Entre la discriminación y la solidaridad: la construcción estratégica de identidad entre migrantes venezolanos en Quito, Ecuador Millanayachiykunapi huyaykunapipash: Venezuelamanta llaktayukkuna imasha, Quito, Ecuadorman shamushpa paykunapa kikinkay wiñariymanta Between discrimination and solidarity: the strategic construction of identity among Venezuelan migrants in Quito, Ecuador Jorge Mantilla jmmantilla@uotavalo.edu.ec ORCID: 0000000277846667 Universidad de Otavalo (Otavalo, Ecuador) Cita recomendada: Mantilla Salgado, J. (2023). Entre la discriminación y la solidaridad: la construcción estratégica de identidad entre migrantes venezolanos en Quito, Ecuador. Revista Sarance, (51), 84 - 104. DOI: 10.51306/ioasarance.051.05 ......................................................................................................................... Resumen La migración de personas venezolanas es un fenómeno ampliamente relevante en Latinoamérica. Gran parte de la literatura en las ciencias sociales, así como el lenguaje político y mediático, han representado a estos colectivos como un todo homogéneo, bajo la etiqueta de la nacionalidad. El presente artículo cuestiona este posicionamiento, analizando —desde un enfoque cualitativo— procesos de construcción identitaria entre ciudadanos venezolanos en Quito, Ecuador. Los resultados muestran que el desarrollo de identidades es un proceso dinámico, abierto y estratégico. En escenarios marcados por la discriminación o la xenofobia, se refuerzan narrativas identitarias asociadas a parámetros éticos y de clase. Por otra parte, la pertenencia nacional es enfatizada en situaciones en que esta puede ser utilizada para movilizar diferentes formas de capital. Este acercamiento a la identidad resalta la importancia de la agencia de los migrantes e invita a repensar el enfoque desde el cuál las ciencias sociales analizan fenómenos migratorios. Palabras clave: Migración; Identidad; Venezuela; Ecuador. ......................................................................................................................... Tukuyshuk Venezuela mamallaktamanta, chaypi llaktayuk kawsakkuna ashtakata llukshishpa shukman shukman rinahukmi rikurimushka kay Abya Yalapika. Ashtaka killkashkakuna chaymanta llukshimushka, shinallatak política ukupipash rimarishka, willachiykunapipash llukshishka, imasha kay Venezuelamanta llaktayukkuna shuklla shina rikchakunami rinahun nishpa. Kay killkaypika mana shuklla shina rikcha runakunachu nishpami riman, ashtawankarin shuk shuk kawsaykunami Venezuela mamallakta ukupika kawsanchik nishpa. Chaymanta imasha Quito, Ecuadorman shamushpaka imashalla paykunapa kikin kayta wiñachinahukmanta rimakrinchik. Ñukanchik kikin kayta wiñachinkapakpa, allimantami wiñachirin, shukwan shukwan pakta rimarishpa, kawsashpa. Shinallatak shukkuna millanayachishpa manchanayachishpa rikunahukpika ashtawanmi shuk layaman paykunapa kikinkaypash wiñarinka, ashtawan karuyarishpa. Shinallatak kay killkaypi rikuchin, imasha wakinkipa paykunaka Venezuelamanta kan nishpalla kullkitapash kuyuchita ushan. Chaykunata alli yuyarishpami kay killkayka rikuchinkapak munan mayhan purikkuna, migracionpi kakkunaka shimita, kawsayta charinmi nishpa, chaymanta ashtawan allikutami yuyarina kanchik nin migracionmanta rimankapak munashpaka mana shuklla yuyaypi markarishpa, ashtawankarin tawka yuyaykunapi hapirishpa. Sinchilla shimikuna: puriykuna; kikin kay; Venezuela; Ecuador. ......................................................................................................................... Abstract The Venezuelan diaspora has become a very influential phenomenon in Latin America. In the social sciences, an important corpus of literature has portrayed these migrant groups as a homogeneous collective, labeled based on their nationality. Similar approaches are present in political and mediatic narratives. This paper questions said point of view, presenting a qualitative analysis of the process by which a group of Venezuelan migrants in Quito, Ecuador, build their identities. The results show that migrant identities are dynamic, open, and strategic. In spaces characterized by discrimination and xenophobia, identity narratives are mostly associated with ethical and class parameters. Meanwhile, national identity is emphasized in situations in which it can be used to mobilize different forms of capital. This way of understanding identity emphasizes migrants’ agency and proposes an alternative to rethink the viewpoint from which social sciences have addressed international migration. Keywords: Migration; Identity; Venezuela; Ecuador. ......................................................................................................................... 1. Introducción A inicios de 2019, en la ciudad de Ibarra, Ecuador —ubicada a unos 100 km al norte de la capital Quito— se produjo un acto de violencia xenofóbica y de género: un hombre asesinó con varias puñaladas a su pareja, quien se encontraba en estado de embarazo. El suceso ocurrió en una de las calles más transitadas de la ciudad, frente a un grupo de policías, transeúntes y medios de comunicación, algunos de los cuales transmitieron el evento en vivo a través de redes sociales. A pesar de que estos actos pueden ser comprendidos a partir de las condiciones estructurales de violencia de género presentes en la sociedad ecuatoriana, el énfasis de varios medios, el Estado y de parte de la opinión pública se centró en un eje diferente: la nacionalidad del agresor era venezolana, mientras que su pareja era ecuatoriana. Estos sucesos fueron conocidos como “El caso Diana Carolina”. Tiempo después, mientras me encontraba realizando trabajo de campo, muchos de mis colaboradores (migrantes venezolanos en Quito) recordaban estos eventos como un punto de inflexión negativo en sus vidas, dadas las reacciones de rechazo y xenofobia generadas. Quizá debido a mi posición como investigador ecuatoriano, muchas personas enfatizaban que la comunidad venezolana es diversa, que no todos los migrantes son delincuentes y que las prácticas de xenofobia responden a las generalizaciones negativas que se vierten sobre la población de aquel país. Por ejemplo, Jonathan, un médico migrante, comentaba: “el problema es que empiezan a generalizar, un venezolano cometió tal delito… entonces empiezan a relacionar ese ciudadano con un limpia parabrisas, con los que venden caramelos en los buses, incluso con el que tiene un puesto profesional en cualquier empresa pública o privada, o sea todos son iguales”. Estas ideas, planteadas por mis colaboradores, motivaron un importante cuestionamiento en mi proceso de trabajo de campo: ¿Los análisis que desarrollamos desde las ciencias sociales representan a la población venezolana (y a otros colectivos migrantes) como un grupo uniforme, homogéneo, sin ningún tipo de diversidad? Esta pregunta posee una importancia metodológica, teórica y social. En primer lugar, plantear generalizaciones sobre grupos migrantes impide entender su complejidad. Al respecto, Kim (2019) sostiene que los enfoques “grupistas” obstaculizan la comprensión sobre la diversidad interna, así como diferencias de poder y transformaciones. En la misma línea, Anthias (2007) señala que representaciones basadas en la idea de homogeneidad de los migrantes eliminan la capacidad de análisis