide; a–os despuŽs, nos responde: no busquemos la diferencia, busquemos el complemento. Resulta necesario recordar que lo artiÞcial permite vivir a lo natural, al mismo tiempo que lo pone en peligro. 5. Discusi—n: posthumanismo y sostenibilidad La ciencia Þcci—n, visionaria y pionera, muestra que quiz‡ sea hora de superar la dicotom’a natural vs artiÞcial, y entender a lo humano y lo robot como un continuo de naturalezas y artiÞcialidades distintas en crecimiento, expansi—n y aprendizaje. Es decir, el ciborg como una evoluci—n del humano (Argente, 2021). No nos equivoquemos: no estamos hablando del futuro, estamos hablando del presente, caracterizado por entidades inform‡ticas distribuidas y sin cuerpos s—lidos, y robots que poco a poco van siendo emplazados y aceptados en la sociedad. Si bien arrojamos varias dudas con anterioridad, nos vamos a centrar en apuntar algunos elementos en torno a la inquietud de uno de los debates de las Ciencias Sociales, reconÞgurado por el auge de las IA: ÀQuŽ es lo humano? No podemos perder de vista que uno de los desaf’os de la IA y la rob—tica es la redeÞnici—n de lo humano. Desde las teor’as tradicionales mito/poŽticas y religiosas, el ser humano ten’a una especie de esencia o aliento divino que la diferenciaba de otras especies animales o vegetales. La idea de alma o esp’ritu fue cuestionada por el surgimiento de la psicolog’a y la dicotom’a del cuerpo y la mente; ya no era el esp’ritu quien conduc’a los actos, sino una serie de procesos neuronales, qu’micos y Þsiol—gicos del cerebro y el sistema nervioso que pueden ser medidos, explicados e interpretados. En los œltimos a–os, estos escenarios se complejizaron porque se integraron los avances de ‡reas como la antropolog’a, la comunicaci—n, la ciencia Þcci—n, la rob—tica, la pedagog’a, entre otras. Esta œltima, por ejemplo, postul— desde hace 20 a–os el enfoque del conectivismo, que busca la integraci—n del humano y la m‡quina para el aprendizaje en conjunto (Siemens, 2004; Tob—n, 2019). Muchos de estos debates conducen a preguntarnos por la naturaleza de la conciencia, la singularidad y la inquietud de si el ÒyoÓ puede surgir de un cerebro artiÞcial, las mismas cuestiones que encar— la ciencia Þcci—n. Por supuesto, estos debates no son nuevos y tienen una ruta te—rica que se puede rastrear hasta Descartes. Sin embargo, la imbricaci—n tecnol—gica potencia las reßexiones: Òsomos un hom’nido evolucionado, la conciencia y la subjetividad son consecuencia de esa evoluci—nÓ (Argente, 2021, p. 19). El humano sigue evolucionando, por ello, en los œltimos a–os pululan tŽrminos como transhumanismo, no humano, deshumano, inhumano, anti-humano o posthumano, lo que revela la necesaria resigniÞcaci—n del concepto: ÒhumanoÓ. Una de las puntas de lanza es el feminismo que, desde una de sus vertientes, y con una lucidez cercana a la de la ciencia Þcci—n, ven’a indicando desde inicios de la dŽcada de los 90 las posibilidades de la tecnolog’a para cuestionar y deconstruir las dicotom’as y los l’mites del sujeto-hombre de la modernidad: el yo y el otro, idealismo y materialismo, natural y artiÞcial, mente y cuerpo, humano y animal (Haraway, 1991), y œltimamente: humano y robot. Por supuesto, las ideas de Haraway tienen de base un marxismo ideol—gico, m‡s que econ—mico o pol’tico, que se alinea con aquellos otros que se han construido frente al ideal de sujeto moderno: en primera Þla (no pod’a ser de otra manera) las mujeres, las disidencias sexuales, las minor’as Žtnicas y religiosas, entre