de las diferencias de clase o género. Desde un punto de vista social, ciertas generalizaciones pueden asociarse a prácticas negativas como la xenofobia. Por ejemplo, Papadantonakis (2020) menciona que los discursos homogeneizantes tienden a representar a los migrantes como grupos peligrosos que ponen en riesgo el orden económico y social; mientras que, Mallet y Pinto—Coello (2018) proponen que las visiones esencialistas generan prácticas de racialización, cargadas de estereotipos y prejuicios. En Ecuador, como en varios países de la región, las narrativas que homogenizan a los migrantes venezolanos son comunes, no solo a través de discursos y prácticas xenofóbicas, sino también en esferas políticas, comunicativas o culturales. En este contexto, evitar reproducir y naturalizar este tipo de discursos dentro de las ciencias sociales requiere reflexiones profundas en torno a procesos de construcción identitaria. No obstante, en una parte considerable de la literatura sobre movimientos migratorios en Sudamérica, la identidad es una categoría sobreentendida y fuera de cuestionamientos. En un ejercicio cercano al nacionalismo metodológico (Wimmer y Glick Schiller, 2003), las categorías nacionales son vistas como recipientes que agrupan y homogenizan poblaciones. Frente a esto, a partir de una aproximación cualitativa, el presente artículo tiene como principal objetivo analizar los procesos de construcción identitaria desarrollados entre un grupo de personas migrantes venezolanas dentro de la ciudad de Quito. Los resultados muestran que la construcción de identidades es un fenómeno abierto, dinámico y estratégico, directamente asociado con las particularidades del contexto sociocultural. Después de presentar su enfoque metodológico y teórico, la primera parte del artículo aborda el contexto histórico de discriminación presente en la sociedad ecuatoriana, y cómo las narrativas identitarias migrantes responden a tal escenario al reforzar parámetros éticos y de clase. En la segunda parte del artículo, se aborda el carácter estratégico de las construcciones identitarias, analizando la forma en que la pertenencia nacional es enfatizada cuando esta puede ser utilizada para movilizar diferentes formas de capital. 2. Método El trabajo tuvo un enfoque cualitativo, por lo que no se orienta a desarrollar generalizaciones estadísticas, sino profundizar el entendimiento de cómo los participantes de la investigación dan sentido a la realidad social, buscando una comprensión contextual de lo que la gente dice y hace en determinados momentos y circunstancias (Given, 2008). Los datos se basan en un total de 30 entrevistas semiestructuradas, con una duración aproximada de entre una y dos horas. El trabajo de campo se llevó a cabo entre marzo de 2020 y noviembre 2021, por lo que coincidió temporalmente con la pandemia de Covid—19. En este contexto, se utilizaron tanto conversaciones presenciales, como a través de videollamada (Zoom, WhatsApp) y llamadas telefónicas convencionales, en el caso de participantes con problemas de conectividad a internet. Los participantes de esta investigación corresponden a migrantes de nacionalidad venezolana ubicados en la ciudad de Quito. El muestreo siguió una aproximación cualitativa al diseño de snowball sampling o bola de nieve. Este proceso parte de un número limitado de personas contactadas directamente por el investigador, quienes refieren o presentan a nuevos participantes que mantienen las características de elegibilidad para su inclusión en el estudio (Allen, 2017). Por lo tanto, se trata de un muestreo que no es estadísticamente significativo, pero facilita el acceso a poblaciones donde nos existen fuentes evidentes o listados de grupos a ser contactados (Given, 2008). Bajo estas consideraciones, la muestra seleccionada está compuesta por personas de género masculino y femenino, entre los 21 y 60 años (edad promedio de 33 años). Sus profesiones son diversas, en un espectro que va desde empleos altamente precarizados, como por ejemplo aparcacoches, hasta profesiones con una mayor estabilidad, como profesores universitarios. Para el análisis y la interpretación de datos se empleó una estrategia de codificación abierta u open coding, la cual, según Mills, Durepos y Wiebe (2010), es un proceso interpretativo o interrogativo entre el investigador y la información, mediante el cual los datos sin procesar se desglosan, separan o analizan en códigos o categorías según su pertinencia o relevancia para poder conceptualizar e identificar los fenómenos que emergen de los datos recolectados. La información fue codificada utilizando software especializado, Nvivo. 3. Fundamentación teórico—conceptual: la construcción de fronteras identitarias Disciplinas como la antropología poseen un amplio corpus de literatura sobre los procesos de generación de identidades, en particular, en relación con la etnicidad. Desde los trabajos fundacionales de Barth (1998), la etnicidad ha sido estudiada a partir de los mecanismos a través de los cuales los grupos sociales establecen sus fronteras de pertenencia y diferenciación. Este abordaje se aleja de distinciones raciales o clasificaciones esencialistas; al contrario, hace referencia a procesos culturales a partir de los cuales los grupos construyen y configuran sus fronteras simbólicas y sociales (Albeda, 2018; Wimmer, 2013). Desde esta perspectiva, la etnicidad no es un campo estático, ni determinista; sino un proceso dinámico, influenciado por múltiples factores simbólicos, sociales y culturales. Debido a que esta forma de entender la etnicidad se opone de visiones raciales, biologicistas o nacionalistas, es útil para entender los procesos identitarios contemporáneos de múltiples grupos humanos, incluyendo los migrantes. Las fronteras étnicas son patrones sociales generados a partir de la auto— identificación de los miembros de un grupo, orientados a establecer una separación o diferenciación frente a otros colectivos (Sanders, 2002). El trabajo ideológico, retórico o práctico desarrollado por los grupos sociales para establecer fronteras de diferenciación y pertenencia es conocido como boundary work (Jawosky, 2016). Las fronteras étnicas entre grupos pueden tener un carácter firme (bright boundaries), o ser permeables y abiertas al cambio (blur boundaries) (Rétiová et al., 2021). En ambos casos, las fronteras étnicas siempre pueden ser (re)pensadas y (re)configuradas. Por ejemplo, Ignatiev (2012) y Jacobson (1998) han ilustrado —desde una perspectiva histórica— cómo los migrantes irlandeses en condiciones de desigualdad en Estados Unidos alcanzaron la identificación de blanquitud (whiteness), reinterpretando — por diversos medios— el sistema de inequidad racial estadounidense. Dentro de la migración transnacional, la etnicidad juega un papel importante, pues, los campos migratorios no eliminan los procesos de construcción de identidad, sino que los transforman, generando —en cualquier caso— mayor complejidad. Dado que la etnicidad no hace referencia a categorías biológicas o esencialistas, la etnicidad es una esfera compleja y abierta a transformaciones. Abordar la etnicidad desde esta perspectiva requiere considerar el carácter dinámico y abierto de los procesos sociales. Esto constituye un paso más allá de lo planteado por aproximaciones clásicas como la teoría de contacto (contact theory) o el paradigma de la asimilación dentro de la sociología americana, que presentan visiones más homogéneas y estáticas de los grupos sociales (Rétiová et al., 2021; Wimmer, 2004). Un importante corpus de literatura asocia los procesos de construcción de etnicidad con las teorías de Bourdieu sobre el capital (Bourdieu, 2018). Desde estos enfoques, la etnicidad puede ser construida estratégicamente en función de la generación o adquisición de diferentes formas de capital. Así, Wimmer (2013) sostiene que los individuos pueden desarrollar estrategias de (re)construcción de etnicidad para acumular capitales económicos, sociales, culturales o simbólicos que permitan un mejor desenvolvimiento en ciertos campos sociales. De manera similar, Kim (2019) plantea que los grupos migrantes pueden reinterpretar su identidad para acumular capital étnico (ethnic capital), definido como un agregado de recursos materiales o simbólicos que pueden ser accesibles a partir de la pertenencia étnica. La re-definición de fronteras identitarias puede tener beneficios concretos para los miembros de un grupo a través del aumento de este capital. Wimmer (2013) y Kim (2019) enfatizan en la importancia de los procesos estratégicos de (re)construcción de fronteras étnicas (boundary work) orientados a acumular diferentes formas de capital como respuesta a las características propias de una sociedad. Wimmer (2013) plantea diferentes estrategias de construcción de fronteras étnicas (boundary making), que incluyen: ampliar o limitar la gama de personas incluidas en la propia categoría étnica; y estrategias que modifican las fronteras existentes, ya sea desafiando el orden jerárquico de las categorías étnicas, cambiando la propia posición dentro de un sistema de límites, o enfatizando otras formas de pertenencia no étnica. Estas estrategias pueden permitir un mejor desenvolvimiento de los individuos frente a las condiciones de su contexto social. Para Papadantonakis (2020) o Lamont y Bail (2005) los grupos migrantes pueden generan formas de resistencia frente a visiones estigmatizantes, al (re)definir y (re)conceptualizar en términos positivos los estereotipos sobre su etnicidad. Un ejemplo de este fenómeno es planteado por Vandevoordt y Verschraegen (2019), quienes muestran que los refugiados sirios reconstruyen su identidad para hacer frente a la pérdida de estatus que su condición migratoria tiene dentro de la sociedad belga. Las narrativas de este grupo buscan reforzar su sentido de dignidad inherente a través de estrategias como la renegociación de la masculinidad o la separación de los grupos refugiados asentados en barrios marginales. La etnicidad, por lo tanto, es un proceso abierto y dinámico; responde a las condiciones concretas de la sociedad dónde se construye, y potencialmente permite la acumulación de diferentes formas de capital o la resistencia frente a escenarios excluyentes. 4. Contexto: migración venezolana y discriminación en Ecuador Históricamente, Ecuador es un país emisor de migrantes. Importantes colectivos de ciudadanos de esta nacionalidad se han asentado en Estados Unidos, España o Italia, siendo sus remesas un importante motor para la economía local. Sin embargo, como producto de la crisis económica, política y social venezolana, desde 2015 Ecuador ha recibido a más de 443000 migrantes venezolanos (mayoritariamente en la ciudad de Quito), convirtiéndose en una importante zona de los circuitos de la diáspora venezolana (OIM, 2021). Si bien desde 2008 la normativa legal —y parte de las narrativas gubernamentales en Ecuador— adoptaron un enfoque teóricamente abierto a la movilidad humana y a la protección de los migrantes, en la práctica el Estado no ha sido capaz de velar por los derechos legalmente reconocidos para estos colectivos. A nivel socioeconómico, el panorama para los migrantes venezolanos en Ecuador es complejo, cerca de 81% de personas posee un estatus migratorio no regularizado, los índices de pobreza son altos y el acceso al mercado laboral formal es precarizado (Banco Mundial, 2020). A nivel sociocultural, esta población enfrenta complejos desafíos, debido a lo común de prácticas discriminatorias contra migrantes (Mantilla, 2020; Ramírez et al., 2019). En Ecuador, la xenofobia no debe ser vista como un fenómeno reciente, sino como la reproducción y transformación de estructuras racistas y discriminatorias de origen colonial y potencializadas en su historia republicana. La idea de raza ha sido —para mal— uno de los principales elementos organizativos de la sociedad ecuatoriana mediante la creación de jerarquías que colocan a las personas blancas en la cima de la estructura social, y a grupos indígenas, afroecuatorianos y los resultados de sus combinaciones en posiciones inferiores1. Estas epistemologías se traducen en prácticas estigmatizantes, procesos de discriminación, y desigualdades estructurales (Rocha, 2017; Granda, 2017). Tanto desde enfoques biologicistas como culturalistas (Quiroga, 1999), el racismo ha sido un componente estructurante de esferas políticas, académicas y cotidianas en Ecuador, y ha tenido una incidencia directa sobre la generación de desigualdades materiales entre grupos sociales. En el caso de las mujeres, esta discriminación ha sido doble pues la desigualdad a partir de estereotipos raciales se suma a la generada por las estructuras machistas. Desde finales del siglo XX, el Estado empezó a promover el multiculturalismo dentro de sus políticas públicas, respondiendo tanto a las reivindicaciones sociales de grupos indígenas y afrodescendientes como a las necesidades de los modelos neoliberales vigentes, que se centraban en reconocer demandas de tipo cultural en desmérito de reivindicaciones estructurales (Bretón, 2015). A inicios del siglo XX, el multiculturalismo pasó a ser reemplazado por la interculturalidad, que en principio busca la construcción de diálogos y espacios comunes entre los diferentes grupos culturales, así como eliminar desigualdades estructurales (Ayala Mora, 2011). Más allá de la incursión de los paradigmas del multiculturalismo y la interculturalidad, en la práctica, las estructuras racistas se mantienen presentes dentro de la sociedad ecuatoriana (Rahier, 2020; Vera, 2021, Pérez, 2020). Las prácticas de racismo actuales se desarrollan tanto de forma explícita como de manera subyacente. Martínez Novo (2018) argumenta un incremento del racismo durante la década de (2007—2017) impulsada por los discursos estatales a través de dos mecanismos: el ventrilocuismo —cuando las personas no indígenas hablan por ellos— y el racismo abierto a través de la represión de comunidades y líderes indígenas. Asimismo, Pérez (2020) en un estudio sobre los discursos de los medios de comunicación en relación con las protestas y movilizaciones sociales de octubre 2019 (con participación mayoritaria de grupos indígenas), muestra que un porcentaje considerable de los medios de comunicación siguen representando a los grupos indígenas bajo estereotipos peyorativos como “aborígenes”, “desestabilizadores”, “detenidos”, “grupos vandálicos”, “infiltrados”, “procesados”, “turba” y “violentos”. A las formas de discriminación hacia grupos indígenas y afroecuatorianos, durante el siglo XXI se suma una nueva categoría dirigida hacia la población en condición de movilidad humana, especialmente aquella