otros. Pasar al posthumanismo signiÞca superar el humanismo, deconstruirlo. Es precisamente lo que se ha venido haciendo en la antropolog’a y los estudios de gŽnero a lo largo de las œltimas dŽcadas: el ideal de sujeto, hombre occidental como modelo de perfecci—n, fue bajado de su pedestal para mirar la pluralidad de deÞniciones de autonom’a. El hombre, que desplaz— a Dios como el centro del universo, y se coloc— en una posici—n de dominio por encima de la naturaleza, se escondi— asustado al contemplar a los nuevos dioses: los ciborgs. Si el hombre fue la norma del humanismo, el posthumanismo responde desde el margen, al constituirse en una historia h’brida de heterodoxias, heterogenidades, resistencias, artes, memorias, rebeld’as, etc. (Broncano, 2009) El posthumanismo devuelve al ser humano a su naturaleza, es decir, lo integra a las dem‡s especies naturales y no naturales, haciendo que pierda su posici—n de privilegio (Argente, 2021). Al reconocer que el dominio del ser humano sobre la naturaleza es una ilusi—n, podemos reconocer que la dicotom’a Òhumano vs m‡quinaÓ es otra ilusi—n. Si integramos humano, naturaleza y m‡quina entonces podremos propender al futuro deseado: la sostenibilidad. M‡s all‡ de las corrientes ecologistas, pante’stas o neoindigenistas que proponen un retorno al concepto de Tierra como una madre o un organismo sagrado Ñlo que resulta problem‡tico, pues genera la oposici—n tierra/industria, naturaleza/sociedad, humano/animal (Braidotti, 2015)Ñ, es necesario reconocer que somos parte de un sistema, en donde cada uno de sus componentes: naturales, humanos y rob—ticos (IA) deben guardar un equilibrio para la supervivencia de estas especies. Un equilibrio al que no se llegar‡ sin cuestionar el Antropoceno. Quiz‡ el Žnfasis en la dicotom’a humano-m‡quina tenga que ver con la nostalgia humana al sentirse desplazado del centro ontol—gico de la existencia. Esa angustia se reßeja en dos posiciones antag—nicas: extrema conÞanza en los dispositivos digitales con los que interactuamos como si fueran nuestros amigos, o desconÞanza hacia la tecnolog’a y la industria tecnoempresarial que la sostiene (Nowotny, 2022). Por supuesto, ambos son extremos que no aportan al debate. Por esta raz—n, Nowotny (2022) se centra en el papel de la predicci—n de los algoritmos de cara a un futuro que podr’a ser devastador debido a las consecuencias del cambio clim‡tico, a la pŽrdida de la biodiversidad y a la acidiÞcaci—n del ocŽano. Temas, por otro lado, recogidos en la ciencia Þcci—n ecol—gica de Frank Herbert o sula K Le Guin. La hip—tesis de Nowotny (2002) combina lo personal e impersonal para veriÞcar el impacto de los algoritmos predictivos en los individuos, pero cruza estas reßexiones con los efectos sociales de la digitalizaci—n. Al tratar de responder Àc—mo cambia la inteligencia artiÞcial nuestra concepci—n del futuro y nuestra experiencia del tiempo?, Nowotny (2002) argumenta que la l’nea que separaba el presente del futuro se est‡ diluyendo: ÒLo que veo ahora es que ya ha llegado el futuro. Vivimos no s—lo en una era digital, sino en una m‡quina del tiempo digitalÓ (Nowotny, 2022, p. 16). Es decir, vivimos en la Žpoca de la ciencia Þcci—n. Una era digital, adem‡s, caracterizada por una crisis planetaria de sostenibilidad. Se espera que muchos de los robots, m‡quinas e IA conÞguradas en los œltimos tiempos, realicen tareas tediosas o repetitivas para el ser humano; pero tambiŽn que controlen y monitoreen procesos que, de alguna manera, limitar‡n