que ha llegado a Ecuador desde otros países del Sur Global. Estas prácticas xenofóbicas reproducen esquemas similares a los del racismo. ________ 1. Las estructuras del racismo suelen ser reinterpretadas a través de la idea del mestizaje. Esta ideología intenta incorporar a los grupos minoritarios —como poblaciones indígenas o afroecuatorianas— dentro de la categoría de mestizos. Desde una posición racista reproducida desde el Estado, el mestizaje ha sido asociado con procesos “civilizatorios” y de mejoramiento racial de la población (Roitman y Oviedo, 2017; Kingman, 2002). ________ La literatura ha documentado ampliamente actividades xenófobas dentro de Ecuador. Por ejemplo, Álvarez (2020) desarrolla un análisis etnográfico entre migrantes caribeños, africanos y de Medio Oriente que llegaron al país después de la constitución de 2008. Las experiencias de estos migrantes se caracterizan por una alta precarización, experimentando cómo se los “descalifican en términos laborales, cómo sus vidas se precarizan, cómo el racismo y la exclusión socioeconómica, junto con su irregularidad migratoria en Ecuador los torna “prescindibles” (Álvarez, 2020: 141). Asimismo, Ramírez, Linares y Useche (2019) han notado que la migración venezolana es considerada por los ciudadanos locales como uno de los principales problemas del país, aún por encima de la economía. Además, los estereotipos desarrollados por la población local asocian a los migrantes con el aumento de la delincuencia y la disminución de las fuentes de trabajo. El trabajo de campo desarrollado en esta investigación muestra que las experiencias de exclusión de los migrantes venezolanos son comunes. Elementos como representaciones negativas dentro de los medios de comunicación, comentarios de odio dentro de redes sociales, prácticas discriminatorias dentro de espacios laborales, hostigamiento por parte de la policía (especialmente en el caso de migrantes con trabajos precarizados) o insultos y otras formas de agresión verbal y física fueron discutidas ampliamente por nuestros informantes. Estas experiencias son principalmente comunes en migrantes cuya condición socioeconómica es más inestable. Por ejemplo, Rodrigo, un migrante dedicado a cuidar autos estacionados en medio de la calle, sostiene que su cotidianidad se vuelve casi insoportable por los comentarios despectivos de las personas y la policía durante su trabajo, en sus palabras: “Aquí le voy a ser bien claro, nos han tratado a nosotros como las peores basuras que ha habido en el mundo”. En varias ocasiones, Rodrigo tuvo problemas con los malos tratos de la policía y los transeúntes. Miradas, comentarios despectivos como el uso de la palabra “veneco” y abusos en el caso de la policía fueron comunes en su trabajo. Eventualmente Rodrigo decidió volver a su país de origen. Las racionalidades de la xenofobia no se basan necesariamente en una discriminación biologicista. De hecho, la población migrante venezolana se corresponde principalmente a personas blancas o mestizas, lo cual —siguiendo los esquemas del racismo en Ecuador— los ubicaría en una posición privilegiada. Sin embargo, estas formas de exclusión contra migrantes constituyen una continuación del racismo en la medida en que ambas se basan en la construcción de barreras simbólicas y reales centradas en estereotipos culturales asociados con la clase, la condición social y el género. En la estructura tradicional del racismo, el mestizaje se asocia con un proceso de civilización y blanqueamiento, que separa a la población de la pobreza, la pereza y la violencia asociados (en esta forma de pensar) a la población indígena y afroecuatoriana. Los procesos de exclusión hacia personas venezolanas se construyen de forma similar, enfatizando estereotipos que buscan separar a la población local de grupos ubicados en una clase social y económica precarizada. Reproduciendo lógicas del racismo tradicional, los migrantes venezolanos son colocados simbólicamente dentro de una posición inferior en la jerarquización simbólica y material de la sociedad. En parte, esto es posible debido a procesos de homogenización y construcción de estereotipos negativos. Como se mostrará a continuación, los procesos de construcción de identidad migrante responden, en gran medida, a este contexto social. 5. Interpretación de resultados: Identidad migratoria en contextos excluyentes En esta sección se abordan algunas de las narrativas identitarias planteadas por migrantes venezolanos en Quito, frente a las connotaciones negativas y xenofóbicas existentes en el seno de una sociedad excluyente. Desde esta perspectiva, la idea de la nacionalidad como un recipiente único, que generaliza y homogeniza las experiencias migrantes es cuestionada. En su lugar, se muestran discursos que enfatizan diferencias internas y resignificaciones que buscan entregar un matiz positivo a la identidad migrante. La información es presentada a través de dos categorías analíticas: por una parte, narrativas que relacionan la identidad con parámetros éticos, y, por otra, narrativas centradas en categorías socioeconómicas. 5.1. La identidad como un posicionamiento ético Iliana es una migrante que busca terminar sus estudios universitarios en la carrera de gastronomía; al mismo tiempo, su familia es dueña de una pequeña panadería. Más allá de su círculo cercano, Iliana mantiene pocos contactos con otros migrantes. Según ella, la nacionalidad no es un criterio válido para agrupar a este colectivo, pues este es diverso. Las líneas identitarias que ella traza se basan en criterios éticos: hay migrantes buenos y malos. Al primer grupo lo asocia con personas trabajadoras, dispuestas a aportar a la sociedad; al segundo, con ideas relacionadas a la delincuencia o la envidia. Para explicar este punto, relata su trabajo fotografiando los productos de su panadería para publicitarlos a través de Facebook: en varias ocasiones otras panaderías —también propiedad de migrantes— han tomado sus fotografías y las han usado como propias. Según ella, personas como aquellas que se apropian de sus imágenes son quienes generan el rechazo hacia los migrantes. En tal sentido, Iliana constantemente enfatiza en la necesidad de romper con el imaginario de que los grupos migrantes son un único colectivo. Al igual que Iliana, varios de los participantes de esta investigación utilizan categorías éticas para trazar lineamientos sobre la identidad migrante. Esta forma de clasificación se basa en ideas y percepciones sobre el comportamiento, mas no necesariamente en distinciones nacionalistas o biologicistas. Esto permite narrativamente romper tanto con la idea de la nacionalidad como una categoría que homogeniza a la población venezolana, como con visiones estigmatizantes y xenofóbicas que relacionan a los migrantes con la delincuencia o la criminalidad. Por ejemplo, Juan trabaja cuidando vehículos estacionados en la calle. Este tipo de empleo en Ecuador es altamente precario. En múltiples ocasiones ha intentado conseguir trabajo en otros oficios, sin éxito. Para él, la principal razón de la escasez de trabajo es que “a algunos (migrantes) les han dado la oportunidad de trabajar, pero lo que hacen es robar y se van. Entonces claro mucha gente se cohíbe, no dan trabajo, no hay esa confianza”. En este caso, independientemente de la clase o posición social, Juan genera distinciones identitarias basadas en criterios éticos. Al romper ciertas generalizaciones y enfatizar parámetros éticos positivos, estas construcciones identitarias presentan una respuesta a los estereotipos negativos sobre los migrantes venezolanos prevalentes en la sociedad local. La identidad es reinterpretada a través de la construcción de fronteras simbólicas que separan a los migrantes según su apego a las normas de comportamiento esperadas dentro de una sociedad. Todo esto, en función del contexto local de una sociedad que genera constantes prácticas de estigmatización. Lamont y Bail (2007) señalan que las prácticas de resistencia frente a visiones estigmatizantes pueden centrarse tanto en cambiar los estereotipos sobre su grupo, como en transformar los significados asociados a su identidad colectiva. En este caso, las ideas que asocian a la nacionalidad venezolana con la delincuencia y la precarización son reinterpretadas al sostener que esta identidad grupal se construye según el apego a criterios éticos. Tanto Iliana como Juan mantienen pocas relaciones con otros migrantes, más allá de su círculo cercano. Sin embargo, la interpretación de la identidad en base a parámetros éticos también es frecuente entre personas con amplias redes de contactos migrantes. Por ejemplo, Natalie —quien actualmente se encuentra desempleada— mantiene una red considerable de amigos y contactos venezolanos dentro de Ecuador. En más de una ocasión esta red ha sido fundamental en su vida cotidiana, en aspectos como el acceso a la vivienda durante crisis económicas. Además, Natalie participa activamente en varios grupos que juntan a migrantes en plataformas como WhatsApp o Facebook. Más allá de esto, señala: Sí pasa que nos apoyamos, sí... Pero, desconfiamos de nosotros mismos (…) Porque cuando nos enteramos de todas estas historias lamentables de venezolanos que han hecho cosas aquí, desde asesinatos hasta robos (…) Entonces nos cuidamos mucho en conocer a venezolanos nuevos porque sabemos que pueden tener esa apariencia de ser muy buenos y terminar siendo malas personas que te pueden perjudicar. Otra categoría identitaria similar —trazada en términos de comportamiento— se relaciona con el merecimiento de los migrantes para estar dentro de la sociedad ecuatoriana. En la literatura anglosajona, varios estudios sobre la noción de deservingness (merecimiento) han abordado la construcción de ideas sobre qué grupos migrantes merecen ser parte de los beneficios entregados por un Estado. Por ejemplo, Nielsen et al. (2020) estudian los principios morales y culturales que la población de países escandinavos emplea para juzgar si un grupo migrante merece formar parte de los beneficios de la sociedad receptora. En su caso, esto se relaciona con ideas sobre el grado de control (mientras menos control, más merecen los migrantes ser parte de la sociedad), actitud (en términos de gratitud), reciprocidad, identidad (mientras más cercanos culturalmente, más merecimiento), y necesidad (mientras más necesitados más merecedores). En la presente investigación, muchos participantes utilizan al merecimiento como un eje para trazar separaciones identitarias entre grupos migrantes. Desde esta visión, mientras más apego tienen las personas a las pautas del comportamiento ético esperado dentro de una sociedad, más merecimiento tienen para ser parte de ella. Por ejemplo, Paola es una persona dedicada a la docencia con niños en edad de parvulario. En su caso, migró hacia Ecuador hace más de veinte años. Su proceso de adaptación no fue sencillo, por motivos familiares y profesionales; sin embargo, en la actualidad ha alcanzado una estabilidad laboral y personal. Al referirse a sus compatriotas constantemente señala que no todos tienen el ímpetu de trabajar y la dedicación suficiente, por lo tanto, no serían merecedores de estar dentro de la sociedad receptora. En sus palabras: La gente está acostumbrada, ‘tengo para el desayuno, almuerzo y merienda’, entonces (dicen) ‘tranquilo no pasa nada’ (...). Pero con el paso de los años vemos que el venezolano perdió todas esas aptitudes que tenía para trabajar. Han venido al ‘deme’, y si no les das, te van insultando (…) Encontraron el facilismo. Cuando la gente encuentra quien le dé, se olvida que tiene que adquirir obligaciones, un mejor futuro para ellos y para quien los trajo. Luisa es una migrante llegada a Ecuador como parte del programa Prometeo que atrajo investigadores extranjeros con becas postdoctorales. Ella colabora constante con un círculo de migrantes en campos académicos, que le ha sido útil en múltiples ocasiones. Al referirse a sus compatriotas traza una similar separación en términos de merecimiento, en este caso de acuerdo con el nivel de aportes que pueden dar a la sociedad local. Desde esta visión, los migrantes con títulos profesionales generan un amplio aporte, en términos económicos y de apego a las leyes; mientras que los migrantes menos preparados no generan una verdadera contribución. En sus palabras: Hubo un flujo migratorio de profesionales que han enriquecido muchísimo a Ecuador, porque nosotros estábamos como profesionales, por ejemplo, en educación, muy formados en la rama de investigación, por ejemplo, los médicos, (…) ingenieros en la parte de petróleo (…) fortalecen las profesiones del país y creo que eso resultó positivo y sigue resultando positivo para el Ecuador, porque todos los profesionales que venimos en esa primera etapa, pues contribuimos, pagamos impuestos, tenemos un sueldo fijo, tenemos una entrada donde tenemos absolutamente la contribución que puede tener cualquier ecuatoriano. Igual cumplimos la normativa, hacemos absolutamente con las cosas, respetamos las leyes (…) Pero la otra cara del asunto es que posteriormente comenzó a salir cualquier tipo de persona (…) hubo mucha gente de las personas privadas de libertad, que el régimen (venezolano) sacó de las cárceles y esas personas migraron y entonces entraron ladrones y asesinos y una cantidad de la parte oscura. De manera similar, Jonathan —un médico de origen venezolano que llegó a Ecuador hace más de 7 años— relata su proceso de inserción al campo laboral y económico como un fruto del esfuerzo y de ocupar puestos que no habrían sido llenados por médicos ecuatorianos, enfatizando la idea del merecimiento como categoría identitaria: “Ecuador está contando con una gama de profesionales por los cuales no invirtió ni un centavo, o sea se está contando con una masa laboral productiva por la cual no pagó nada en cuento a su formación y eso la gente tiene que entender, porque eso genera cierto grado de producción, genera beneficios”. Las ideas sobre merecimiento en este caso se construyen en base a las contribuciones concretas generadas hacia la sociedad receptora. Es importante notar que estas visiones son propias de los grupos migrantes. En la sociedad local las ideas de merecimiento se asocian más bien con ideales relacionados con la gratitud y la reciprocidad. 