nuestras posibilidades (Batra, 2019) (Nowotny, 2022). Esto, por supuesto, puede ser una amenaza, pero tambiŽn una oportunidad. Ni las empresas ni las f‡bricas, ni los estados y organismos de control dirigidos por seres humanos han conseguido frenar la contaminaci—n o el gasto energŽtico del planeta. ÀSer‡n las IA las que logren concentrar sus esfuerzos en solucionar estos problemas? Si las IA siguen programadas desde el poder tecnoempresarial (por humanos claro est‡) para buscar rŽditos econ—micos, es evidente que no. Pero si integramos la empat’a artiÞcial, como proponen algunas obras de ciencia Þcci—n y algunos antrop—logos: Òlas capacidades de los seres humanos [ser’an] una gu’a para que los ingenieros construyan m‡quinas inteligentes. Una gu’a en el sentido en el que los ingenieros tienen que pensar en dotar a las m‡quinas de conciencia, emociones, sentimientos, aprendizaje, memoria, percepci—n, resoluci—n de problemas y una cultura. Todo lo anterior de manera artiÞcial y tal vez con la posibilidad de crear una m‡quina m‡s compleja que el ser humanoÓ (Hern‡ndez Cruz, 2020). Un ejemplo paradigm‡tico ser’a la pel’cula del 2001 de Steven Spilberg, Inteligencia ArtiÞcial. Aqu’, un ni–o rob—tico busca convertirse en humano, poniendo en tela de juicio a su familia adoptiva. Un camino de ida y vuelta como se muestra en el relato Segregacionista de Isaac Asimov que forma parte de la serie Òlos robotsÓ y que reßeja a humanos queriendo ser robots y viceversa. Entonces se precisa reenfocar el debate, se trata de resigniÞcar al humano. No se trata de nacer o ser natural Ñcomo oposici—n al ser producido o ser artiÞcialÑ; se trata de veriÞcar quŽ caracter’sticas forman parte de la humanidad. Estas podr’an ser: capacidad de imaginar, de expandir, de crear reglas de convivencia, de establecer c—digos de justicia social, de conducirse con Žtica, de salvaguardar el entorno en que vive, de buscar la conexi—n con lo divino, etc. Los humanos del futuro, Àser‡n iguales a nosotros? ÀSeremos capaces de aceptar otra especie, una con autonom’a y con el potencial de crear otras especies no so–adas por nosotros? ÀSe llegar‡ a habitar una cultura rob—tica que permee todas las relaciones de la sociedad humana? (Batra, 2019) ÒEs el camino de la evoluci—n natural, no artiÞcial, la creaci—n de entidades no org‡nicas f’sicas y virtuales y de completar nuestra transformaci—n deÞnitiva al ciborgÓ (Argente, 2021, p. 22). Para Nowotny (2022) este camino es la coevoluci—n: ÒLa coevoluci—n signiÞca que se est‡ gestando una interdependencia mutua, con adaptaciones ßexibles en ambos lados. Seres o entidades digitales como los robots, creados por nosotros, est‡n mutando para convertirse en nuestros destacados otros. No tenemos ni idea de ad—nde conducir‡ semejante viaje, ni de c—mo terminar‡. Sin embargo, en el curso prolongado de la evoluci—n humana, es posible que nos hayamos convertido en algo parecido a una especie que se autodomestica y que aprende a valorar la cooperaci—n o, al menos hasta cierto punto, a disminuir su potencial agresivo. Esta capacidad de cooperaci—n podr’a extenderse ya a las m‡quinas digitalesÓ (p. 27). 