5.2. Identidad y diferencias socioeconómicas Junto con las distinciones basadas en parámetros éticos, los componentes socioeconómicos son un factor importante dentro de la forma en que las personas en condición de movilidad humana construyen sentidos identitarios. El perfil de los migrantes venezolanos en Ecuador varía considerablemente en términos socioeconómicos; existe —en general— una primera ola migratoria compuesta por personas con mayor estabilidad socioeconómica, y una segunda caracterizada por una mayor precariedad. Estas diferencias son frecuentemente comentadas dentro de las narrativas identitarias, colocando a la clase social como un parámetro para la construcción de distinciones que rompen con estereotipos negativos y con la supuesta homogeneidad de los migrantes. Por ejemplo, Margarita es una estudiante universitaria de 24 años, llegó a Ecuador en 2016. Desde su posición, relata que las diferencias de clase son la principal categoría de diferenciación de las personas venezolanas. En sus palabras: Hay que distinguir los diferentes tipos de venezolanos, que en Venezuela si es muy marcada la diferencia. Están las personas de sectores populares, que son como estos señores que venden cachapas en la U, que son súper amenos y tal; pero también otras personas que se creen hijos de europeos o no se creen que son de Venezuela o que incluso entre ellos como que chocan. Entonces hay en Venezuela esta diferencia también del venezolano high class y del venezolano marginal. Entonces todos los que venden, están en la calle y tal, esos son los marginales. Las diferencias socioeconómicas se conectan con parámetros como el tipo de trabajo, el sector de residencia o los ingresos salariales. Varias de estas distinciones replican los modelos existentes en el país de origen. Además, como se ilustra en la cita precedente, las diferencias de clase también suelen ser entendidas en relación con el aspecto físico o el comportamiento dentro de la sociedad. El relato de Margarita continúa de la siguiente manera: Yo trabajé una época en un coworking (…) lleno de venezolanos. Pucha el director de proyectos venezolano, el director de marketing y tal. Es gente que tiene muchos años aquí, que tiene buena educación, apellidos extranjeros, casa particular, blancos, ojos verdes. El estereotipo del venezolano y la venezolana guapa, que ven un venezolano en la calle vendiendo arepas y le pasan por encima o le hacen mala calle. Dentro de la sociedad ecuatoriana los migrantes en condiciones de precariedad económica son colocados dentro de una posición inferior en la jerarquización simbólica y material de la sociedad. Esto coincide con las estructuras del racismo tradicional que asocia a grupos indígenas y afroecuatorianos con condiciones de precariedad económica. En este sentido, enfatizar la diversidad en el espectro de clase social, constituye una contraposición con las jerarquizaciones sociales existentes en Ecuador. De manera ilustrativa, Jonathan utiliza el concepto aporofobia —la exclusión hacia personas de escasos recursos— para referirse a las prácticas xenófobas existentes en Ecuador. En sus palabras: Yo te puedo asegurar que sí un venezolano viene con una buena cantidad de dinero a invertir ese no va a tener problemas. El problema lo tiene ese que está ahí limpiando parabrisas (…) es el problema del que vende caramelos, del que pide en la calle, el que vende las empanadas en la calle o el que simple y llanamente tiene un mal aspecto y que puede ser profesional, pero se le ve pinta de venezolano mal vestido o sucio (…) entonces ahí viene el tema de la estigmatización. En el mismo sentido, Lizandro —quien posee formación en arte, pero trabaja como mesero en una cafetería— relata lo siguiente: No es lo mismo el que emigró por gusto, porque vive en Estados Unidos (…) a un migrante que viene con 60 dólares en la mano. Ahí nos damos cuenta de que no es que no te gusta la migración, sino es que no te gusta la gente pobre que venga a tu país. Ya, porque si fuera venezolano y vengo con 50 mil dólares me monto algo (...) Pero no es lo mismo el venezolano que viene con las justas, se coloca un puestito para vender arepas a dólar y lo ven ajeno, aquí que tal quitándole trabajo al ecuatoriano. La existencia de divisiones de clase como parámetro identitario no constituye un fenómeno extraordinario (véase, por ejemplo, Guarnizo et al. 1999). A pesar de esto, la literatura sobre la migración venezolana en Ecuador —misma que en términos generales es amplia y bien documentada (véase por ejemplo Ramírez, Linares y Useche, 2019; Bastidas, 2020; Ripoll y Navas—Almán, 2018; Torres y Naranjo, 2019)— no ha tomado en cuenta estas distinciones a nivel narrativo o práctico. Varias personas asocian las distinciones basadas en clases sociales al escenario político existente en Venezuela. En concreto, a las políticas implementadas a partir del gobierno de Hugo Chávez. En palabras de Natalie, “los venezolanos tenemos nuestras divisiones y nuestras presiones (…) por supuesto mucho clasismo, en Venezuela hay mucho clasismo, pero eso fue implantado por el señor Chávez Frías”. Asimismo, Luisa sostiene lo siguiente: Con el ascenso al poder de Hugo Chávez Frías se generó una polaridad distinta, una polaridad en la que, y desde la presidencia, se fue generando un odio hacia la clase que tenían más recursos, hacia todos aquellos profesionales que sin ser ricos, habíamos logrado una posición económica, digamos, holgada, lo que pudiese llamarse una clase media y una clase media alta como tal... Y ni decir con la clase alta se generó una pugna terrible (…) Generó esa división terrible y ya entonces no pasó a ser más división política, pasó a ser una división de un esquema de vida. Por otra parte, en la migración venezolana en Ecuador, las variables socioeconómicas se conectan con una dimensión temporal: durante la primera ola migratoria (alrededor del año 2014), el perfil del migrante se asociaba generalmente a personas con un capital económico, social y profesional suficiente para desenvolverse fuera de su país; mientras que, una segunda ola, temporalmente más reciente, se asocia a migrantes con menor formación profesional y estabilidad socioeconómica (Bastidas, 2020). Las referencias al momento de llegada a Ecuador son muy comunes en las narrativas identitarias recolectadas en el trabajo de campo. Desde esta visión, los migrantes con más años de estadía son asociados con una mayor estabilidad socioeconómica y un diferente capital cultural en comparación con las personas recién llegadas. Por ejemplo, María José llegó a Ecuador hace más de siete años en posesión de una licenciatura en docencia, profesión que no ha podido ejercer. En su lugar, ha ocupado diversos empleos ocasionales, y recientemente accedió a una beca de estudios de maestría. En una de las entrevistas desarrolladas, hace énfasis en la forma en que la recepción a la población migrante ha cambiado con el paso del tiempo: Al principio era así como que guau un venezolano, que exótico, que buena gente que son. Pero ahorita ves esa cantidad de gente en los semáforos, pidiendo dinero, vendiendo cosas en la Marín o en el centro histórico o en cualquier lado y entonces la gente dice porque no están en su país y es totalmente comprensible. Ha cambiado muchísimo la percepción del ecuatoriano, y la percepción de la comunidad venezolana. No solamente el recibimiento a este extranjero, sino como se percibe la comunidad en general. En énfasis colocado sobre el momento en que se desarrolló la migración es representativo de una división dicotómica más amplia, que distingue a las personas con un perfil estable de aquellas de menores recursos. Esta diferenciación debe ser contextualizada en el marco de la sociedad local, desde dónde se han producido también cambios en la receptibilidad hacia la población migrante. Mientras en un primer momento, existió mayor apertura por parte de la población local, con el paso del tiempo surgió mayor rechazo y prácticas de exclusión y xenofobia. Así María José continúa relatando lo siguiente: En cuanto a cuando llegué acá a Ecuador en el año 2015 se podría decir que la manera de la gente de aceptar a los venezolanos, el recibimiento era otra cosa (…) La mayoría de la gente era muy cariñosa, muy abierta a escucharte, sobre todo preguntarte mucho, a conocer tu historia, que está pasando en Venezuela y todo esto. De manera similar, Jonathan narra de la siguiente manera los cambios en la forma en que la comunidad venezolana ha sido recibida en los primeros años tras su llegada, en comparación con la actualidad: A mí de hecho no me reconocían como venezolano, sino que me preguntaban si era costeño o era cubano o una vez me preguntaron que si era de Costa Rica (…) muchos no conocían a un venezolano. Yo en ese momento trabajaba en una clínica, han pasado años y ahorita creo que la gente nos ve y nos reconoce en el acto, ese es el venezolano. El problema es que el reconocimiento actual viene acompañado de la estigmatización del venezolano. Dentro de la literatura, ejemplos en los que el momento de llegada es un elemento de diferenciación identitario y socioeconómico han sido documentados. Por ejemplo, Fernández (2007) ilustra las reacciones negativas de las primeras olas de migrantes cubanos en Estados Unidos ante el arribo de los “Marielitos”, un grupo de migrantes cubanos de clase media—baja. Charsley y Bolognani (2017) muestran cómo los migrantes pakistaníes en Gran Bretaña construyen barreras que separan a sus compatriotas recién llegados, bajo el rótulo de “Fresh off the boat” (recién bajados del bote). Estas distinciones se asientan en estructuras socioeconómicas y de poder simbólico. Lo que diferencia a la migración venezolana en Ecuador de los fenómenos descritos previamente, es que se trata de un proceso migratorio muy reciente, que en un plazo temporal muy corto generó distinciones internas entre migrantes. 6. La identidad como una construcción estratégica La sección previa abordó formas en que grupos migrantes reinterpretan sus fronteras identitarias, enfatizando parámetros éticos y de pertenencia socioeconómica por sobre generalizaciones basadas en categorías nacionales o biologicistas. Estas construcciones identitarias pueden ser entendidas como respuesta a un contexto marcado por prácticas de exclusión y discriminación. En otras palabras, estas formas de conceptualizar a la identidad permiten romper narrativamente con procesos de estigmatización asociados con la migración. No obstante, esto no implica que, en múltiples contextos y circunstancias, la pertenencia a la nacionalidad venezolana —entendida como una categoría generalizante— sea enfatizada por la población migrante. Por ejemplo, Mantilla (2022) muestra que en plataformas como Facebook existen grupos masivos de personas venezolanas que desarrollan prácticas de colaboración y comercio informal en la ciudad de Quito. Estas personas no mantienen lazos de conexión fuertes en la presencialidad, pero se conectan a modo de comunidad digital gracias a un sentido compartido de pertenencia a la nacionalidad venezolana. Esta no es una excepción; en varias otras circunstancias de la cotidianidad, la identidad nacional suele ser enfatizada, por ejemplo, a través de la gastronomía, deportes o en el acceso a programas de desarrollo de ONGs. Por lo tanto, en determinadas ocasiones la identidad es resignificada a partir de parámetros éticos y socioeconómicos, mientras que en otras la pertenencia nacional sigue siendo un insumo de cohesión social, ¿cómo entender esta aparente contradicción? Para responder a esta interrogante, es necesario considerar que la identidad en el contexto de la migración venezolana en Ecuador se desarrolla de forma estratégica, es decir que las personas poseen la agencia para utilizar la nacionalidad como una fuente de cooperación y solidaridad en ciertas circunstancias, mientras que, en otras la idea de la homogeneidad de la nación es puesta en cuestionamiento en favor de construcciones identitarias basadas en parámetros éticos o de clase. La nacionalidad puede ser enfatizada de manera estratégica cuando esta permite generar prácticas de colaboración que facilitan la acumulación de diferentes formas de capital, por ejemplo, a través de acciones de solidaridad entre migrantes, acceso a fuentes de empleo o información. En otros contextos, especialmente frente a escenarios marcados por la discriminación, las construcciones identitarias critican la homogeneidad de la nacionalidad en favor de otros parámetros. Esta forma de entender las dinámicas identitarias enfatiza la agencia de las personas, tanto para realizar lecturas profundas de su entorno social, como para actuar en función de este. La etnicidad, por lo tanto, es una frontera que se reinterpreta de forma estratégica. Por una parte, frente al contexto de exclusión propio de la sociedad ecuatoriana, los migrantes refuerzan discursos que enfatizan la diversidad del grupo, potencializando dicotomías que asocian sentidos positivos hacia parte del colectivo, para separarse del resto. Por otra parte, cuando la nacionalidad puede ser un camino para construir diferentes formas de capital social, económico o conocimiento útil para la vida en contextos transnacionales, estas formas identitarias se vuelven un recipiente más homogéneo y generalizante. De esto se desprende que la posicionalidad de las personas con respecto a su etnicidad puede cambiar dependiendo del contexto. Anthias (2007) introduce el concepto de mobilisability (movilización) para indicar que el capital social construido en base a relaciones étnicas resulta útil en la medida en que puede ser movilizado para generar beneficios. Los lazos sociales que se encuentran mal vistos en una sociedad no pueden ser movilizados hacia ventajas, por lo que no son un capital social útil. De manera similar, la identidad apegada a la nacionalidad puede ser movilizada en función de prácticas de solidaridad y colaboración en la medida que estas representen beneficios concretos. En otras circunstancias, las fronteras étnicas pueden ser reinterpretadas para hacer frente a prácticas de discriminación o xenofobia. 7. Conclusiones En este artículo se ha argumentado que la construcción de identidades posee un carácter dinámico y flexible. En primer lugar, frente a un contexto dónde los patrones de discriminación, racismo y xenofobia han sido constantes, las narrativas sobre identidad muchas veces refuerzan la idea de heterogeneidad de los grupos migrantes. Por lo cual, es común encontrar construcciones identitarias que priorizan parámetros de comportamiento ético o características socioeconómicas por sobre el lugar de proveniencia. Sin embargo, la nacionalidad, aún en este contexto, sigue siendo un elemento relevante, especialmente cuando estas adscripciones pueden ser movilizadas para la construcción de capital social, cultural o económico. Por lo tanto, en el marco de la migración venezolana en Quito, la identidad posee un carácter estratégico desarrollado en función de la propia agencia de los migrantes. En ciertas ocasiones, la nacionalidad puede ser movilizada para la obtención de beneficios concretos, en relaciones de solidaridad y cooperación. En otras, frente a la discriminación estructural, la identidad es planteada en función de parámetros que buscan evitar generalizaciones. Este carácter estratégico representa otra forma de agencia para navegar frente al contexto propia de los movimientos migratorios Sur—sur que ha sido estudiada dentro de la literatura relevante. Comprender el dinamismo y la importancia de los fenómenos identitarios en contextos migratorios es una tarea fundamental no solo a nivel académico, sino también para el desarrollo de políticas públicas dentro de la región. La literatura global sobre este campo se encuentra bien desarrollada; sin embargo, en el ámbito local representa un campo que necesariamente debe ser profundizado. 