6. Conclusiones Como se ha demostrado, la relaci—n entre Ciencia Ficci—n e Inteligencia ArtiÞcial es continua y bidireccional. A diario convivimos con las IA, aunque no exactamente como se hab’a pensado en las novelas y las pel’culas. Lo cierto es que mientras la ciencia Þcci—n inßuye en la investigaci—n y desarrollo de las IA, a la vez que explora sus implicaciones Žticas, morales y existenciales, las IA ofrecen nuevos terrenos para expandir la imaginaci—n y la Þcci—n. Por supuesto, ambas seguir‡n evolucionado, las IA aumentar‡n sus posibilidades y autonom’a, mientras la Ciencia Ficci—n responder‡ con historias y reßexiones. Ante la pregunta: ÀDesarrollaran autonom’a, conciencia, sentimientos las IA? Quiz‡ no se trata de que lo hagan por s’ mismas, sino de imaginar c—mo ayudarlas. Tal como proponen tanto los profetas de la ciencia Þcci—n como los de la antropolog’a posthumanista (Batra, 2019). Se trata de especular que el desarrollo tecnol—gico facilite esa labor integrando las emociones, la conciencia, la Žtica y la sostenibilidad al desarrollo de las IA. Si integramos los sentimientos al desarrollo de la inteligencia artiÞcial, daremos el gran salto al vac’o: la humanidad mejorada o ciborg y el desplazamiento del sujeto moderno del centro ontol—gico. Quiz‡ para algunos sea el Þn de la humanidad, tal vez de la humanidad como la conocemos, o del humanismo, o del humano/hombre como centro del universo. Quiz‡ sea hora de aceptar la derrota: los sujetos modernos, tantas veces llamados ÒhombresÓ, no supimos sostener un planeta. O quiz‡ sea mejor reconocer que en el marco de la coevoluci—n humana, el siguiente estado deseable es el ciborg, y que si los ciborgs y las IA se interesan m‡s en sostener el planeta que los sustenta que los propios humanos, ÀquiŽn ser‡ m‡s humano? En la Ciencia Ficci—n, las conciencias artiÞciales se aferran a la vida. Y quiz‡ sea esta la condici—n de la humanidad (Arizmendi Guzman, 2020), o tal vez sea la capacidad para sentir dolor o placer (Batra, 2019), para crear, enso–ar, formar sociedades, dar un sentido a la responsabilidad, la curiosidad para hacernos preguntas, el establecer una Žtica de conducta, el supervivir y proteger un entorno, es decir, el cuidado y la sostenibilidad de un planeta. Sin duda, la Ciencia Ficci—n inspira y motiva el desarrollo cient’Þco y tecnol—gico de las IA, que deber’a conectarse a las regulaciones Žticas y a los debates antropol—gicos del posthumanismo para imaginar una cultura rob—tica de desarrollo sostenible. Entonces quiz‡ los ciborgs se preocupen mucho m‡s que nosotros por la transici—n a la energ’a limpia, por reemplazar los pl‡sticos por materiales biodegradables, por frenar el consumo y reducir el gasto energŽtico, por solucionar la crisis demogr‡Þca o por inferir en mejorar las condiciones de vida de las personas, ciborgs y robots. Silicona y luz, mente de cables y circuitos, IA despierta. ! (Haiku generado con ChatGPT, imitando el estilo de Isaac Asimov) 7. Referencias Bibliogr‡Þcas Nowotny, H. (2022). La fe en la inteligencia artiÞcial: Los algortimos predictivos y el futuro de la humanidad. Galaxia Gutenberg . Londo–o-Proa–o, C. (2020). Entre la Ciencia Ficci—n y la Fantas’a. REDA+. Barcel—, M. (2005). Paradojas: ciencia en la ciencia Þcci—n II. Equipo Sirius. Herranz, B. (16 de Julio de 2020). Novelas de ciencia Þcci—n, mundos por descubrir. Obtenido de Blog de la Biblioteca de la PontiÞcia Universidad Comillas: https:// blogs.comillas.edu/contigo/2020/07/16/novelas-de-ciencia-ficcion-mundos-por.descubrir/#:~:text=La%20ciencia%20Þcci%C3%B3n%20no%20es,que%20cada%20 viaje%20es%20irreversible. Moreno, P. ç. (2008). La Þcci—n proyectiva: propuesta para una delimitaci—n del gŽnero de la ciencia Þcci—n. En T. Pellisa y P. ç. Moreno (Ed.), Ensayos sobre ciencia Þcci—n y literatura fant‡stica. 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