8. Referencias bibliográficas Albeda, Y., Tersteeg, A., Oosterlynck, S., y Verschraegen, G. (2018). Symbolic boundary making in super-diverse deprived neighbourhoods. Tijdschrift voor economische en sociale geografie, 109(4), 470-484. https://doi.org/10.1111/tesg.12297 Álvarez, S. (2020). Ilegalizados en Ecuador, el país de la “ciudadanía universal”. Sociologias, 22, 138-170. Anthias, F. (2007). Ethnic ties: Social capital and the question of mobilisability. The Sociological Review, 55(4), 788-805. Ayala Mora, E. (2011). La interculturalidad: Camino para el Ecuador. Confederación Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras (FENOCIN). Barth, F. (1998). Ethnic groups and boundaries: The social organization of culture difference. Waveland Press. Bastidas, C. (2020). Sistematización de estudios sobre la caracterización de la migración venezolana en Ecuador (Quito y Guayaquil). Organización Internacional del Trabajo. Bourdieu, P. (2018). The forms of capital. Routledge. Bretón, V. (2015). Políticas de reconocimiento neoliberales y posneoliberales en Ecuador: Continuidades y rupturas. Quaderns de l’Institut Català d’Antropologia, 31, 25-49. Charsley, K., y Bolognani, M. (2017). Being a freshie is (not) cool: Stigma, capital and disgust in British Pakistani stereotypes of new subcontinental migrants. Ethnic and Racial Studies, 40(1), 43-62. https://doi.org/10.1080/01419870.2016.1145713 Fernández, G. (2007). Race, gender, and class in the persistence of the Mariel stigma twenty years after the exodus from Cuba. International Migration Review, 41(3), 602-622. Granda, M. (2017). El macho sabio. Racismo y sexismo en el discurso sabatino de Rafael Correa. Ecuador Debate, 100, 197-211. Ignatiev, N. (2012). How the Irish became white. Routledge. Jacobson, M. (1998). Whiteness of a different colour: European immigrants and the alchemy of race. Harvard University Press. Jaworsky, B. (2016). The boundaries of belonging: Online work of immigration-related social movement organizations. Springer. Kim, J. (2019). Ethnic capital, migration, and citizenship: A Bourdieusian perspective. Ethnic and Racial Studies, 42(3), 357-385. https://doi.org/10.1080/01419870.2019.1535131 Kingman, E. (2002). Identidad, mestizaje, hibridación: Sus usos ambiguos. Revista Proposiciones, 34, 1-8. Lamont, M., y Bail, C. (2007). Bridging boundaries: The equalization strategies of stigmatized ethno-racial groups compared. Revue Européene des Migrations Internationales, 154, 1-29. Mallet, M., y Pinto-Coelho, J. (2018). Investigating intra-ethnic divisions among Latino immigrants in Miami, Florida. Latino Studies, 16(1), 91-112. Mantilla, J. (2020).! Xenophobia and class conflicts among Venezuelan migrants: An ethnographic study in the city of Ibarra, Ecuador.! Journal of Advanced Research in Social Sciences, 3(4), 1–11.!https://doi.org/10.33422/jarss.v3i4.530 Mantilla, J. (2022). Solidaridad digital y migraciones: Análisis sobre el uso de tecnologías digitales entre ciudadanos venezolanos en Quito, Ecuador. Estudios Fronterizos. Martínez Novo, C. (2018). Ventriloquism, racism and the politics of decoloniality in Ecuador. Cultural Studies, 32(3), 389-413. Nielsen, M. H., Frederiksen, M., y Larsen, C. A. (2020). Deservingness put into practice: Constructing the (un)deservingness of migrants in four European countries. The British Journal of Sociology, 71(1), 112-126. Papadantonakis, M. (2020). Black Athenians: Making and resisting racialized symbolic boundaries in the Greek street market. Journal of Contemporary Ethnography, 49(3), 291-317. Pérez, D. (2020). Representaciones en los medios impresos: Movimiento indígena y paro nacional en Ecuador. Austral Comunicación, 9(2), 217-248. Quiroga, D. (1999). Sobre razas, esencialismos y salud. Ecuador Racista, 6, 127-136. Rahier, J. (2020). From the transatlantic slave trade to contemporary ethnoracial law in multicultural Ecuador: The “changing same” of anti-Black racism as revealed by two lawsuits filed by Afrodescendants. Current Anthropology, 61(2), 248-259. Ramírez, J., Linares, Y., & Useche, E. (2019).! Geopolíticas migratorias, inserción laboral y xenofobia: Migrantes venezolanos en Ecuador. En C. Blouin (Ed.),!Después de la llegada. Realidades de la migración venezolana!(pp. 1–29). ThemisPUCP. Rétiová, A., Rapo" Boži􀈎, I., Klva􀈔ová, R., y Jaworsky, B. N. (2021). Shifting categories, changing attitudes: A boundary work approach in the study of attitudes toward migrants. Sociology Compass, 15(3), e12855. Ripoll, S. & NavasAlemán, L. (2018).!Xenofobia y discriminación hacia refugiados y migrantes venezolanos en Ecuador y lecciones aprendidas para la promoción de la inclusión social.!Social Science in Humanitarian Action Platform(IDS–UNICEF). (1–49 pp.). Rocha, J. (2017). La migración y el racismo como rasgos complejos de los afrodescendientes del barrio Nigeria. INNOVA Research Journal, 2(1), 1-6. Roitman, K., y Oviedo, A. (2017). Mestizo racism in Ecuador. Ethnic and Racial Studies, 40(15), 2768-2786. Roitman, K., y Oviedo, A. (2017). Mestizo racism in Ecuador. Ethnic and racial studies, 40 (15), 2768-2786. Sanders, J. (2002). Ethnic boundaries and identity in plural societies. Annual Review of Sociology, 28(1), 327-357. Torres, J., y Naranjo Navas, C. (2019). Migración venezolana en Riobamba: Proceso de asimilación y adaptación de los migrantes venezolanos a la ciudad de Riobamba, Ecuador. Revista de Ciencias Humanísticas y Sociales (ReHuSo), 4(1), 47-68. Vandevoordt, R. & Verschraegen, G. (2019).! Demonstrating deservingness and dignity: Symbolic boundary work among Syrian refugees.!Poetics, 76, Article 101343.!https:// doi.org/10.1016/j.poetic.2018.12.004 Vera, R. (2021). Hate crime and racial discrimination in Ecuador: The case of Michael Arce in ESMIL. International Journal of Discrimination and the Law, 21(2), 117-138. Wessendorf, S. (2021). Ethnic minorities’ reactions to newcomers in East Londres: Symbolic boundaries and convivial labor. The British Journal of Sociology, 71(2), 208-220. Wimmer, A. (2004). Does ethnicity matter? Everyday group formation in three Swiss immigrant neighbourhoods. Ethnic and Racial Studies, 27(1), 1-36. Wimmer, A. (2013). Ethnic boundary making: Institutions, power, networks. Oxford University Press. Wimmer, A., y Schiller, N. (2003). Methodological nationalism, the social sciences, and the study of migration: An essay in historical epistemology. International Migration Review, 37(3), https://doi.org/10.1111/j.1747-7379.2003.tb00151.x